“Todos
los jueces quedaron admirados por el profundo y sutil discernimiento de Zadig:
la nueva llegó hasta el rey y la reina. En la antecámara, en la cámara y en
gabinete no se hablaba de otra cosa que de Zadig; y aunque varios magos
opinasen que debían quemarlo por brujo, el rey ordenó que se le devolviese la
multa de cuatrocientas onzas de oro a que había sido condenado. El escribano,
los ujieres y los procuradores fueron a su casa con gran pompa para devolverle
sus cuatrocientas onzas; de ellas sólo se quedaron con trescientas noventa y
ocho en concepto de costas judiciales, y los escribanos exigieron sus
honorarios.
Viendo Zadig cuán peligroso es a veces ser
demasiaado sabio, se prometió, en la primera ocasión, no decir nada de lo que
había visto.”
Como puede observarse, lo
de las costas judiciales no es sólo de aquí, ni de hoy.
Créditos:
Imagen de la
sobrecubierta de The Best of Sherlock Holmes,
antología de relatos de Sir Arthur Conan Doyle, editada por CRW Publishing
Limited en el sello Collector’s Library
en 2009, de la hemeroteca del autor.
Extracto del capítulo III
El perro y el caballo, de Zadig, o el destino, relato de Voltaire incluido en Cuentos completos en prosa y verso, según
traducción de Mauro Armiño, tomado de la edición de éste publicada por Círculo
de Lectores en 2006.
Ja, ja... Buena moraleja final. Me recuerda aquella "maldición gitana" de juicios tengas... Y los ganes...
ResponderEliminarUn saludo
MGae:
ResponderEliminaraunque, en muchos casos, lo difícil es sobrevivir hasta el final del pleito.
Un saludo.