“Alarmados, los animales se detuvieron bruscamente. Era la voz de
Clover. Relinchó de nuevo y todos se lanzaron al galope entrando
precipitadamente en el patio. Entonces contemplaron lo que Clover había visto.
Era un cerdo, caminando sobre sus patas traseras.
(…) Y poco después, por la puerta de la casa
apareció una larga fila de tocinos, todos caminando sobre sus patas traseras. Algunos
lo hacían mejor que otros (…) pero todos ellos dieron con éxito una vuelta
completa por el patio. Finalmente se oyó un tremendo ladrido de los perros y un
agudo cacareo del gallo negro, y apareció Napoleón en persona, erguido
majestuosamente, lanzando miradas arrogantes hacia uno y otro lado y con los
perros brincando alrededor.
Llevaba un látigo en la mano.
Se produjo un silencio de muerte. Asombrados,
aterrorizados, acurrucados unos contra otros, los animales observaban la larga
fila de cerdos, marchando lentamente alrededor del patio. Llegó un momento en
que (…) estaba a punto de saltar alguna palabra de protesta. Pero en ese
preciso instante, como obedeciendo a una señal, todas las ovejas estallaron en
un tremendo balido: «¡Cuatro patas sí, dos patas mejor! ¡Cuatro patas sí, dos
patas mejor! ¡Cuatro patas sí, dos patas mejor!».
(…)
Benjamín sintió que un hocico le rozaba el hombro.
Se volvió. Era Clover. Sus viejos ojos parecían más apagados que nunca. Sin
decir nada, le tiró suavemente de la crin y lo llevó hasta el extremo del
granero principal, donde estaban inscritos los siete mandamientos. Durante un
minuto o dos estuvieron mirando la pared alquitranada con sus blancas letras.
- La vista me está fallando –dijo ella finalmente–.
Ni aun cuando era joven podía leer lo que estaba ahí escrito. Pero me parece
que esa pared está cambiada. ¿Están igual que antes los siete mandamientos,
Benjamín?
Por primera vez Benjamín consintió en romper la
costumbre y leyó lo que estaba escrito en el muro. Allí no había nada excepto
un solo Mandamiento. Éste decía:
TODOS LOS ANIMALES SON IGUALES.
PERO ALGUNOS ANIMALES
SON MÁS IGUALES QUE OTROS.”
Hoy le he preguntado a mi
hija qué escena destacaría de Rebelión en
la granja (que tuvo como lectura en el colegio hace unos años), y me ha
dicho que ésta en la que aparece Napoleón mostrando su poder. Lógicamente, yo he
continuado el extracto un poco más.
Todo esto porque hoy se
cumplen 110 años del nacimiento de Eric Arthur Blair, es decir, George Orwell. Simplemente.
Aunque lo que se narre en
sus novelas tras la guerra no sea nada simple, sino más bien terrorífico. Y se
entiende muy claramente (no, no está en chino).
Créditos:
Extracto del capítulo 10
de Rebelión en la granja, de George Orwell, según traducción de Rafaef
Abella, tomado de la edición realizada por Destino en 2006 (sexta reimpresión,
en marzo de 2012), (pp. 149-150) de la biblioteca del autor.
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