sábado, 24 de noviembre de 2012

De bueyes y asnos

Según una tradición poética que leí hace ya muchos años, el romero, que florece en invierno, lo hace con flores amoratadas en recuerdo del color de las manos de la Virgen María consecuencia del frío del agua mientras lavaba y tendía, precisamente, sobre ramas de matas de romero cercanas.

Actividad que ha quedado claramente documentada en la tradición musical española.


Y el caso es que algo de cierto debe de haber en ello, pues estos pasados días ninguno de los numerosos juntaletras (que, por otro nombre, se hacen llamar ‘periodistas’) que pueblan el solar patrio, ha hecho la menor referencia a que en el reciente libro de Joseph Ratzinger, escrito y publicado siendo ya Papa Benedicto XVI, se dijera nada en contra del romero, el color de su flor, y las actividades de la Virgen María como lavandera de pañales a la orilla de un río, cuyo nombre se desconoce.

Curiosamente, salvan la cara los medios que primero publicaron (o prepararon la noticia), en  la víspera de que el libro se pusiera a la venta. Así, el día 20, tanto InfoCatólica como ABC destacaban en sus titulares el carácter histórico de los Evangelios, mientras que El Mundo se nos escapaba al espacio, y titulaba “Y el Papa dijo: la estrella de Belén era una supernova”, quitando, eso sí, el “probablemente” que sí figura apenas iniciado el cuerpo del artículo, supongo que para no estropear un titular tan ‘bonito’.

Pero al día siguiente, con el libro ya en las librerías, quienes se hicieron eco de la noticia se limitaron a trasladar lo que ya decían las agencias de noticias, destacando en titulares lo del buey y el asno, como hicieron La Gaceta y Libertad Digital. Al menos, en este último caso, al final, por vergüenza torera o similar, supongo, decidieron cambiar el titular de la noticia, aunque, claro, tenían que mantener la dirección de internet de la misma, mostrando cuál había sido la primera intención (que es la que vale).

Y lo bueno del caso es que en el libro no se dice que no hubiera, sino que no se mencionan en los Evangelios. O sea, que se trata de una polémica falsa, inventada por la prensa.

La conclusión que yo saco de esto es la habitual en estos casos: si algo tan fácil de comprobar (por no decir de aquellas informaciones de las que se tiene conocimiento directo), se publica tan mal, ¿qué se puede pensar de las grandes noticias, más difíciles de comprobar?

Actualización:
Este pasado domingo, Alawen ha dado una lección de pundonor a todos esos plumillas, transcribiendo un párrafo del libro, cosa que podían haber hecho ellos mismos desde el primer día, con lo que se deja claro el gran problema de una enorme mayoría del periodismo patrio: la desinformación, propia y generada (ésta, intencionada; la primera, ya no diría que no).

Actualización 2:
Hay momentos en que uno no sabe si lo que falta es capacidad de reacción, o, directamente, convicción. En la Catedral de Valencia han decidido alimentar la polémica, eso sí, en un tono “irónico”.
El buey está detrás y ni se le ve”. Y yo me pregunto: entonces, ¿para qué el esfuerzo en hacer y colocar la figura del buey?

Créditos:
Foografía de un romero en flor, en el Jardín del Turia, en Valencia, en enero de 2007, del autor.

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