jueves, 12 de julio de 2012

Uso eficiente de la energía… o no

El pasado primero de diciembre fui agraciado con una indicación (no propiamente invitación) para asistir a una jornada más sobre el cambio cambiante del clima climático. El atractivo de la Jornada, como suele ser habitual, Manuel Toharia Cortés.

Demostró buena memoria, pues se acordaba de que en la charla del año anterior había tenido que llamar la atención por que el agua para los ponentes fuera embotellada en plástico, y alabó que en esta ocasión estuviera dispuesta directamente en unas jarritas de cristal; eso sí, torció el gesto cuando le dijeron que no se hiciera tantas ilusiones porque el agua no era del grifo, sino embotellada. Además, el local, esta vez, era una sala cerrada con su correspondienbte consumo de iluminación y ventilación forzada.

Nos insistió, como el año anterior, en que el clima no se mide, y es que no existe físicamente: el clima es el resultado de un cálculo o estimación; en definitiva, el clima es pura estadística.

Lo que se mide es la meteorología, y esta vez, aprendí una palabra nueva: temperie, que sí hace referencia a un estado concreto de la atmósfera, y por tanto, se puede medir y cuantificar, y que, además, cambia con el tiempo y el espacio, sedún el momento y el lugar.

Hizo un breve repaso a las condiciones climáticas de la Tierra, que nos lleva a lo siguiente:
- hace 600 millones de años, la Tierra era como una bola de nieva
- hace 100 millones de años, no había hielo ni en los polos, y campaban a sus anchas los dinosaurios.
- hace 10.000 años finalizó la última glaciación, como consecuencia de unos cambios muy acelerados, entrando en el periodo geológico del Holoceno, es decir, ahorita mismo.

Nos recordó nuevamente que gracias a los gases de invernadero y especialmente al vapor de agua, la temperatura media de la Tierra, en vez de ser de 18 grados bajo cero, es de 15 grados sobre cero. Por tanto, ¡bendito efecto invernadero!

Sin embargo, sí señaló que el CO2 se había incrementado en un 30%, lo que era preocupante; en cambio, del vapor de agua, no había datos al respecto. Señaló que lo más importante del crecimiento del CO2 es que es un indicador de algo que se hace mal, inútilmente.

Por tanto, lo fundamental no es tanto ahorrar sino mejorar la eficiencia en los procesos.

Hubo una segunda ponencia, acerca del consumo responsable, a cargo de Sandra Valdueza Iglesias.

Expuso algunos aspectos de la vida común que, tal vez de tan conocidos, son ignorados: la inmensa mayoría de vehículos tienen una ocupación inferior, incluso, a dos personas; una de cada tres personas los utiliza para desplazamientos menores de 2 kilómetros; los residuos generados suponen ya 3 bolsas de plásticos por 1 de orgánicos;… En cuanto a cuestiones de diseños y procesos de fabricación, por ejemplo, nos recordó que las bombillas tradicionales se retiran ya este próximo año 2013.

Habló de los conceptos «huella del carbono» y del binomio sostenibilidad – pro-actividad, y del lema de las «tres erres»: reduce-reutiliza-recicla.

Finalmente, insistió en la importancia de la educación y la responsabilidad en la sostenibilidad.

Y hasta aquí puedo decir de la Jornada, porque varias de las notas que tomé… sigo sin entenderlas. Mi letra es así, y no me excusaré en que sea producto de pequeños sobresaltos consecuencia de la cercanía de algunos ligeros ronquidos.

En todo caso, sí parece que, después de tantos meses, puede decirse que algo hay, pues no es normal que se (le) caliente tanto al ámbito doméstico, es decir, su economía. Y eso que, aunque julio sea el nombre de una unidad de energía, no es que la energía sea algo que caracterice estos últimos tiempos. Ni siquiera para acabar dejándonos a la intemperie.

Créditos:
Anverso del folleto del programa de la Jornada El cambio climático en el ámbito doméstico, organizada por el Ayuntamiento de Valencia, con la colaboración de la Asociación de Amas de Casa Tyrius.

1 comentario:

  1. Hummmm, esto me presenta una seria preocupación y empiezo a sentirme muy culpable a cuenta de la eficiencia de mi radiador, por el que no circula el aire. Mira que soy perversa con el medio ambiente. ¿Qué hago, Posodo? ¿Me tiro al río?

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