El pasado martes, día 30 (¡el año pasado ya!) me acerqué con mis hijos a ver la exposición que en el antiguo granero de la ciudad (edificio del Almudín, actualmente, contenedor cultural – sala de exposiciones en castellano viejo) versaba sobre “Jaime I. Rey y Caballero”.
La exposición es curiosa, y recoge, como elementos más llamativos para un infante, armas, como espadas y mazas, piezas protectoras del caballero, como cascos, yelmos y cotas, herrajes propios para el caballo, como los estribos.
Nada más entrar (como la exposición es tímida, no permiten fotos, pero sí figuran en el folleto), se encuentra expuesta la espada conocida como de San Martín, que toma el nombre de la figura del santo obispo de Tours que adorna la espada junto a la empuñadura, con motivo de que fue la espada utilizada en la coronación de Martín el Humano. Lo que justifica la presencia de la espada en la exposición es menos complicado: era propiedad del mismo Jaime I.
El folleto gratuito disponible en el mostrador de la entrada (en el mismo sitio donde está el cartel en el que se indica que no se pueden hacer fotos), empieza su discurso de la siguiente guisa:
“La exposición «Jaime I, rey y caballero» tiene como objetivo presentar los arneses y la cultura caballeresca del siglo XIII tanto cristiana como musulmana. Un verdadero viaje de iniciación a unas formas de vida lejanas pero permanentes en la memoria social”
Como la exposición ha finalizado hoy, agradecemos los esfuerzos realizados, y paso a comentar un par o tres aspectos que a mi juicio son manifiestamente mejorables.
Por ejemplo, la iluminación, que se encuentra muy localizada sobre las piezas, de tal manera que a quien tenga alguna deficiencia visual le resultan apenas legibles las placas identificativas que existen en los expositores.
Placas que en algún caso, no existen (y, como se dice, la primera en la frente): la espada de San Martín no se encuentra identificada.
Los textos se encuentran sólo en valenciano/catalán, lo que, además de otra cosa, supone una dificultad adicional ya que en muchos casos no se trata de palabras que actualmente sean de uso lo bastante habitual como para conocerlas.
Por último, un comentario: de los ejemplares de libros con los que finaliza la exposición, por ejemplo, La gran conquista de ultramar, se expresa que se trata de un facsímil, pero no se indica la fecha del original (cosa que tampoco se dice en el folleto), dato que hubiera ayudado a situar la obra, a contextualizarla, que dicen ahora (los que lo dicen).
Finalmente, un comentario de estilo literario. En el folleto, se dice:
“Nada más comenzar nos encontramos con la espada de San Martín (fig. 1), custodiada actualmente en el Musée de l’Armée de París, por ser una pieza que perteneció al propio rey Jaime I y a sus hijos, nietos y bisnietos”
Tengo que reconocer que tras las primeras lecturas, sólo entendía que la espada estaba en París debido a que perteneció al rey D. Jaime I; la otra opción, es decir que debido a que perteneció al Rey es por lo que está en la exposición, resulta más oscura con la redacción elegida.
Por tanto, resulta más nítido cambiar la ‘,’ tras París, por un ‘.’ y seguir, por ejemplo, con “Y es que se trata de una pieza que…”
Pero bueno, no vamos a discutir el folleto ya que solo gracias a él nos hemos enterado de qué espada se trata.
Sobre el viaje iniciático, siento decirlo, pero se ve que me quedé en casa.
La exposición es curiosa, y recoge, como elementos más llamativos para un infante, armas, como espadas y mazas, piezas protectoras del caballero, como cascos, yelmos y cotas, herrajes propios para el caballo, como los estribos.
Nada más entrar (como la exposición es tímida, no permiten fotos, pero sí figuran en el folleto), se encuentra expuesta la espada conocida como de San Martín, que toma el nombre de la figura del santo obispo de Tours que adorna la espada junto a la empuñadura, con motivo de que fue la espada utilizada en la coronación de Martín el Humano. Lo que justifica la presencia de la espada en la exposición es menos complicado: era propiedad del mismo Jaime I.
El folleto gratuito disponible en el mostrador de la entrada (en el mismo sitio donde está el cartel en el que se indica que no se pueden hacer fotos), empieza su discurso de la siguiente guisa:
“La exposición «Jaime I, rey y caballero» tiene como objetivo presentar los arneses y la cultura caballeresca del siglo XIII tanto cristiana como musulmana. Un verdadero viaje de iniciación a unas formas de vida lejanas pero permanentes en la memoria social”
Como la exposición ha finalizado hoy, agradecemos los esfuerzos realizados, y paso a comentar un par o tres aspectos que a mi juicio son manifiestamente mejorables.
Por ejemplo, la iluminación, que se encuentra muy localizada sobre las piezas, de tal manera que a quien tenga alguna deficiencia visual le resultan apenas legibles las placas identificativas que existen en los expositores.
Placas que en algún caso, no existen (y, como se dice, la primera en la frente): la espada de San Martín no se encuentra identificada.
Los textos se encuentran sólo en valenciano/catalán, lo que, además de otra cosa, supone una dificultad adicional ya que en muchos casos no se trata de palabras que actualmente sean de uso lo bastante habitual como para conocerlas.
Por último, un comentario: de los ejemplares de libros con los que finaliza la exposición, por ejemplo, La gran conquista de ultramar, se expresa que se trata de un facsímil, pero no se indica la fecha del original (cosa que tampoco se dice en el folleto), dato que hubiera ayudado a situar la obra, a contextualizarla, que dicen ahora (los que lo dicen).
Finalmente, un comentario de estilo literario. En el folleto, se dice:
“Nada más comenzar nos encontramos con la espada de San Martín (fig. 1), custodiada actualmente en el Musée de l’Armée de París, por ser una pieza que perteneció al propio rey Jaime I y a sus hijos, nietos y bisnietos”
Tengo que reconocer que tras las primeras lecturas, sólo entendía que la espada estaba en París debido a que perteneció al rey D. Jaime I; la otra opción, es decir que debido a que perteneció al Rey es por lo que está en la exposición, resulta más oscura con la redacción elegida.
Por tanto, resulta más nítido cambiar la ‘,’ tras París, por un ‘.’ y seguir, por ejemplo, con “Y es que se trata de una pieza que…”
Pero bueno, no vamos a discutir el folleto ya que solo gracias a él nos hemos enterado de qué espada se trata.
Sobre el viaje iniciático, siento decirlo, pero se ve que me quedé en casa.
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