“¿Pero, qué es lo que esperan éstos que, al modo frigio, tiempo ha que se hubieran debido cercenar con un cuchillo un colgajo de carne sobrera? Graco aportó como dote cuatrocientos mil sestercios a un flautista, perdón, quizás tañía con una trompeta. Ya se han sellado los documentos, ya se han deseado felicidades los invitados a la concurrida cena, ya han tomado asiento y esta recién casada se reclina sobre el pecho del marido. Próceres, ¿qué necesitamos? ¿Un harúspice o un censor? ¿Te horrorizarías o creerías más monstruoso que una mujer pariera un becerro o una vaca un cordero? Se adereza con pasamanería, con vestidos largos y con el velo nupcial uno que hace poco sudaba bajo los escudos sagrados cuando los agitaba con la correa misteriosa. ¡Padre de la ciudad! ¿Desde dónde se abatió tan horrendo sacrilegio sobre los pastores del Lacio? ¿De dónde salió esta ortiga, Gradivo, que ha alcanzado a tus descendientes? He aquí que un hombre rico y de linaje esclarecido se entrega a otro hombre y tú ni agitas el casco, ni golpeas la tierra con tu lanza, ni te quejas a tu padre. Ea, ¡largo de aquí! ¡Abandona las yugadas del severo Campo del que no cuidas! «Mañana al salir el sol tengo algo importante que hacer en el valle de Quirino» «¿Qué es lo que debes hacer?» «¿Por qué lo preguntas? Un amigo mío toma marido; los invitados somos pocos». Los que no muramos pronto viviremos esto, y ocurrirá a la luz pública, y se deseará que se consigne en los registros.”
A mediados del pasado mes de junio, buscando documentarme para la anotación que hice sobre una frase de Juvenal (si pertinente entonces, más ahora), me encontré en la Sátira II con este otro aspecto objeto de las críticas del clásico.
Este año se perpetra en Madrid, con una semana de retraso respecto al aniversario del hecho histórico sucedido en 1969 en el Greenwich Village de Nueva York, la habitual e insultante reunión.
Esta vez ha contado con la colaboración del Comité de Huelga del Metro de Madrid, pues ha suspendido la huelga durante el fin de semana para no perturbar el evento (y además, por lo que oí en la radio, porque así cobraban los pluses de festivos).
Parece que hay expedientes abiertos a los que no cumplieron servicios mínimos, que, según la legislación vigente, es causa procedente de despido. Pues no lo entiendo.
Si es causa procedente, el empleado en cuestión es despedido inmediatamente, y ni siquiera se le deja entrar para, si le hubiera correspondido, cumplir los servicios mínimos del jueves y viernes.
Yo he vivido en mi empresa, en varias ocasiones, cómo se llamaba a un empleado a un despacho, se le entregaba la carta ante testigos, y acompañado, eso sí, por un miembro del Comité de Empresa, recogía sus efectos personales de su mesa, se iba, y ya no volvía. Si esto sucedía así, sabiendo que luego Magistratura o como se llame ahora, iba a determinar que era improcedente el despido (o se llegaba a un acuerdo, como consecuencia de la legislación laboral vigente), tanto más para hacerlo cuando, según parece, se dice claramente que la actitud en cuestión es motivo procedente de despido.
O sea, que ni lo entiendo, ni estoy por crérmelo. Y es una pena.
Nota: leyendo el clásico, me llama la atención una palabra que, actualmente, tiene una cuarta acepción curiosa, más aún porque en la futura vigésima tercera edición,… desaparecerá.
Créditos:
Transcripción parcial de la Sátira II (vv.116-137), según traducción de Manuel Balasch, tomada de la edición de 2008 de Gredos (grupo RBA) de las Sátiras de Juvenal.
Fotografía de la identificación de la estación “Chueca” del Metro de Madrid, de agosto de 2007, del autor.
A mediados del pasado mes de junio, buscando documentarme para la anotación que hice sobre una frase de Juvenal (si pertinente entonces, más ahora), me encontré en la Sátira II con este otro aspecto objeto de las críticas del clásico.
Este año se perpetra en Madrid, con una semana de retraso respecto al aniversario del hecho histórico sucedido en 1969 en el Greenwich Village de Nueva York, la habitual e insultante reunión.
Esta vez ha contado con la colaboración del Comité de Huelga del Metro de Madrid, pues ha suspendido la huelga durante el fin de semana para no perturbar el evento (y además, por lo que oí en la radio, porque así cobraban los pluses de festivos).
Parece que hay expedientes abiertos a los que no cumplieron servicios mínimos, que, según la legislación vigente, es causa procedente de despido. Pues no lo entiendo.
Si es causa procedente, el empleado en cuestión es despedido inmediatamente, y ni siquiera se le deja entrar para, si le hubiera correspondido, cumplir los servicios mínimos del jueves y viernes.
Yo he vivido en mi empresa, en varias ocasiones, cómo se llamaba a un empleado a un despacho, se le entregaba la carta ante testigos, y acompañado, eso sí, por un miembro del Comité de Empresa, recogía sus efectos personales de su mesa, se iba, y ya no volvía. Si esto sucedía así, sabiendo que luego Magistratura o como se llame ahora, iba a determinar que era improcedente el despido (o se llegaba a un acuerdo, como consecuencia de la legislación laboral vigente), tanto más para hacerlo cuando, según parece, se dice claramente que la actitud en cuestión es motivo procedente de despido.
O sea, que ni lo entiendo, ni estoy por crérmelo. Y es una pena.
Nota: leyendo el clásico, me llama la atención una palabra que, actualmente, tiene una cuarta acepción curiosa, más aún porque en la futura vigésima tercera edición,… desaparecerá.
Créditos:
Transcripción parcial de la Sátira II (vv.116-137), según traducción de Manuel Balasch, tomada de la edición de 2008 de Gredos (grupo RBA) de las Sátiras de Juvenal.
Fotografía de la identificación de la estación “Chueca” del Metro de Madrid, de agosto de 2007, del autor.
Sí..., curiosa la cuarta acepción de esa palabra..., tan judicial ;-)
ResponderEliminarYo estoy a la espera de ver qué hace Esperanza con estos. En princpio..., confío en que tome medidas duras que hagan entrar en cintura a tanto sindicalista imbécil, pero dudo..., dudo..., dudo... Y mira que, sin hay alguien en España atrevida para hacerlo, es ella.