El pasado día 15 se hicieron eco de los sucedido el día anterior, los periódicos locales Las Provincias y Levante, así como, naturalmente el Ayuntamiento de Valencia. El tema era la presentación de la Semana de la Movilidad, en relación con el Día Europeo sin coche, formalmente el día 22, pero para no molestar demasiado, en Valencia el domingo cercano, en esta ocasión, el 19.
Entre las actividades de ls Semana, figuraba una para el día 22. Según la nota del Ayuntamiento:
“Por su parte, Mª Àngels Ramón Llin, ha anunciado que desde su Concejalía se va a realizar, el día 22, una jornada cuyo lema es ‘Movilidad y cambio climático’, donde el director del museo Príncipe Felipe, Manuel Toharia, realizará una charla sobre dicho tema.”
Según el primer periódico:
“La concejalía prepara una conferencia que pronunciará el próximo día 22 Manuel Toharia y disertará sobre el medio ambiente.”
Mientras que el segundo nos dice que:
“La concejala de Cambio Climático, Mª Angels Ramón-Llin anunció que el día 22 celebrarán una jornada en la que el Director del Museo Príncipe Felipe, Manuel Toharia, dará una charla sobre la movilidad y el cambio climático.”
El caso es que no me había olvidado del asunto hasta que el día 21, bien tempranito, suena el teléfono en la oficina, y me informan de dicha Jornada. Naturalmente, dicha información no era para cubrir un hueco en mi infinita ignorancia, sino para que yo fuera a cubrir algún posible hueco entre el público.
En resumen. Fuimos nosotros (puntuales) y fueron los concejales (tarde). Hablaron los concejales mientras nosotros callábamos. Callaron los concejales mientras nosotros aplaudíamos. Se fueron los concejales y nosotros… nos quedamos. La nota del día siguiente en la página del Ayuntamiento se explaya algo más, pero el resumen es el que he dejado escrito.
Como el interés de la Jornada, a lo que se pudo leer la semana anterior era la charla de Manuel Toharia, quien siempre habla bien, de memoria y sin leer papeles, no consideré el tiempo especialmente desperdiciado. Incluso tomé apuntes.
Apuntes que me vienen muy bien, pues haciendo honor al nombre de la Semana, movieron la Jornada de fecha, pasando del 22 al 21, con el resultado (o no) de que ni en un periódico ni en otro haya salido publicado nada. Así pues, esto es una primicia. ¡Y sin carné de periodista!
Empezó la charla dando una de cal y otra de arena a la organización: muy bien el local, con luz natural tamizada y sin necesidad de luz artificial; muy mal el avituallamiento, con botellas de agua mineral en envase de plástico, en vez de una jarra normal con agua del grifo. Eso sí, las botellas tienen el cierre hermético, sencillamente conseguido con un simple giro de la muñeca, frente a los padecimientos de los antiguos romanos para lograrlo en sus ánforas.
Y pasó a hablar del cambio climático, sobre el que dijo que las informaciones que se publican sirven para dos cosas: para preocupar o para asustar. Y es que los ciudadanos, en ésta como en muchas materias, como tal conjunto, son unos ignorantes. Y pasó a exponer varias de las cosas que no se suelen publicar, empezando por el clima.
El clima, al contrario que el tiempo meteorológico con el que suele confundirse, no se mide: es simple y llanamente, estadística. El conjunto de las diversas variables meteorológicas dan unos valores estadísticos que, dentro de unos rangos, marcan un clima mediterráneo; en otros rangos, marcan otro clima. Y lo malo es que sólo disponemos de datos fiables con los que establecer la estadística desde hace un siglo y medio en el mejor de los casos. No obstante, para poder hacer algo, se ha convenido en establecer periodos de treinta años para evaluar algo, en algún momento.
Sin embargo, sí es cierto que por los registros arqueológicos, históricos y similares se sabe que entre los siglos X al XII hubo un periodo algo más caluroso de lo habitual, que permitió entre otras cosas, que los vikingos pudieran bautizar a Groenlandia con ese nombre tan curioso ahora; o que en el siglo XVII hubiera una miniedad glacial.
Se confunde el cambio climático con las brusquedades en el tiempo. Y si los valores promedios no se ven sensiblemente alterados, entonces se argumenta que el cambio afecta a los valores extremos. El caso es que no falten ‘evidencias’. El cambio climático es un absoluto, es una verdad revelada, y cualquiera que lo critique es un hereje. Por ejemplo, él mismo.
Un problema en relación con el cambio climático (verdadero o no), es que las acciones que uno haga no tienen efectos inmediatos. En esta sociedad tan de titulares, esto no tiene, por tanto, ningún valor comunicativo, ni siquiera para concienzar. Tiene que haber cosas que impacten, para conseguir este propósito.
Por ejemplo, una experiencia personal suya. El dos de octubre de 1957 nevó en Madrid, pero nevar, un palmo. Fueron al colegio porque entonces estas cosas no impedían ir al colegio. Jugaron a lanzarse bolas de nieve, y como además, cambió de golpe a un anticiclón, la nieve se heló y tuvieron pruebas y comidilla durante unas cuantas semanas.
Titular: ya no nieva como entonces, fíjate, en octubre, a principios de octubre, nevaba en Madrid.
Realidad: En todos los octubres del siglo XX, en Madrid ha nevado… una sóla vez, ésa.
Por otro lado, todas estas campañas deben demonizar a alguien, si no, no tienen gracia. En este caso, se trata del CO2. Que precisamente es el gas de la vida, es decir, siempre que hay vida, hay CO2. Y además, gracias al resultado de éste y otros gases de efecto invernadero como el vapor de agua, hay vida en la Tierra. Sin ellos, tendríamos (astronómicamente) una temperatura media del planeta de -18ºC, en vez de los 15ºC que realmente hay.
El problema con el CO2 no es su presencia, sino cómo se genera, y es un problema en sí, con independencia de que haya o no cambio climático. El CO2 proviene básicamente del uso de combustibles fósiles con cuya formación se consiguió fijar el CO2 en el suelo. Sin embargo, el ritmo de consumo actual es del orden de un millón de veces más rápido que el ritmo con el que fue fijado, por lo que el problema es este desequilibrio.
Y para agravar el problema, el uso mayoritario de los combustibles fósiles es en motores de combustión interna que, sea en ciclo Otto (los de gasolina) o ciclo Diésel (los de gasóleo), presentan unos rendimientos energéticos inferiores al 30 o al 35% respectivamente.
La solución en estos casos no es el ahorro. El ahorro es una alternativa a la idiocia (por ejemplo, es idiota dejar encendida una luz que no se utiliza). La solución es la eficiencia, como alternativa a la inutilidad intelectual, es decir, no saber resolver mejor un problema.
En resumen:
Mayor ahorro.
Mayor eficiencia.
Movilidad menos insostenible, pues por toda esta mezcla de cosas, no le gusta hablar de movilidad sostenible,
Si esto sirve para la lucha contra el cambio climático o no, el futuro lo dirá; de momento, estas actividades ya nos van arreglando, ahora, el problema. Por eso es más importante informar y convencer, que asustar.
Y por cierto, hay que tener siempre presente el impacto de la actividad ciudadana en el medio ambiente, que no es la Amazonia, sino la propia ciudad.
Pues más o menos, esto es lo que fue la charla. No he entrecomillado nada porque no lo hice así en los apuntes, pero las ideas creo que he conseguido reseñarlas fielmente.
Luego hubo otras dos ponencias más (tras una breve pausa-café, que suelen decir), pero aunque tomé también apuntes, como fueron más en la línea de lo que anticiparon los concejales, no me extenderé.
Créditos:
Lo siento, no hice fotos
Folletos de la Jornada Movilidad y Cambio Climático, organizada por el Ayuntamiento de Valencia.
Apuntes tomados en la charla de Manuel Toharia.
Entre las actividades de ls Semana, figuraba una para el día 22. Según la nota del Ayuntamiento:
“Por su parte, Mª Àngels Ramón Llin, ha anunciado que desde su Concejalía se va a realizar, el día 22, una jornada cuyo lema es ‘Movilidad y cambio climático’, donde el director del museo Príncipe Felipe, Manuel Toharia, realizará una charla sobre dicho tema.”
Según el primer periódico:
“La concejalía prepara una conferencia que pronunciará el próximo día 22 Manuel Toharia y disertará sobre el medio ambiente.”
Mientras que el segundo nos dice que:
“La concejala de Cambio Climático, Mª Angels Ramón-Llin anunció que el día 22 celebrarán una jornada en la que el Director del Museo Príncipe Felipe, Manuel Toharia, dará una charla sobre la movilidad y el cambio climático.”
El caso es que no me había olvidado del asunto hasta que el día 21, bien tempranito, suena el teléfono en la oficina, y me informan de dicha Jornada. Naturalmente, dicha información no era para cubrir un hueco en mi infinita ignorancia, sino para que yo fuera a cubrir algún posible hueco entre el público.
En resumen. Fuimos nosotros (puntuales) y fueron los concejales (tarde). Hablaron los concejales mientras nosotros callábamos. Callaron los concejales mientras nosotros aplaudíamos. Se fueron los concejales y nosotros… nos quedamos. La nota del día siguiente en la página del Ayuntamiento se explaya algo más, pero el resumen es el que he dejado escrito.
Como el interés de la Jornada, a lo que se pudo leer la semana anterior era la charla de Manuel Toharia, quien siempre habla bien, de memoria y sin leer papeles, no consideré el tiempo especialmente desperdiciado. Incluso tomé apuntes.
Apuntes que me vienen muy bien, pues haciendo honor al nombre de la Semana, movieron la Jornada de fecha, pasando del 22 al 21, con el resultado (o no) de que ni en un periódico ni en otro haya salido publicado nada. Así pues, esto es una primicia. ¡Y sin carné de periodista!
Empezó la charla dando una de cal y otra de arena a la organización: muy bien el local, con luz natural tamizada y sin necesidad de luz artificial; muy mal el avituallamiento, con botellas de agua mineral en envase de plástico, en vez de una jarra normal con agua del grifo. Eso sí, las botellas tienen el cierre hermético, sencillamente conseguido con un simple giro de la muñeca, frente a los padecimientos de los antiguos romanos para lograrlo en sus ánforas.
Y pasó a hablar del cambio climático, sobre el que dijo que las informaciones que se publican sirven para dos cosas: para preocupar o para asustar. Y es que los ciudadanos, en ésta como en muchas materias, como tal conjunto, son unos ignorantes. Y pasó a exponer varias de las cosas que no se suelen publicar, empezando por el clima.
El clima, al contrario que el tiempo meteorológico con el que suele confundirse, no se mide: es simple y llanamente, estadística. El conjunto de las diversas variables meteorológicas dan unos valores estadísticos que, dentro de unos rangos, marcan un clima mediterráneo; en otros rangos, marcan otro clima. Y lo malo es que sólo disponemos de datos fiables con los que establecer la estadística desde hace un siglo y medio en el mejor de los casos. No obstante, para poder hacer algo, se ha convenido en establecer periodos de treinta años para evaluar algo, en algún momento.
Sin embargo, sí es cierto que por los registros arqueológicos, históricos y similares se sabe que entre los siglos X al XII hubo un periodo algo más caluroso de lo habitual, que permitió entre otras cosas, que los vikingos pudieran bautizar a Groenlandia con ese nombre tan curioso ahora; o que en el siglo XVII hubiera una miniedad glacial.
Se confunde el cambio climático con las brusquedades en el tiempo. Y si los valores promedios no se ven sensiblemente alterados, entonces se argumenta que el cambio afecta a los valores extremos. El caso es que no falten ‘evidencias’. El cambio climático es un absoluto, es una verdad revelada, y cualquiera que lo critique es un hereje. Por ejemplo, él mismo.
Un problema en relación con el cambio climático (verdadero o no), es que las acciones que uno haga no tienen efectos inmediatos. En esta sociedad tan de titulares, esto no tiene, por tanto, ningún valor comunicativo, ni siquiera para concienzar. Tiene que haber cosas que impacten, para conseguir este propósito.
Por ejemplo, una experiencia personal suya. El dos de octubre de 1957 nevó en Madrid, pero nevar, un palmo. Fueron al colegio porque entonces estas cosas no impedían ir al colegio. Jugaron a lanzarse bolas de nieve, y como además, cambió de golpe a un anticiclón, la nieve se heló y tuvieron pruebas y comidilla durante unas cuantas semanas.
Titular: ya no nieva como entonces, fíjate, en octubre, a principios de octubre, nevaba en Madrid.
Realidad: En todos los octubres del siglo XX, en Madrid ha nevado… una sóla vez, ésa.
Por otro lado, todas estas campañas deben demonizar a alguien, si no, no tienen gracia. En este caso, se trata del CO2. Que precisamente es el gas de la vida, es decir, siempre que hay vida, hay CO2. Y además, gracias al resultado de éste y otros gases de efecto invernadero como el vapor de agua, hay vida en la Tierra. Sin ellos, tendríamos (astronómicamente) una temperatura media del planeta de -18ºC, en vez de los 15ºC que realmente hay.
El problema con el CO2 no es su presencia, sino cómo se genera, y es un problema en sí, con independencia de que haya o no cambio climático. El CO2 proviene básicamente del uso de combustibles fósiles con cuya formación se consiguió fijar el CO2 en el suelo. Sin embargo, el ritmo de consumo actual es del orden de un millón de veces más rápido que el ritmo con el que fue fijado, por lo que el problema es este desequilibrio.
Y para agravar el problema, el uso mayoritario de los combustibles fósiles es en motores de combustión interna que, sea en ciclo Otto (los de gasolina) o ciclo Diésel (los de gasóleo), presentan unos rendimientos energéticos inferiores al 30 o al 35% respectivamente.
La solución en estos casos no es el ahorro. El ahorro es una alternativa a la idiocia (por ejemplo, es idiota dejar encendida una luz que no se utiliza). La solución es la eficiencia, como alternativa a la inutilidad intelectual, es decir, no saber resolver mejor un problema.
En resumen:
Mayor ahorro.
Mayor eficiencia.
Movilidad menos insostenible, pues por toda esta mezcla de cosas, no le gusta hablar de movilidad sostenible,
Si esto sirve para la lucha contra el cambio climático o no, el futuro lo dirá; de momento, estas actividades ya nos van arreglando, ahora, el problema. Por eso es más importante informar y convencer, que asustar.
Y por cierto, hay que tener siempre presente el impacto de la actividad ciudadana en el medio ambiente, que no es la Amazonia, sino la propia ciudad.
Pues más o menos, esto es lo que fue la charla. No he entrecomillado nada porque no lo hice así en los apuntes, pero las ideas creo que he conseguido reseñarlas fielmente.
Luego hubo otras dos ponencias más (tras una breve pausa-café, que suelen decir), pero aunque tomé también apuntes, como fueron más en la línea de lo que anticiparon los concejales, no me extenderé.
Créditos:
Lo siento, no hice fotos
Folletos de la Jornada Movilidad y Cambio Climático, organizada por el Ayuntamiento de Valencia.
Apuntes tomados en la charla de Manuel Toharia.
Bueno, lo del cambio climático, sea cierto o no, ya no será un problema, porque nuestro rumboso Gallardón ha cambiado su coche oficial contaminante por otro coche oficial (faltaría más, va a utilizar él el metro) eléctrico.
ResponderEliminarPD: ¿Cómo que no hay que cerrar los colegios cuando nieva? ¡¡¡Por supuesto que sí!!! Y cuando llueva un poco más que cuatro gotas, también. Tú no sabes lo peligrosísimo que es para los niños. Padre desconsiderado para con sus retoños, hombre, por Dios... :-p
Queee nieve, queee nieve, queee nieve...