En anotación del otro día, se recordó cómo acabó cierta situación histórica de España. Pero esa situación tuvo su inicio.
Veamos cómo se cuenta en uno de esos libros de Historia con los que, si pudieran, más de uno en altas sillas, remediaría el frío de estos días.
Leemos en el Libro Sesto, en su capítulo XXII De la primera venida de los moros en España, de la obra del Padre Mariana Historia general de España, según la edición publicada por la Imprenta y Librería de Gaspar y Roig, en Madrid, calle del Príncipe, 4, en el año de Nuestro Señor de 1852.
“Las armas de los sarracenos por estos tiempos volaban por todo el mundo con grande valor y fama. Tuvo esta canalla su orígen y principio en Arabia, y á Mahoma por caudillo, el cual primeramente engañó mucha gente con color de religion.
(…)
Pasaron adelante, y hicieron lo mismo en la Numidia y en las Mauritanias sin parar hasta el mar Océano y Atlántico, fin y remate del mundo. Era señor de toda aquella gente y de aquel imperio Ulit: llamábase miramamolin, que era apellido de supremo emperador. Gobernaba en su nombre lo de Africa Muza hombre feroz, en sus consejos prudente, y en la ejecución presto. (…) Los de aquella comarca se persuaden, como cosa recibida de sus antepasados, que en aquel monte se juntaron el conde [don Julián] y los demás para acordar, como acordaron, de llamar los moros á España.
Llegado en Africa, lo primero que hizo fue irse á ver con Muza: declaróle el estado en que las cosas de España se hallaban: quejóse de los agravios que el rey tenia hechos sin causa así á él como á los hijos del rey Witiza, que demás de despojarlos de la herencia de su padre, los forzaba á andar desterrados, pobres y miserables, y sin refugio alguno, dado que los faltaban las afliciones de muchos, que llegada la ocasión se declararían. Que era buena sazón para acometer á España, y por este camino apoderarse de toda la Europa en que hasta entonces no habian podido entrar; solo era necesario usar de presteza para que los contrarios no tuviesen tiempo de aprestarse. Encarecíale la facilidad de la empresa, á que se ofrecía salir él mismo con pequeña ayuda que de Africa le diesen, confiado en sus aliados. Que por tener en su poder (de la una y de la otra parte del estrecho) las entradas de Africa y de España, no dudaria de quitar la corona á su contrario.
No le parecía al bárbaro mala ocasión esta; solo dudaba de la lealtad del conde si por ser cristiano guardaria lo que pudiese. Parecióle comunicar el negocio con el miramamolin. Salió acordabo que con poca gente se hiciese primero prueba de las fuerzas de España, y si las obras del conde eran conforme á sus palabras. Era Muza hombre recatado: hallábase ocupado en el gobierno de Africa, empeñado en muchos y graves negocios. Envio al principio solos ciento de á caballo y cuatrocientos de á pie repartidos en cuatro naves. Estos acometieron las islas y marinas cercanas al estrecho. Sucedieron las cosas á su propósito, que muchos españoles se les pasaron. Con esto de nuevo envió doce mil soldados, y por su capitán Tarif por sobrenombre Abenzarca, persona de gran cuenta, dado que le faltaba un ojo. Para que fuese el negocio mas secreto, y no se entendiese donde se encaminaban estas tramas, no se apercibió armada en el mar, sino pasaron en naves de mercaderes. Surgieron cerca de España y lo primero se apoderaron del monte Calpe y de la ciudad de Haraclea que en él estaba, y en lo adelante se llamó Gibraltar, de Gebal que en arábigo quiere decir monte, y de Tarif el general; de cuyo nombre tambien, como muchos piensan, otra ciudad allí cerca llamada antiguamente Tartesso tomó nombre de Tarifa.”
y en el capítulo XXV Como Muza vino á España:
“En tanto que esto pasaba en España, de Africa se sonaba que Muza era combatido de diversas olas de pensamientos. Por una parte se holgaba que aquella notabilísima provincia fuese vencida, y el señoría de los moros hobiese pasado á Europa; por otra le escocía que por su descuido hobiese Tarif ganado no solo los despojos de España, sino también la honra de todo. Aguijoneábanle igualmente la avaricia y la envidia, malos consejeros en guerra y paz. Acordó de pasar en España, como lo hizo, con un nuevo ejército en que dicen se contaban doce mil soldados: pequeño número para empresas tan grandes, si los españoles no estuvieran de todo punto apretados y caidos, porque lo que suele acontecer cuando los negocios están perdidos, todos daban buen consejo que se acudiese á las armas y á la defensa, pero cada uno rehusaba de acometer el peligro.
(…)
Supo el miramamolin Ulit así las victorias, como las diferencias que andaban entre sus capitanes; y porque no parasen perjuicio les mandó á entrambos ir á su presencia. Muza resuelto de partirse, porque no sucediesen en lo ganado algunas alteraciones, nombró en su lugar por gobernador á su hijo Abdalasis, de cuyo esfuerzo y valor habia muestras frescas y bastantes. Juraron todos de obedecelle, y con tanto Muza y Tarif antes grandes y famosos caudillos, y en lo de adelante mas esclarecidos por cosas tan grandes como acabaron, se aprestaron á embarcarse, y consigo los tesoros, preseas, riquezas, oro y plata que los godos en tantos años con todo su poder pudieron juntar”
De lo que aconteció en los capítulos intermedios, y especialmente a orillas de un río desde entonces famoso, y qué le deparó el viaje a Damasco al moro Muza, hablaremos en otro momento.
Veamos cómo se cuenta en uno de esos libros de Historia con los que, si pudieran, más de uno en altas sillas, remediaría el frío de estos días.
Leemos en el Libro Sesto, en su capítulo XXII De la primera venida de los moros en España, de la obra del Padre Mariana Historia general de España, según la edición publicada por la Imprenta y Librería de Gaspar y Roig, en Madrid, calle del Príncipe, 4, en el año de Nuestro Señor de 1852.
“Las armas de los sarracenos por estos tiempos volaban por todo el mundo con grande valor y fama. Tuvo esta canalla su orígen y principio en Arabia, y á Mahoma por caudillo, el cual primeramente engañó mucha gente con color de religion.
(…)
Pasaron adelante, y hicieron lo mismo en la Numidia y en las Mauritanias sin parar hasta el mar Océano y Atlántico, fin y remate del mundo. Era señor de toda aquella gente y de aquel imperio Ulit: llamábase miramamolin, que era apellido de supremo emperador. Gobernaba en su nombre lo de Africa Muza hombre feroz, en sus consejos prudente, y en la ejecución presto. (…) Los de aquella comarca se persuaden, como cosa recibida de sus antepasados, que en aquel monte se juntaron el conde [don Julián] y los demás para acordar, como acordaron, de llamar los moros á España.
Llegado en Africa, lo primero que hizo fue irse á ver con Muza: declaróle el estado en que las cosas de España se hallaban: quejóse de los agravios que el rey tenia hechos sin causa así á él como á los hijos del rey Witiza, que demás de despojarlos de la herencia de su padre, los forzaba á andar desterrados, pobres y miserables, y sin refugio alguno, dado que los faltaban las afliciones de muchos, que llegada la ocasión se declararían. Que era buena sazón para acometer á España, y por este camino apoderarse de toda la Europa en que hasta entonces no habian podido entrar; solo era necesario usar de presteza para que los contrarios no tuviesen tiempo de aprestarse. Encarecíale la facilidad de la empresa, á que se ofrecía salir él mismo con pequeña ayuda que de Africa le diesen, confiado en sus aliados. Que por tener en su poder (de la una y de la otra parte del estrecho) las entradas de Africa y de España, no dudaria de quitar la corona á su contrario.
No le parecía al bárbaro mala ocasión esta; solo dudaba de la lealtad del conde si por ser cristiano guardaria lo que pudiese. Parecióle comunicar el negocio con el miramamolin. Salió acordabo que con poca gente se hiciese primero prueba de las fuerzas de España, y si las obras del conde eran conforme á sus palabras. Era Muza hombre recatado: hallábase ocupado en el gobierno de Africa, empeñado en muchos y graves negocios. Envio al principio solos ciento de á caballo y cuatrocientos de á pie repartidos en cuatro naves. Estos acometieron las islas y marinas cercanas al estrecho. Sucedieron las cosas á su propósito, que muchos españoles se les pasaron. Con esto de nuevo envió doce mil soldados, y por su capitán Tarif por sobrenombre Abenzarca, persona de gran cuenta, dado que le faltaba un ojo. Para que fuese el negocio mas secreto, y no se entendiese donde se encaminaban estas tramas, no se apercibió armada en el mar, sino pasaron en naves de mercaderes. Surgieron cerca de España y lo primero se apoderaron del monte Calpe y de la ciudad de Haraclea que en él estaba, y en lo adelante se llamó Gibraltar, de Gebal que en arábigo quiere decir monte, y de Tarif el general; de cuyo nombre tambien, como muchos piensan, otra ciudad allí cerca llamada antiguamente Tartesso tomó nombre de Tarifa.”
y en el capítulo XXV Como Muza vino á España:
“En tanto que esto pasaba en España, de Africa se sonaba que Muza era combatido de diversas olas de pensamientos. Por una parte se holgaba que aquella notabilísima provincia fuese vencida, y el señoría de los moros hobiese pasado á Europa; por otra le escocía que por su descuido hobiese Tarif ganado no solo los despojos de España, sino también la honra de todo. Aguijoneábanle igualmente la avaricia y la envidia, malos consejeros en guerra y paz. Acordó de pasar en España, como lo hizo, con un nuevo ejército en que dicen se contaban doce mil soldados: pequeño número para empresas tan grandes, si los españoles no estuvieran de todo punto apretados y caidos, porque lo que suele acontecer cuando los negocios están perdidos, todos daban buen consejo que se acudiese á las armas y á la defensa, pero cada uno rehusaba de acometer el peligro.
(…)
Supo el miramamolin Ulit así las victorias, como las diferencias que andaban entre sus capitanes; y porque no parasen perjuicio les mandó á entrambos ir á su presencia. Muza resuelto de partirse, porque no sucediesen en lo ganado algunas alteraciones, nombró en su lugar por gobernador á su hijo Abdalasis, de cuyo esfuerzo y valor habia muestras frescas y bastantes. Juraron todos de obedecelle, y con tanto Muza y Tarif antes grandes y famosos caudillos, y en lo de adelante mas esclarecidos por cosas tan grandes como acabaron, se aprestaron á embarcarse, y consigo los tesoros, preseas, riquezas, oro y plata que los godos en tantos años con todo su poder pudieron juntar”
De lo que aconteció en los capítulos intermedios, y especialmente a orillas de un río desde entonces famoso, y qué le deparó el viaje a Damasco al moro Muza, hablaremos en otro momento.
Hay un error gramatical en todo en comentario. Donde escribes Muza debes escribir Musa. Todo el mundo sabe que se diu Musa. No entiendo la moda de decir, ahora, Muza.
ResponderEliminarMe congratula que alguien, además de yo, sepa como se escribe y se pronuncia Moro Muza.
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
A lo poco que he podido averiguar, la pronunciación Muza, se debe a que un colega del susodicho, llamado Abdul Rajá Mahmed tenía frenillo y pronunciaba como Muza lo que, en realidad, era Musa.
ResponderEliminarGracias por vuestra atención