martes, 25 de junio de 2013

Igual que otros, al principio; distinto al final

Alarmados, los animales se detuvieron bruscamente. Era la voz de Clover. Relinchó de nuevo y todos se lanzaron al galope entrando precipitadamente en el patio. Entonces contemplaron lo que Clover había visto.
Era un cerdo, caminando sobre sus patas traseras.
(…) Y poco después, por la puerta de la casa apareció una larga fila de tocinos, todos caminando sobre sus patas traseras. Algunos lo hacían mejor que otros (…) pero todos ellos dieron con éxito una vuelta completa por el patio. Finalmente se oyó un tremendo ladrido de los perros y un agudo cacareo del gallo negro, y apareció Napoleón en persona, erguido majestuosamente, lanzando miradas arrogantes hacia uno y otro lado y con los perros brincando alrededor.
Llevaba un látigo en la mano.
Se produjo un silencio de muerte. Asombrados, aterrorizados, acurrucados unos contra otros, los animales observaban la larga fila de cerdos, marchando lentamente alrededor del patio. Llegó un momento en que (…) estaba a punto de saltar alguna palabra de protesta. Pero en ese preciso instante, como obedeciendo a una señal, todas las ovejas estallaron en un tremendo balido: «¡Cuatro patas sí, dos patas mejor! ¡Cuatro patas sí, dos patas mejor! ¡Cuatro patas sí, dos patas mejor!».
(…)
Benjamín sintió que un hocico le rozaba el hombro. Se volvió. Era Clover. Sus viejos ojos parecían más apagados que nunca. Sin decir nada, le tiró suavemente de la crin y lo llevó hasta el extremo del granero principal, donde estaban inscritos los siete mandamientos. Durante un minuto o dos estuvieron mirando la pared alquitranada con sus blancas letras.
- La vista me está fallando –dijo ella finalmente–. Ni aun cuando era joven podía leer lo que estaba ahí escrito. Pero me parece que esa pared está cambiada. ¿Están igual que antes los siete mandamientos, Benjamín?
Por primera vez Benjamín consintió en romper la costumbre y leyó lo que estaba escrito en el muro. Allí no había nada excepto un solo Mandamiento. Éste decía:
TODOS LOS ANIMALES SON IGUALES.
PERO ALGUNOS ANIMALES
SON MÁS IGUALES QUE OTROS.

Hoy le he preguntado a mi hija qué escena destacaría de Rebelión en la granja (que tuvo como lectura en el colegio hace unos años), y me ha dicho que ésta en la que aparece Napoleón mostrando su poder. Lógicamente, yo he continuado el extracto un poco más.

Todo esto porque hoy se cumplen 110 años del nacimiento de Eric Arthur Blair, es decir, George Orwell. Simplemente.

Aunque lo que se narre en sus novelas tras la guerra no sea nada simple, sino más bien terrorífico. Y se entiende muy claramente (no, no está en chino).

Créditos:
Extracto del capítulo 10 de Rebelión en la granja, de George Orwell, según traducción de Rafaef Abella, tomado de la edición realizada por Destino en 2006 (sexta reimpresión, en marzo de 2012), (pp. 149-150) de la biblioteca del autor.

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