“En
1976 un Comité de la Cámara de Representantes reabrió la investigación. Tres
años después, concluyeron que hubo cuatro disparos, probablemente dos tiradores
y, por tanto, una conspiración. (…)
La
comisión Warren determinó que Oswald había actuado solo y había disparado tres
veces al presidente. (…) Pero en 1979, el Comité del Congreso de
Representantes, el denominado HSCA –House Selected Comittee on Assassinations–
declaró que "probablemente" se habían producido cuatro disparos, uno de ellos por un segundo
asesino, y que existían muchas posibilidades de que el magnicidio hubiera sido "producto de una conspiración".”
Este pasado sábado me acerqué por el
kiosco de El Corte Inglés, y la
portada del nuevo número de La Aventura
de la Historia me llamó la atención (señal de que estaba bien elaborada), y
lo compré, aun sabiendo que en el interior me iba a encontrar lo que se puede
observar en el texto transcrito del artículo:
Una contundencia en la portada, que luego
queda algo debilitada, y finalmente reducida a un “probablemente” y “muchas
posibilidades”.
Cosa que no me extraña, si nos fijamos, por
ejemplo, en otra ausencia de coherencia en lo expresado en el artículo.
Hablando de las sospechas sobre si Lee Harvey Oswald era o no agente soviético,
se dice:
“A
su regreso a Estados Unidos, en 1961, con su esposa rusa y su hijo, Oswald trató
sin éxito en convertirse en una celebridad mediática tras sus aventuras al otro
lado del Telón de Acero. Pero tampoco deja de ser llamativo que EE UU no pusiera
inconveniente al regreso de Oswald al país desde la URSS, justo cuando la
Guerra Fría atravesaba por uno de los momentos de máxima tensión, tras las
Crisis de los Misiles de Cuba y la reciente construcción del Muro de Berlín.”
Así, la exposición está bien trabada; el
problema es que la mitad de lo expuesto es falso, por no usar otra palabra.
Limitándome a lo que se expone en la Wikipedia y a lo que conozco de antes,
tenemos:
a) Lee Harvey Oswald no regresó
en 1961, sino en junio de 1962.
b) No tenía un hijo, sino
una hija.
c) Es cierto que la tensión
de la Guerra Fría era elevada, como mostraba el Muro de Berlín, erigido a
mediados de agosto de 1961.
d) Sin embargo, la Crisis de los Misiles de Cuba tuvo lugar en octubre (esta vez sí era octubre), pero no
de 1961, sino de 1962, no antes de sino tras el regreso de Oswald.
Por tanto, si un párrafo
con razonamientos sobre una hipótesis, presenta (¡cincuenta años después!)
estos fallos en hechos tan conocibles, ¿qué se puede esperar de aquello más hipotético?
¿Quiere esto decir que no
es cierto nada sobre conspiraciones y demás en el asesinato de John F. Kennedy?
No, quiere decir que yo no lo sé, y veo que los demás, tampoco, pero que si se
limitan a decirlo, no venden un ejemplar ni de periódicos, ni de revistas, ni
de libros, lo que se entiende, aunque no se comparta.
Lo que también llama la
atención es que en EE.UU., cuna de la libertad, paraíso de la justicia, y tal y
cual, las investigaciones judiciales en torno al caso brillen por su ausencia.
Las que ha habido (la famosa Comisión Warren y la del Comité HSCA) son
investigaciones parlamentarias, es decir, del poder legislativo, no del
judicial, mostrando que, en este caso, sí resulta de aplicación lo de la famosa «separación de poderes» (tal vez por si acaso…).
Y es que no hay que
olvidar que, como se expresa en el artículo, Lee Harvey Oswald no deja de ser sólo sospechoso del asesinato “porque no hubo nunca una condena por el
magnicidio, ya que el presunto autor fue asesinado dos días después”.
Por todo esto, no deja de
parecerme una estupidez todas las comparaciones babeantes que se hacen entre
España y Estados Unidos cuando surge el tema de los atentados del 11-M,
diciendo que en otros países no habría similares escándalos judiciales como los
de aquí.
Y me alegro de que, como se publica hoy, siga, gota a gota, la maquinaria judicial con su proceso a todo
el 11-M (incluso, al propio proceso).
Créditos:
Portada de la revista, y
extractos del artículo La conspiración
invisble. El enigma de Dallas, de Julio Martín Alarcón y Pablo Pardo,
publicado en el número 180 de La Aventura
de la Historia, de la hemeroteca del autor.