Según parece, este miércoles ha sido una jornada de huelga. No digo que no, porque de hecho he visto gente haciendo huelga y formando parte de grupos informativos y reivindicativos. Sin embargo, lo que estaba convocada era una “huelga general”, y a ésta, como a aquel, no se la esperaba, y efectivamente, no ha estado.
Brevemente, mi experiencia personal ha sido que: el anticipo de huelga en la prensa escrita, realizado el martes, sí contó a primeras horas de la noche con un grupo de gente a la puerta del periódico Levante, pero incluso así, se pudo pasar con más fluidez que otros días (por cierto, al día siguiente, vi cómo varias furgonetas de mensajerías paraban a la puerta para dejar envíos – el periódico no estaba ya en huelga, y los mensajeros, tampoco); en el recorrido hacia el trabajo, había gente esperando en las paradas del autobús; sí es cierto que había algo menos de tráfico en las calles de Valencia; sí es cierto que había un grupo, cuyo comportamiento no he visto y por tanto no puedo calificar, en la zona de acceso a las obras del Hospital Nueva Fe; sí es cierto que he podido aparcar sin ningún problema, así como recoger el coche unas cuantas horas más tarde; sí es cierto que había un par de “lecheras” en una de las glorietas de acceso al Polígono industrial, y cuatro policías nacionales andando y charlando por la calle; según tengo entendido, uno de los grupos informativos, tenía encargados unos 80 panes para el almuerzo de media mañana, mientras nosostros fuimos a almorzar al bar de la esquina que no estaba en huelga, como supongo que tampoco lo estaría el hornero de los panes del almuerzo; y finalmente, sí es cierto que los teléfonos estuvieron bastante tranquilos, permitiendo que ese día la productividad se elevara de un modo importante.
Hasta aquí, lo que sería normal en un país civilizado. Ahora, algo de lo otro, según leo en prensa.
No entramos en lo de Barcelona, porque uno acaba calentándose. Dejemos sólo la foto.
Según publicó Las Provincias el día anterior, “Los servicios mínimos dejarán a Valencia sin conexión ferroviaria con Madrid y Barcelona”. Está claro que ni las matemáticas ni la lengua ni la lógica es el fuerte de este titular. Otra cosa es el pragmatismo, bueno, tampoco, la resignación. Por partes: un mínimo es un mínimo, no un máximo; y “dejarán” es una afirmación rotunda, nada hipotética, supuesta ni condicional. En resumen, el propio periódico asume la postura de los sindicatos de que un servicio mínimo es un servicio máximo, aunque eso ya se verá. Esto, ahora, se llama informar. Como los piquetes informativos.
Seguimos con el mismo periódico. Subtítulo de la noticia (en cuyo cuerpo, por cierto, no se menciona): “La calle La Paz está cortada en el cruce con Poeta Querol y los agentes no logran llegar para desalojar a los manifestantes”. ¿Cómo que la policía no logra llegar a un cruce de calles? ¿Se les ha estropeado el navegador del coche patrulla? ¿O es que precisamente es este día cuando tienen que respetar a rajabla la Ley de Seguridad Vial? No sé qué da más vergüenza, si que no haga nada la Policía o que se den explicaciones/excusas como éstas.
Cambiamos y nos pasamos a El Mundo, también en relación con Valencia. En lo que en su momento era un centro de saber y conocimiento, y que por motivos que no alcanzo a entender, se sigue haciendo llamar Universidad de Valencia, sucedió lo siguiente: “En el ámbito universitario, la normalidad sólo se ha roto por momentos en la Universitat de València, donde a lo largo de la mañana algunas personas han irrumpido en las clases "amenazando e insultando a alumnos y profesores", según denuncia Generació Universitaria de la Comunidad, desde donde indican que algunas de estas personas llevaban pasamontañas "al más puro estilo de la kale borroka", amenazando con dañar algunos inmuebles como las cafeterías "con piedras y ladrillos si no cerraban"”.
La noticia no nos informa de que hubiera ninguna reacción por parte de nadie, ni de que estos vándalos encontraran problemas para abandonar, no un cruce de calles, sino un edificio, con puertas, que se pueden cerrar. Por supuesto, tampoco se informa de que el Magnífico Rector pidiera apoyo y protección policial, porque, como todo el mundo sabe, la policía no puede entrar en el campus universitario sin autorización del Rector (salvo que el Presidente del Gobierno se llame Felipe González, y el Vicepresidente Alfonso Guerra, que entonces puede entrar incluso a caballo en los edificios, y golpear al Director de la Escuela, creo que de Industriales, en Recoletos, allá cuando las manifestaciones universitarias de 1990 – sí, en esos casos, sí puede entrar la policía sin permiso, y sin ninguna protesta universitaria, porque, claro, los que se quejaban eran los elitistas de las carreras técnicas superiores).
En resumen, que si no se informa de todo esto será porque no ha sucedido, lo cual, tristemente, es, más que probable, seguro. Y más triste aún es que se no-informe de ello como si se tratara de lo más normal del mundo, como si fuera lo que civilizada y democráticamente corresponde que suceda. Y la prensa, en general, tan contenta por haber conseguido distribuir, mejor o peor, algunos paupérrimos ejemplares, gracias a la ‘generosidad’ de los sindicatos.
Así nos va. Menos mal que parece que aún queda algo de sociedad civil que no tiene reparos en defender sus ideas y principios.
P.S. Por cierto, recomendaría a los técnicos que no insistan en el tema del consumo eléctrico (si el descenso es relativamente escaso), porque con los diseños actuales de las oficinas, hay que encender casi todas las luces aunque sólo haya dos personas trabajando en una sala y todas las demás en huelga. Lo irrefutable es la liquidación de las bajas y altas por huelga y las consiguientes cotizaciones a la Seguridad Social. Pero claro, estas cifras se saben cuando se saben y eso si se quieren hacer públicas, con lo que para entonces, ya nadie se acuerda de la huelga.
Créditos:
Fotografía de un coche de la Guardia Urbana de Barcelona, ardiendo, tomada de la página de internet de El Mundo.
No hay más fotos. Y eso que ya han quedado muchos bastante retratados.
Brevemente, mi experiencia personal ha sido que: el anticipo de huelga en la prensa escrita, realizado el martes, sí contó a primeras horas de la noche con un grupo de gente a la puerta del periódico Levante, pero incluso así, se pudo pasar con más fluidez que otros días (por cierto, al día siguiente, vi cómo varias furgonetas de mensajerías paraban a la puerta para dejar envíos – el periódico no estaba ya en huelga, y los mensajeros, tampoco); en el recorrido hacia el trabajo, había gente esperando en las paradas del autobús; sí es cierto que había algo menos de tráfico en las calles de Valencia; sí es cierto que había un grupo, cuyo comportamiento no he visto y por tanto no puedo calificar, en la zona de acceso a las obras del Hospital Nueva Fe; sí es cierto que he podido aparcar sin ningún problema, así como recoger el coche unas cuantas horas más tarde; sí es cierto que había un par de “lecheras” en una de las glorietas de acceso al Polígono industrial, y cuatro policías nacionales andando y charlando por la calle; según tengo entendido, uno de los grupos informativos, tenía encargados unos 80 panes para el almuerzo de media mañana, mientras nosostros fuimos a almorzar al bar de la esquina que no estaba en huelga, como supongo que tampoco lo estaría el hornero de los panes del almuerzo; y finalmente, sí es cierto que los teléfonos estuvieron bastante tranquilos, permitiendo que ese día la productividad se elevara de un modo importante.
Hasta aquí, lo que sería normal en un país civilizado. Ahora, algo de lo otro, según leo en prensa.
No entramos en lo de Barcelona, porque uno acaba calentándose. Dejemos sólo la foto.
Según publicó Las Provincias el día anterior, “Los servicios mínimos dejarán a Valencia sin conexión ferroviaria con Madrid y Barcelona”. Está claro que ni las matemáticas ni la lengua ni la lógica es el fuerte de este titular. Otra cosa es el pragmatismo, bueno, tampoco, la resignación. Por partes: un mínimo es un mínimo, no un máximo; y “dejarán” es una afirmación rotunda, nada hipotética, supuesta ni condicional. En resumen, el propio periódico asume la postura de los sindicatos de que un servicio mínimo es un servicio máximo, aunque eso ya se verá. Esto, ahora, se llama informar. Como los piquetes informativos.
Seguimos con el mismo periódico. Subtítulo de la noticia (en cuyo cuerpo, por cierto, no se menciona): “La calle La Paz está cortada en el cruce con Poeta Querol y los agentes no logran llegar para desalojar a los manifestantes”. ¿Cómo que la policía no logra llegar a un cruce de calles? ¿Se les ha estropeado el navegador del coche patrulla? ¿O es que precisamente es este día cuando tienen que respetar a rajabla la Ley de Seguridad Vial? No sé qué da más vergüenza, si que no haga nada la Policía o que se den explicaciones/excusas como éstas.
Cambiamos y nos pasamos a El Mundo, también en relación con Valencia. En lo que en su momento era un centro de saber y conocimiento, y que por motivos que no alcanzo a entender, se sigue haciendo llamar Universidad de Valencia, sucedió lo siguiente: “En el ámbito universitario, la normalidad sólo se ha roto por momentos en la Universitat de València, donde a lo largo de la mañana algunas personas han irrumpido en las clases "amenazando e insultando a alumnos y profesores", según denuncia Generació Universitaria de la Comunidad, desde donde indican que algunas de estas personas llevaban pasamontañas "al más puro estilo de la kale borroka", amenazando con dañar algunos inmuebles como las cafeterías "con piedras y ladrillos si no cerraban"”.
La noticia no nos informa de que hubiera ninguna reacción por parte de nadie, ni de que estos vándalos encontraran problemas para abandonar, no un cruce de calles, sino un edificio, con puertas, que se pueden cerrar. Por supuesto, tampoco se informa de que el Magnífico Rector pidiera apoyo y protección policial, porque, como todo el mundo sabe, la policía no puede entrar en el campus universitario sin autorización del Rector (salvo que el Presidente del Gobierno se llame Felipe González, y el Vicepresidente Alfonso Guerra, que entonces puede entrar incluso a caballo en los edificios, y golpear al Director de la Escuela, creo que de Industriales, en Recoletos, allá cuando las manifestaciones universitarias de 1990 – sí, en esos casos, sí puede entrar la policía sin permiso, y sin ninguna protesta universitaria, porque, claro, los que se quejaban eran los elitistas de las carreras técnicas superiores).
En resumen, que si no se informa de todo esto será porque no ha sucedido, lo cual, tristemente, es, más que probable, seguro. Y más triste aún es que se no-informe de ello como si se tratara de lo más normal del mundo, como si fuera lo que civilizada y democráticamente corresponde que suceda. Y la prensa, en general, tan contenta por haber conseguido distribuir, mejor o peor, algunos paupérrimos ejemplares, gracias a la ‘generosidad’ de los sindicatos.
Así nos va. Menos mal que parece que aún queda algo de sociedad civil que no tiene reparos en defender sus ideas y principios.
P.S. Por cierto, recomendaría a los técnicos que no insistan en el tema del consumo eléctrico (si el descenso es relativamente escaso), porque con los diseños actuales de las oficinas, hay que encender casi todas las luces aunque sólo haya dos personas trabajando en una sala y todas las demás en huelga. Lo irrefutable es la liquidación de las bajas y altas por huelga y las consiguientes cotizaciones a la Seguridad Social. Pero claro, estas cifras se saben cuando se saben y eso si se quieren hacer públicas, con lo que para entonces, ya nadie se acuerda de la huelga.
Créditos:
Fotografía de un coche de la Guardia Urbana de Barcelona, ardiendo, tomada de la página de internet de El Mundo.
No hay más fotos. Y eso que ya han quedado muchos bastante retratados.
Con respecto a la universida de valencia (así, en minúsculas), la normalidad se abría roto si no hubiera sucedido lo que sucedió. Ese nido de emboscados trotski-catalanistas no se entiende de otra manera. Es incrompensible que durante el tardofranquismo y la primigenia transición, personas de buena fe se dejaran embaucar por las retorcidas artes de los hermanos del norte como Mowgli se dejaba seducir por los ojos de la serpiente embaucadora. Es una carga que tiene sobre sus espaldas el socialismo valenciano, y muchos, muchísimos trajes, habrá que echar al otro lado de la balanza para que purgen sus culpas.
ResponderEliminarCon respecto a las algaradas barcelonesas, un gobierno autónomo y una corporación municipal instaladas hace tiempo en el desacato contitucional y el antisistema moral no pueden reclamar a sus administrados( porque estos tipos son sus administrados, pese a que les pese, por voluntad municipal) que se comporten de otra manera.
GAVION
Hola, Gavión.
ResponderEliminarLa universidad no se ha caracterizado aquí por ser un referente de cultura y sabiduría. Por desgracia, tampoco se ha hecho nada para evitarlo. Por ejemplo, es bastante desconocido el hecho de que Antonio Ubieto (el de la famosa Historia de España de Ubieto, Reglá y otros) tuviera que huir de aquí ante lo imposible que le hacían la vida, precisamente por no plegarse a las exigencias catalanistas.
Lo lamentable es que la carga no la tienen sólo los socialistas. Quince años del Partido Popular en la Generalidad Valenciana no han supuesto ningún cambio en las personas y criterios realmente imperantes en las Consejerías de Educación y Cultura. La labor de Císcar, por ejemplo, sigue vigente y fértil, gracias, entre otros, a la dejadez del ahora nacionalmente famoso Estebanillo González.
Sobre lo de Barcelona, la famosa 'venganza catalana' aplicada hace siglos en Grecia, ahora la están haciendo en su propia casa. Será que como hay crisis, no pueden viajar.
No deja todo de ser una herencia de aquel "Menos latín y más deporte": se han quedado con la potestas y desconocen la autoritas, y así nos va.
Un saludo.
Hace así como diez años, cuando vivía en Valencia, concretamente en Alfafar, me acerqué a la universidad para informarme sobre un curso de Historia.
ResponderEliminarMe pedían conocimiento de la Lenguas de los países catalanes.
Aún sigo alucinando.