sábado, 21 de julio de 2012

Ni entonces, ¿ni ahora?

Los toledanos se despertaron el día 21 a los acordes marciales de los tambores que recorrían las calles proclamando el estado de guerra en la ciudad, a las siete de la mañana. Era un día marcial ,el decisivo para deslindar los campos contendientes. Los comités de los milicianos –según se expresa cierto diario inédito que se dejño olvidado alguno de ellos en nuestra residencia, al llevarse a un anciano jesuita, el virtuoso Padre Martín Juste, para fusilarle – se llenaron de indignación cuando sonó el redoble de los tambores; se congregaron y determinaron declarar la huelga general, que era la orden recibida del Gobierno de Madrid, su amparador y su padrino de guerra.
La reconcentración se iba efectuando en el Alcázar; a él fue llevado también, en calidad de prisionero, el gobernador civil y su familia, único medio de ponerles a salvo de las iras marxistas. Varias otras personas subieron también. La Guardia civil seguía entrnado en Toledo, después de vencer dificultades sin cuento y con una serenidad estoica. Por eso, al alborear la mañana de este día 21 tenemos ya en el Alcázar una animación extraordinaria. Se dijo la Misa, como de costumbre, en la capilla de las Hermanas de la Caridad, que iba a ser la última hasta que celebrase otra el señor Camarasa, de la cual trataremos, con pena, a su tiempo.
- Había ya mucha gente – decíame la Madre superiora Sor Josefa Barber – las mujeres mostraban mucho miedo, un verdadero pánico, pues se hablaba de que en aquella mañana iba a comenzar el bombardeo. Celebró el Santo Sacrificio el arcediano de la catedral, el venerable sacerdote don Rafael Martínez Vega, el que muy pocos días después va a sufrir un glorioso martirio, asesinado por las turbas milicianas.
(…)
Este día 21 pudo considerarse como el primero de la legendaria defensa del Alcázar, pues casi todos sus defensores estaban allí.
(…)
Al cerrar la noche [del día 22] quedaba la ciudad de Toledo en pleno dominio de aquellas fieras. A la luz de la luna veíase allá arriba, sobre la plaza de Zocodóver, la mole ingente del Alcázar en trágica silueta. Sobre esta roca se acababan de refugiar los héroes de nuestra leyenda.
Comenzaba el asedio.

Una escasa semana después, ya hubo quien lo dio por finalizado.

Sin embargo, el asedio duró no siete días, sino, casi como en el Evangelio, setenta días, hasta el 28 de septiembre. Y, como sabemos, salieron con los brazos en alto, pero no para rendirse, sino para saludar a quienes les liberaban.

Ahora… ahora, ¿qué?

Créditos:
Fotograma de la película Sin novedad en el Alcázar, correspondiente a la escena en que se proclama el Estado de Guerra.
Imagen de la portada del periódico Ahora del 28 de julio de 1936, y extractos del capítulo I Hacia el Alcázar de la obra La epopeya del Alcázar de Toledo, de Alberto Risco, S.J., tomados de la tercera edición, de 1941, de Editorial Española, en San Sebastián (pp. 23, 25 y 27)

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