martes, 2 de noviembre de 2010

Pescadores de hombres… en una nave nueva

Como ya he adelantado, el pasado día 31 se consagró un nuevo templo parroquial en Valencia, ubicado en una parte de una de las naves de la antigua fábrica Cros de Valencia, en concreto, la referida como “de cemento”.

El acontecimiento estuvo presidido por el Arzobispo de Valencia, don Carlos Osorio Sierra, y también incluyó la toma de posesión del nuevo Párroco, cuyo nombre es fácil de recordar como dijo él mismo en la misa del día siguiente, al menos, en Valencia: Vicente Ferrer.

Por mi parte era la primera vez que estaba tanto en la consagración de un nuevo templo como en la toma de posesión de un nuevo párroco. En previsión de una cierta acumulación de asistentes, llegué con media hora de antelación, con lo que conseguí sitio, es decir, pude elegir dónde quedarme de pie durante toda la ceremonia (que al final vino a durar sus dos buenas horas).

El Arzobispo fue puntual. A las siete de la tarde ya se veía movimiento en vestíbulo de la entrada. Tras un breve recorrido por la nave, entre aplausos (aunque sin gritos de “Arzobispo, Arzobispo”), se llegaron a la sacristía para vestirse para la misa. Poco después, empezó la procesión inicial.

El acto incluye la bendición del templo, en general, y específicamente, del altar (que hasta entonces se encuentra desnudo, sin vestir con los manteles habituales), y del sagrario.


Por su parte, el nuevo párroco, en su toma de posesión, además de las promesas correspondientes al desarrollo del nuevo cargo, incluye la renovación de sus votos sacerdotales.


El numeroso público asistente se comportó bien, una vez iniciada la Misa, pues hasta entonces, el caso que se le hacía al maestro de cantos en los simulacros de ensayos era más bien escaso. Curiosamente, durante la celebración, los cánticos lucieron bien.

La parroquia ha sido dotada por otras parroquias (sagrario, confesionario,…) destacando la cesión por el Cabildo de la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de San Pedro y Santa María (es decir, de la Catedral), de un enorme crucifijo que se encontraba en el pasillo que comunicaba con la Sala Capitular, creo recordar.

Al finalizar, hubo una mistela de honor, con pastas: de lo primero, yo, como Santo Tomás, sí lo comprobé, las pastas quedaron en el ámbito de la fe. En el curso de la misma, se pudo saludar al Arzobispo, aunque estaba muy solicitado por las feligresías procedentes de las poblaciones de origen y donde había ejercido con anterioridad el párroco.

Un comentario que oí antes del inicio de la ceremonia (y que también yo pensaba) fue que estaba la iglesia muy llena, pero que ya se vería en el resto de los días. Precisamente, el párroco comentó en su homilía de su primer día en su nuevo trabajo, el Día de Todos los Santos, que tenía un pequeño temor de encontrarse en la iglesia sólo con Dios. Pero no fue así, unos ciento cincuenta feligreses estábamos con ellos.

La homilía pronunciada por el Arzobispo incluyó, además de los comentarios que cabía esperar sobre la peculiaridad del acontecimiento, la denuncia de que en la vida actual se busca ocultar a Dios. Y que por parte de los católicos debe lucharse precisamente contra esto.

Denuncia muy oportuna ya que tenía lugar precisamente en la bendición del Nuevo Templo Parroquial de los Mártires Valencianos (de todos los tiempos).

Nota: más información, en InfoCatólica.

Créditos:
Fotografías del nuevo templo parroquial de los Mártires Valencianos, del día de su bendición, el 31 de octubre de 2010, del autor.
Fotografía del Cristo cedido al nuevo templo, entonces en la Catedral de Valencia (de agosto de 2007), del autor.
Folleto de invitación a la bendición del nuevo templo, distribuido mediante buzoneo en el barrio.

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