lunes, 20 de agosto de 2012

Sobre el fumar… literario

Pasé, pues, el día en mi club, y no regresé a Baker Street hasta la noche. Eran casi las nueve cuando me vi de nuevo en nuestra sala.
Mi primera impresión fue que allí se había declarado un incendio, porque había tanto humo que apenas se distinguía la luz de la lámpara situada encima de la mesa. Sin embargo, mis temores se disiparon muy pronto, porque el escozor que sentí en la garganta y que me hizo toser se debía al humo acre de un tabaco muy fuerte y áspero. A través de la neblina, tuve una vaga visión de Holmes en batín, hecho un ovillo en un sillón y con su negra pipa de arcilla entre los labios.

En su novela El Club Dumas, Arturo Pérez Reverte comenta, a través del protagonista, cómo, en relación con grandes obras de la literatura universal (en concreto, se trataba de Los tres mosqueteros), estamos influidos no tanto por ellas sino por versiones de las mismas.

A principios de año leí El perro de los Baskerville, en la edición ilustrada por Javier Olivares realizada por Nórdica Libros, donde me encontré con una sensación parecida.

La escena arriba transcrita es la clásica de Holmes, en cuanto que está fumando en una pipa (cómo sea ésta es otra influencia cinematográfica que no viene al caso), y así es como se refleja en la ilustración que acompaña el párrafo.

Sin embargo… no siempre Holmes fuma en pipa.

- Watson, de veras se está usted superando a sí mismo –dijo Holmes, mientras empujaba la silla hacia atrás y encendía un cigarrillo– (…)
Ahora Holmes me cogió el bastón de las manos y lo examinó unos instantes a simple vista. Después, con una expresión que reflejaba su interés, dejó el cigarrillo, se aproximó a la ventana y observó de nuevo el bastón con una lente convexa.

Cuando el doctor Mortimer terminó de leer aquella extraña historia, se levantó las gafas hasta la frente y clavó la mirada en Sherlock Holmes, que bostezó y arrojó al fuego la colilla de su cigarrillo.

Y el problema de las influencias estriba en que la ilustración en cuestión está nada más empezar la novela, en la página 11, cuando aún no se nos ha dicho nada de una pipa, sino de unos cigarrillos.

(Todo esto sin perjuicio de la originalidad en el estilo de las ilustraciones del relato, con trazos firmes y cortantes en la definición de lo representado, en medio de tonalidades de verdes.)

Créditos:
Ilustración de Javier Olivares y extractos según traducción de Esther Tusquets, tomados de El perro de los Baskerville, de Arthur Conan Doyle, de la edición de noviembre de 2011 de Nórdica Libros, en su colección Ilustrados (pp. 31, 10 y 20).

2 comentarios:

  1. De hecho siempre lo hemos visto con un tipo de pipa que, según leí en un artículo, no es la que se describe en alguna de sus aventuras. Y con la gorra pasa lo mismo.
    En el trailer de la última
    película de José Luis Garci podermos verlo fumar cigarrillos y en pipa, aunque ésta se ve mal.
    Habrá que verla, sale el "flamante" fiscal general Torres Dulce.
    Un saludo

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  2. En efecto, según parece, la pipa y la gorra clásicas son herencia de atrezzos exitosos en su día.
    No sabía que saliera el señor fiscal en la película; sí, que ha participado en el guión. Con estos mimbres, veremos el cesto que han hecho, ¿no?
    Un saludo.

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