sábado, 24 de julio de 2010

Jugando a vivir o vivir jugando

Y efectivamente, este viernes, acompañado por mi hijo (o al revés, o mejor aún, los dos juntos), nos hemos acercado a los cines de al lado de casa (si no, es muy difícil que vaya), y hemos disfrutado de Toy Story 3 (en formato tridimensional).

El formato tridimensional, precisamente, no es que aporte gran cosa en el guión y desarrollo de la película, y es por eso por lo que no molesta en absoluto al no crearse escenas cuya única virtud es ésa, y no la de formar parte de un guión perfectamente estructurado (como es el caso).

Había leído tres críticas a la película antes de verla (cosa rara en mí), aunque, eso sí, una vez tomada la decisión de verla: nueva obra maestra (COPE), ¿la mejor secuela?, absoluta obra maestra o película enorme (Libertad Digital) o la vida misma (ABC)



No diré que exageren; simplemente se han quedado cortos.

En varias de las críticas se hace referencia a la emotividad que encierra la película en su final: esto sí es un poco exagerado, pues yo no tuve que sonarme la nariz, sólo secarme los ojos y las mejillas.

Créditos:
Fotografía de valla publicitaria de Toy Story 3, en la pedanía de Castellar, de Valencia, de julio de 2010, del autor.
Entradas de cine e imágenes de la película Toy Story 3 tomadas del folleto de Ocine.

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