miércoles, 22 de agosto de 2012

Una salus victis

Hace una semana se publicó que Grecia iba a hacer un desafío a sus socios de la Unión Europea planteando una prórroga en el plazo de realización de su plan de ajuste.

Cuando Troya estaba cayendo, tras el ataque nocturno de la ‘caballería’ de Ulises, y los incendios se extendían por toda la ciudad, precedidos por los atacantes griegos, Eneas arenga al grupo de familares y amigos que le rodea y concluye:

Una salus victis nullam sperare salutem.

Los enfrentó a lo desesperado de la situación (“La única salvación para los vencidos está en no esperar salvación alguna”), y “así la furia se añadió a los ánimos de los jóvenes”, pudiendo como grupo, sin abandonarse a los llantos y lamentos, abrirse camino en medio de una ciudad ardiendo e infestada de enemigos, hasta un sitio seguro.

Curiosamente, en esta ocasión son los griegos, y no los troyanos, quienes están en una situación desesperada, aunque las soluciones sean similares. No obstante, conviene recordar que Eneas no actuó a lo loco, sino con criterio, por muy urgente que le hubiera resultado tomar una decisión y acometerla; y que el camino desde su casa hasta las puertas Esceas, u otras, en la muralla, ya con brechas e inútil, fue arduo y trabajoso, en el curso del cual vieron cómo moría el rey Príamo y el palacio y los tesoros de Pérgamo se perdían.

Así pues, recordemos la arenga de Eneas resumida en el verso de Virgilio, y actuemos sabiendo que la única salvación será la que salga de nosotros mismos.

¡Ah! Y dos cosas para finalizar:
- Eneas perdió Troya, pero consiguió huir para acabar llegando a Italia, donde su estirpe fundaría Roma.
- La Eneida no se escribió en griego, sino en latín,… por lo que nos toca más de cerca.

Créditos:
Verso 354 del Libro II de la Eneida, de Virgilio, y traducción de los versos 354 y 355 según Víctor José Herrero, tomados de la edición del Libro II realizada por Gredos, en su colección Gredos Bilingüe (octava reimpresión de la primera edición, en 1994).
Fotografía de El incendio de Troya, de Francisco Gutiérrez, en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, de enero de 2011, del autor.

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