jueves, 16 de agosto de 2012

Y de gatos valencianos… carmelitanos

Hace ocho días, andando por callejas del Barrio del Carmen, me encontré con un gato (en realidad, con varios), pero éste en particular, estaba descansando muy tranquilamente sobre un coche, ni siquiera sobre el calorcillo del capó, sino sobre el techo. Es decir, a quien le interese, el techo de un coche, está claro, es un sitio cómodo.

Levantó la cabeza, mientras yo me aproximaba, lo justo como para entender que, a pesar de lo anterior, yo no pensaba quitarle el sitio, y continuó a lo suyo. Era agosto, hay que comprenderlo, y más aún si algún antepasado suyo padeció el ferragosto de Roma.


El pasado domingo volví a callejear por el Barrio del Carmen, y definitivamente, cabe decir que es un barrio de gatos.

No sólo los que se deslizan por los huecos y rincones, sino que, a falta de gatos, hasta los pintan en los muros de las casas.




E incluso, tienen una gatera con placa de azulejos dedicada y todo, que traducida del valenciano, dice así:
«A la memoria de los cuatro gatos que quedaron en el Barrio del Carmen el año MXCIV. Nunca se les oyó un miau más alto que otro.

No sé qué pasó o dejó de pasar el año 1094, o si es que falta un ‘CM’en medio, para llegarnos a 1994, pero es lo que hay en la placa.

De lo que, afortunadamente, tampoco puedo decir nada, es de las pulgas que, seguro, estarán al acecho en el barrio.

Créditos:
Fotografías de un gato dormitando sobre un coche, un gato pintado en un muro de la calle Salvador Giner, y de una gatera en la calle Museo, todas en el Barrio del Carmen, de Valencia, en agosto de 2012, y del autor.

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