domingo, 15 de julio de 2012

Venciendo, hincaron la rodilla

El 7 de junio de 1099, los cruzados ven a lo lejos, con emoción profunda, los altos muros de Jerusalén, la ciudad santa, que defienden los árabes.
(…)
El calor, la falta de víveres y la sed hacen más penoso el asedio.
Las naves genovesas desembarcan, muy oportunamente, abundante material y víveres en el puerto de Jaffa.
Los cruzados fabrican sus artefactos de guerra con este material: largas escalas y grandes torres móviles, de madera, que colocan frente a la muralla, desde la puerta de Damasco hasta el torrente Cedrón.
El 14 de julio comienza el ataque, duro, encarnizado; pero los defensores consiguen prender fuego a las torres de madera y los cristianos tienen que retroceder. Entonces Godofredo manda forrar las torres con pieles de animales recién sacrificados, y el viernes, 15, por la mañana, seguido por su hermano, Eustaquio de Boulogne, sube a una de aquellas, a la más alta plataforma, y ordena el asalto, que se inicia otra vez con el mayor ardimiento.
El fuego no puede prender en las pieles frescas, y, después de una lucha feroz, Godofredo de Bouillon penetra con sus tropas en Jerusalén.
(…)
Antes de acabar la tarde, una tropa desgreñada, ruda, curtida por el sol y por el aire del desierto, por las fatigas y dolores de la lucha, lava la sangre que tiñe sus manos, cura sus heridas, cambia sus rotas y manchadas vestiduras por otras limpias, y camina silenciosa, con los pies descalzos y los ojos llenos de lágrimas, hacia la pequeña elevación del Gólgota. Los cristianos indígenas salen a recibir a los cruzados, en procesión, cantando himnos religiosos, y, todos juntos, penetran en el Santo Sepulcro.
Cae la noche, tranquila, de verano. Los francos se arrodillan, sollozan, besan la tierra que pisó Jesucristo, con toda la dulzura de que son capaces, y después levantan los fornidos brazos, cansados de blandir la espada, y los abren en cruz.

Hoy se cumplen 913 años de la conquista de Jerusalén por el ejército de la Primera Cruzada. Y aunque el ambiente tal vez sea menos propicio para dicho recuerdo, aquí está, manteniendo todo lo que ya dije hace dos años.

Créditos:
Ilustración  de encabezamiento (obra de A.J.M.) y extracto del relato Las cruzadas, tomados de la obra Días sin colegio, editado por Aguilar en su colección El globo de colores - serie azul (3ª edición, de 1967 – pp. 36-37)

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