viernes, 2 de noviembre de 2012

Vita mortuorum in memoria vivorum est posita?

En Inglaterra se hace mucho caso de los muertos. No los entierran hasta cuatro, seis o más días de su fallecimiento; bien que, así en esto como en las fiestas de toros, es menester que el tiempo lo permita. Durante estos días se paga o arregla el pago de sus deudas; y aún creo que hay una ley para no dar tierra a nadie hasta que sus acreedores queden satisfechos. En la abadía de Westminster enseñan el cuerpo de un embajador de España, a quien no han enterrado por esta causa; y según las trazas, largo tiempo permanecerá insepulto, ejercitando la elocuencia del cicerone, que diariamente repite su panegírico.
(…)
Los muertos que no tienen dinero, o gustan de hacer ejercicio, no van en coche, sino a caballo en cuatro mozos, alquilados y enlutados a este fin, siguiendo detrás el duelo pedestre; pero éstos son muertos de poca entidad, y nadie hace caso de ellos. Volvamos a tratar de los sujetos de forma.
(…)
El lugar del entierro es, o en las paredes de la iglesia (y esto supones desde luego urna, escudo, cipreses mustios, reloj de arena y geniezuelos llorones), o es en el cementerio, donde en cada sepultura ponen una lápida de cuatro de dos de grueso, una vara de ancho y una y media de alto, colocada verticalmente, y en ella el nombre, edad y títulos del muerto. A los seis meses ya está la lápida derrengada; y es de ver en tales parajes ¡cuán presto empieza a burlarse de la vanidad humana el tiempo destructor! Bien que, si se considera, peor modo de poner las tales lápidas no pudiera elegirse. Los muertos prudentes, que saben lo que sucede con los demás, se hacen un sepulcro en toda forma, y se rodean con verjas para evitar los insultos de los muchachos, que son regularmente los que más profanan estos lugares de horror.

Y es que, a pesar de la advertencia de Cicerón, la memoria de los vivos suele fallar muchas veces, sea en Londres, o mucho más cerca de nosotros.

Créditos:
Extracto de la anotación XIII  del Cuaderno Segundo, de Apuntaciones sueltas de Inglaterra, de Leandro Fernández de Moratín, tomado de la primera edición (de noviembre de 1984) publicada por Editorial Bruguera como número 1.058 de su colección Libro Amigo (pp. 86-88).
Fotografía de unas lápidas en el Cementerio de Brompton, en Londres, en septiembre de 2012, del autor.

2 comentarios:

  1. Es verdad que, cuando estuve en Edimburgo, y eso que es otro país, los cementerios, muchos por cierto, estaban muy descuidados y todas las lápidas de medio lado...

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  2. No obstante lo que dices, Alawen, sigo teniendo en la lista de 'pendientes' una visita a Edimburgo.

    Un saludo.

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