martes, 28 de septiembre de 2010

Una piedra… frente al camino del olvido

Con el inicio del día, S.Cid nos ha recordado el centenario del nacimiento de Ángel Sanz Briz, ilustre desconocido español… para los españoles.

Diplomático español que sirvió en Hungría entre junio y diciembre de 1944. Al ser conquistado el país por Alemania en marzo de 1944, los países neutrales no reconocieron al nuevo gobierno presidido por Dome Sztojay, y España sustituyó a su embajador por un encargado de negocios, A.S.B. (Ángel Sanz Briz), quien llegó a Budapest en junio de 1944. A.S.B. mantuvo continuamente informado a su ministerio en Madrid sobre el trato a los judíos y la legislación antisemita. En agosto de 1944 mandó una copia de los Protocolos de Auschwitz y describió los preparativos para sesinar al judaísmo húngaro. (…)
Durante ese verano, las organizaciones judías de Estados Unidos pidieron a los Aliados que tomaron medidas efectivas para salvar judíos. Uno de estos pedidos se refería a 1.684 judíos de Budapest, sobre cuya libderación estaba negociando con Adolf Eichmann el Comité de Ayuda y Salvamento de Hungría. Cuando se autorizó su salida, esos refugiados necesitaron obtener de inmediato visas para un país neutral. A.S.B. transmitió a Madrid la súplica de los líderes del Comité de Budapest, Otto Komoly y Rezso Kastner, de que España otorgase esas visas y el pedido fue aceptado. (…)
A.S.B. utilizó una disposición del gobierno nacionalista de Primo de Rivera (1923-1930), que otorgaba la ciudadanía española a los judíos sefaradíes (sic) descendientes de los que fueron expulsados de España en 1492, y obtuvo permiso para ampliar su protección sobre ellos y gestionar su ‘repatriación’. Al parecer se trataba sólo de 300 personas, pero una vez concedido los permisos y haber comprobado que se podía proteger a españoles que vivían en Hungría, amplió su protección a más de 2.000 personas. (…)
A.S.B. consiguió salvar a 30 de sus protegidos de la marcha de la muerte organizada por los nazis a fines de ese año, y los devolvió a Budapest.


Lo anterior es un extracto del artículo dedicado a Ángel Sanz Briz en Shoá. Enciclopedia del Holocausto, tomado de su edición en español de 2004, enciclopedia coordinada por Robert Rozett y Shmuel Spector, de Yad Vashem, Autoridad isaraelí de Recuerdo de los Mártires y Héroes del Holocausto.

Una de las actividades que desarrolla Yad Vashem es recordar a aquellos que trabajaron arduamente, con riesgo incluso de su vida, para salvar judíos del destino que les estaba esperando en esos años del Holocausto. La distinción oficial a los no judíos que así actuaron, lo es bajo la denominación de Justo de las Naciones.

El 21 de octubre de 1991, en el Museo de Yad Vashem, tuvo lugar el acto de homenaje a Ángel Sanz Briz, a quien se le había reconocido como Justo de las Naciones. Lo triste es que la noticia no tuvo gran repercusión en España, como se muestra en que al día siguiente ABC publicaba simplemente la noticia de la agencia Efe.

Más triste aún es que para entonces Ángel Sanz Briz ya había fallecido (en junio de 1980), y las referencias biográficas se centraron en su carrera diplomática, no mencionando siquiera su estancia en Budapest.

Sí tuvo más repercusión el homenaje que el 16 de octubre de 1994 se le hizo en dicha ciudad, coincidiendo con el cincuentenario de la mayor intensidad del Holocausto. ABC desplazó incluso un enviado especial, y además de la noticia publicada al día siguiente, dedicó una doble página el mismo día 16 en recuerdo de Ángel Sanz Briz.

Entre lo publicado estos días, podemos leer:
Sanz Briz había recibido órdenes desde Madrid de proteger a los judíos perseguidos. Aquel cometido se convirtió casi en una obsesión y los desvelos del diplomático español (que casi tres décadas después se convirtió en el primer embajador español en la China de Mao) para evitar las detenciones y deportaciones en el seno de la comunidad judía superaron los resultados esperados.
(…) Gracias a un grupo de sefardíes, consiguió adquirir en régimen de alquiler nueve edificios en los que el principal parapeto era el lema «Anejo a la Legación de España. Edificio extraterritorial». (…) Un teléfono, un coche, toneladas de valor y cientos de horas en vela hicieron el resto.
A cualquier hora del día o de la noche, en la misión diplomática española se recibía una llamada telefónica, breve, casi telegráfica, en la que se anunciaba una dirección y unos nombres. Inmediatamente, un coche partía de la sede hacia esa calle de Budapest, y tras tomar las precauciones obligadas, el vehículo se llenaba de personas.


Sanz Briz empezó a multiplicar los 200 permisos de protección arrancados al gobierno húngaro. Había sido su primer triunfo. El reconocimiento húngaro de que había sefardíes. Luego, «aquellos 200 permisos los convertí en 200 familias y, después, las familias se multiplicaron indefinidamente por el procedimiento de no extender ningún pasaporte con número superior al 200». Sólo las series cambiaban.

Alguno de los edificios fueron alquilados con dinero propio de Ángel Sanz Briz. Tal vez lo fuera el del número 29 de la Ujpesti Rakpart, casa junto al Danubio y al Parque de San Esteban, en donde se colocó la placa conmemorativa de las acciones salvadoras de Ángel Sanz Briz.

Precisamente, el edificio en el que se refugiaron una madre y sus dos hijos que, arriesgando todo, se decidieron a cruzar las calles de Budapest para llegar hasta la legación de España para pedir protección. Once años tenía uno de los hijos, entonces llamado Helmut Jacques Vándor, y desde poco después, Jaime Vándor. “«Cuando los ‘hombres de negro’ irrumpían en aquella vivienda con el propósito de detenernos para deportarnos nuestra única esperanza era Ángel Sanz Briz», afirma Jaime Vándor (…) «Mi familia estará eternamente agradecida tanto a él como a su mujer, Adela»

Y cuando no llamaban a la Legación, o se presentaban ante sus puertas, salían a buscarlos: “«Por las noches se iba a las estaciones de tren y gritaba: ¿Hay alguien aquí que tenga algo que ver con España? Y los traía a estos edificios», declaró ayer a ABC uno de los supervivientes.

Como he dicho, con motivo de su fallecimiento, nadie recordó estas heroicas actuaciones de Ángel Sanz Briz. Curiosamente, ni su propia familia las reflejó en la esquela publicada en ABC. Tal vez, como eran los que mejor lo conocían, supieran que él no considerara mayor mérito el haber hecho aquello que Dios le indicó que era bueno hacer. Tal vez. Tal vez esas “otras condecoraciones”, aún faltando años a los reconocimiento ofciales, se refirieran, discretamente, a los recuerdos de esas 5.000 personas que consiguió salvar.

El Yad Vashem fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias a la concordia en 2007. En el acto estuvieron presentes, entre otros, Jaime Vándoz, y Zygmunt Rotter, en su momento, el número 610 de la más famosa lista de judíos salvados, la de Schlinder. Adela Quijano Secadas, viuda de Sanz Briz, no pudo acudir por encontrarse débil ya que un año antes había sufrido un infarto, aunque sí fueron sus hijos. Lamentablemente, poco más de un año después, el 18 de enero de 2009, fallecía con casi 91 años. Tampoco en sus recuerdos biográficos se hizo reseña de las actividades desplegada en Budapest.

Es una pena que mi marido no haya podido recoger en vida todo el agradecimiento que su valiente labor ha provocado en tanta y tanta gente”, había declarado en 1994 Adela Quijano Secades.

Al final de la película La lista de Schlinder, sobre su tumba, una sucesión de supervivientes de su lista depositan una pequeña piedra. Este detalle responde, según leo en Shoá. Enciclopedia del Holocausto, a la “ancestral tradición judía de colocar una pequeña piedra sobre una tumba que se visita”.

Hay un refrán que dice que “Toda piedra hace pared”. Aplicando el refrán español y la tradición judía, sirva esta anotación como recuerdo a Ángel Sanz Briz, y apoyo frente al olvido y desprecio del Holocausto.

Créditos:
Transcripción parcial del artículo dedicado a Ángel Sanz Briz, y fotografía de éste, tomadas de Shoá. Enciclopedia del Holocausto.

Imagen de la noticia publicada en ABC el 22 de octubre de 1991, dando cuenta del reconocimiento de Ángel Sanz Briz como Justo de las Naciones.

Transcripciones parciales de los artículos de Álvaro Martínez y de las crónicas de Ramiro Villapadierna, enviado especial a Budapest, publicados en ABC los días 16 y 17 de octubre de 1994, con motivo del homenaje del gobierno húngaro a Ángel Sanz Briz.

Fotografía de Ángel Sanz Briz, del Archivo de ABC, y del saludo a su viuda, publicadas esos mismo días; y de Adela Quijano Secadas, del Archivo de ABC, publicada con motivo de su fallecimiento.

Esquela de Ángel Sanz Briz publicada en ABC el 15 de junio de 1980.

Las imágenes y noticias de ABC están tomadas de su hemeroteca en internet.

8 comentarios:

  1. Es una lástima que su nombre apenas sea conocido, porque un hombre con su categroría humana, debería servir de ejemplo para todos. Por desgracia, se presta más atención con quien se acuesta Jesulín de Ubrique, o la última tontería salida de los labios de Belén Esteban. Así nos va.

    Un saludo

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  2. Da gusto encontrar compatriotas por los que sentirse orgulloso. La pena es, como dice Guido, que sea tan desconocido para tantos, a diferencia de esos alfeñiques que hoy no abandonan las televisiones, se les llama Princesas del pueblo y hasta serían votados por algunos españoles.

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  3. Querido don Ángel, como le llamaban sus subordinados, ayer he visto la película que narra su gesta heroica. Ruegue desde ahí arriba por España y por los españoles que tanto lo admiramos

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  4. Hola, Anónimo.
    ¿De qué película se trata, por favor?
    Gracias por la visita y el comentario, y me uno en su solicitud, desde la admiración a quien, como bien dijeron en su día Guido y S.Cid, debe servir de ejemplo y de quien estamos orgullosos, a pesar del total desconocimiento del resto de compatriotas.
    Un saludo y Feliz Año.

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  5. Por cierto, no sé el motivo, pero esta anotación ha tenido durante este último mes más de 600 visitas (más de la mitad de ellas en vísperas de Navidad), consecuencia, según creo, de numerosas búsquedas en Google de "Ángel Sanz Briz".
    En cierto modo, pues, estas líneas han servido para hacer más conocida la labor de este justo, y es pues, una piedra frente al camino del olvido.
    Descansen en paz don Ángel y doña Adela, quienes trabajaron sin descanso para que otros muchos desconocidos pudieran hacerlo.

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  6. Hola, la película se llama "El ángel de Budapest". La he visto ahora mismo y me ha encantado. Estaba buscando un poco de información sobre Ángel y he leído vuestros comentarios. Solo decir que viendo a valientes como él una se siente orgullosa de ser española. Ah, y que tengo 16 años, para que veáis que también es conocido por mi generación. Un saludo

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  7. Es un orgullo que existan en España gente asi, que Dios les Bendiga. Yo trabaje para gente judia en Londres y es la ignorancia la que crea el odio injustificado, eran personas muy buenas.

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  8. Hola, Anónimo, bienvenido, y gracias por el comentario.
    Efectivamente, la ignorancia es la causa de muchas desgracias. También, es resultado de la vergüenza de tener que reconocer a las buenas personas que da esta nación.

    Un saludo.

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