domingo, 5 de septiembre de 2010

Antes, los hombres libres declaraban la paz… para competir

El otro día oí, creo que En casa de Herrero, que era el aniversario de la apertura de los Juegos Olímpicos de la XX Olimpiada (aunque no lo dijeron así). Lo que me trajo otros recuerdos.




Tal día como hoy, un tranquilo martes de septiembre de 1972, la noticia que publicaban los periódicos era las siete medallas que había conseguido en las pruebas de natación Mark Spitz, estableciendo un nuevo récord en cuanto a las medallas logradas por un deportista en unos Juegos Olímpicos.

Desgraciadamente, la noticia ya no era ésa: Los Juegos Olímpicos de la XX Olimpiada, que se estaban celebrando ese año de 1972 en Múnich, eran testigos de un atentado terrorista contra el equipo olímpico de Israel, once de cuyos integrantes habían sido secuestrados por terroristas palestinos.

Tras todo un día de negociaciones, finalmente varios terroristas llevándose a nueve de los secuestrados, salieron de la Villa Olímpica, con destino a un aeropuerto donde había un avión esperándolos.



Una vez en el aeropuerto, los negociadores de la Policía alemana, un Estado Democrático de Derecho, dieron por finalizadas las negociaciones, y ante el inicio de los disparos por los terroristas, actuaron.



Desgraciadamente, no pudieron impedir que los atletas israelíes secuestrados fueran asesinados por los terroristas, ni que uno de los policías muriera en la acción. De los cinco terroristas que había en el aeródromo tres murieron y otros dos huyeron aunque poco después fueron capturados.



En la Villa Olímpica habían quedado dos deportistas israelíes asesinados, y un terrorista muerto y otros dos heridos, como resultado del enfrentamiento habido en el inicio del secuestro.

El día jueves día 7 la noticia era que los Juegos continuaban, y así lo llevaba el ABC a su portada, entre las banderas a media asta.

También publicaba en sus páginas una colaboración de Jesse Owens, campeón olímpico en los Juegos de la XI Olimpiada, celebrados en el triste ambiente del Berlín de 1936. Y como ahora mismo, nos recordaba la Historia:

Los peligros de la Historia se repiten. Los Juegos se disolvieron durante la decadencia del Imperio Romano, en época de anarquía, desórdenes y odio. Hago votos por que esta vez no ocurra lo mismo.
Hay hombres, como yo, que han vivido marcados por el recuerdo de pasados rencores, pero seguros de la imposibilidad de su retorno. Hoy he sabido que los terroristas árabes han asesinado a once judíos. Parece que nadie podrá escapar del fantasma del odio.


Casi cuarenta años después, con mayor o menor intensidad, según el momento, el fantasma del odio sigue cabalgando, pero extendido además al conjunto de la civilización occidental, y con activos aliados royéndola desde dentro.

La Historia sigue enseñando, pero cada vez con menos alumnos de provecho.

Créditos:
Portadas y páginas del periódico ABC de los días 5, 6 y 7 de septiembre de 1972, tomadas de la Hemeroteca de su sitio de internet.

1 comentario:

  1. El gran enemigo de Occidente es el propio Occidente y contra eso poco se puede hacer.

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