jueves, 15 de julio de 2010

La cruz de Europa

La pequeña casucha de mármol que se alzaba a corta distancia era el sepulcro en el que había yacido el Cuerpo de Dios. Bohemundo sólo se encontraba a pocos metros, bajo el mismo techo. Portaba la espada y no llamaba amo a nadie. La misa se celebraba de acuerdo con el rito latino. Ésa era la razón por la que todos habían abandonado sus hogares.
Repasó mentalmente los últimos tres años. Volvió a ver a los intimidantes patzinakos y a Tancredo, que los atacó sin armadura; a los campesinos tracios que se lamentaban junto a sus casitas saqueadas; a los francos y a los griegos asesinados a las puertas de la ciudad; a los engañados seguidores de Pedro el Ermitaño que se pudrían en Civetot; a los valerosos caballeros y los aguerridos sargentos muertos junto a las murallas de Nicea; a las mujeres, los niños y los acólitos desmembrados cuando los turcos destrozaron el campamento en Dorilea; el terrible cruce de las montañas; la hambruna, la plaga y la desdicha a las puertas de Antioquia. De la infinidad de peregrinos que partieron del Occidente latino, ni siquiera la décima parte sobrevivió para ver el Santo Sepulcro. Pero ellos estaban allí y eran los supervivientes de aquella multitud. El santuario estaba abierto a todos los cristianos. Había valido la pena. Que Dios no lo permitiera, pero si era necesario volvería a empezar mañana mismo y lo haría todo de nuevo.


Aunque Bohemundo de Tarento fue uno de los jefes militares de la Primera Cruzada, no participó en la misma toma de Jerusalén, pues se quedó protegiendo la ciudad de Antioquía, en cuya conquista sí tuvo una importante actuación.

Tal día como hoy, del año 1099, se culminaba el objetivo visible de la Primera Cruzada, es decir, la recuperación de Jerusalén y del conjunto de Tierra Santa para la Cristiandad.

La historia de las Cruzadas tiene, como casi todo, sus claros y sus oscuros. Lo cierto es que los participantes de la Primera Cruzada no se llamaban cruzados ni por tanto se consideraron los primeros (estos conceptos se crearon mucho más tarde); ellos eran, simplemente, peregrinos a Jerusalén, armados, eso sí, bastantes de ellos, pero, en su conjunto, peregrinos.

Y lo que no hay que olvidar, al considerar aquellas actuaciones y épocas, es que no se pueden calificar conforme los criterios actuales hechos de hace casi un milenio, y mucho menos, hacerlo considerando sólo una parte, elegida incluso tendenciosamente, de aquella realidad.

Recordemos, pues, a aquellos cruzados que en su honradez y religiosidad, participaron en una epopeya, y especialmente a los que murieron sin alcanzar a ver el éxito de sus esfuerzos.

Un recuerdo desde una época en la que dar la vida por una fe y creencias, cada día está peor considerado. Y desde una Europa muy distinta de aquella, y, lamentablemente, en algunas cosas, no mejor.

Créditos:
Transcripción parcial del capítulo XVII Votos cumplidos, según traducción de Horacio González Trejo, de El Conde Bohemundo. Crónicas de la primera Cruzada, de Alfred Duggan, publicada en la colección Narrativas Edhasa por Edhasa (primera edición de febrero de 1992 - pág. 296).

Grabado medieval que representa el sitio de Antioquia durante la Primera Cruzada, tomado de la Wikipedia.

2 comentarios:

  1. Esto: "Y lo que no hay que olvidar, al considerar aquellas actuaciones y épocas, es que no se pueden calificar conforme los criterios actuales hechos de hace casi un milenio, y mucho menos, hacerlo considerando sólo una parte, elegida incluso tendenciosamente, de aquella realidad." es buenísimo.

    La revisión histórica actual de acuerdo con parámetros partidistas da asco. Yo cada vez lo aguanto menos y me enclaustro más. Terminaré viviendo en la absoluta soledad de mi propio claustro. Salvo por "Plato por plato", claro ;-)

    ResponderEliminar
  2. Aparte de dar la razón a nuestra S.Cid, tocas un tema, que me irrita bastante, cada vez con más frecuencia.
    Esa frecuencia es directamente proporcional a la falta de valores (cristianos)en la sociedad actual, a la sin razón de analizar toda la hitoria de la humanidad bajo el prisma del hombre del siglo XXI, como si antes de nosotros no hubiera una tradicción y una raigambre que nos une al pasado de forma natural. Es eso, están en cargarse la naturalidad, me refiero, a la Ley Natural.


    Este sin sentido lo encuentro bastante en Perez Reverte(no te digo ya en otros intelectuales), alaba la unidad cristiana delos reinos españoles contra el moro ("..Ya ni siquiera se estudia en los colegios, creo. Moros y cristianos degollándose, nada menos. Carnicería sangrienta. Ese medioevo fascista, etcétera. Pero es posible que, gracias a aquello, mi hija no lleve hoy velo cuando sale a la calle."), pero después arrea sin contemplaciones a todo lo que huela a cristianismo.

    No me canso de repetir, que las libertades que disfrutamos se las debemos al cristianismo, que sin crsitianismo no es posible que una sociedad prospere, avanze en la justicia, sus ciudadanos se sientan dignos.

    El único baluarte que puede parar el avanze del totalitarismo que estamos empezando a padecer en nuestro país es la Cruz.

    ResponderEliminar