“«- Desde luego, respondió Zadig; sé un método infalible para daros un
hombre que tenga las manos limpias.» El rey, encantado, le preguntó abrazándolo
cómo debía actuar. «Basta, dijo Zadig, con que todos los que se presenten para
la dignidad de tesorero bailen, y el que baile con mayor ligereza será
infaliblemente el hombre más honrado.» (…) «¡Ah!, ese hombre es el honrado, ése
es el hombre bueno», decía Zadig. El rey abrazó al buen danzarín, lo nombró
tesorero, y todos los demás fueron castigados y multados con la mayor justicia
del mundo; porque todos, durante el tiempo que habían estado en la galería, se
habían llenado los bolsillos y apenas podían caminar. El rey se sintió dolido con
la naturaleza humana porque entre aquellos sesenta y cuatro danzarines hubiera
sesenta y tres bribones. La galería oscura fue llamado «el corredor de la
tentación». En Persia se habría empalado a aquellos sesenta y tres señores; en
otros países se hubiera formado un tribunal de justicia, que habría consumido
en gastos el triple del dinero robado, y que no habría metido nada en los
cofres del soberano; en otro reino, se hubieran justificado plenamente y habrían
hecho caer en desgracia a aquel danzarín tan ligero; en Serendib, sólo fueron
condenados a aumentar el tesoro público, porque Nabussán era muy indulgente.”
Créditos:
Extracto del Apéndice-La danza, de Zadig, o el destino, relato de Voltaire incluido en Cuentos completos en prosa y verso, según
traducción de Mauro Armiño, tomado de la edición de éste publicada por Círculo
de Lectores en 2006 (pp.171-173).
Sabiduría y lógica aplastante... Y sin desperdicio la reflexión final...
ResponderEliminarUn abrazo.
En efecto, MGae, y plenamente actual.
ResponderEliminarLo que no quita que haya que andarse con cuidado con algunos escritos y opiniones del amigo Voltaire.
Un saludo.