martes, 11 de junio de 2013

La Feria, en el metro

Invierno. Metro de Madrid. Línea 1: Pinar de Chamartín-Valdecarros. Subo en Tirso de Molina. Mi destino es Iglesia. Es de mañana, aunque pasado ya el ajetreo de la hora punta. El vagón huele a humanidad, pero hay asientos libres. El perfil del usuario es heterogéneo (estudiantes rezagados, amas de casa con carritos de la compra, turistas de distintas nacionalidades, algunas tipologías más ambiguas), si bien no abundan los maletines de negocios ni las barbillas recién rasuradas. Se respira un ambiente tranquilo.
Echo un vistazo más atento a los viajeros. Más concretamente a sus manos. Por vicio, que no por virtud, y de igual modo que al entrar en una casa ajena lo primero que busco es la biblioteca de quien vive en ella, cuando tomo un medio de transporte observo qué lee la gente. Esta mañana de invierno, en mi vagón, hay cinco lectores. Uno, excéntrico, se aplica al disfrute de Expiación, de Ian McEwan; los otros cuatro, disciplinados con los tiempos que corren, gregarios quizá sin sentirlo, llevan en sus manos uno de los dos primeros tomos de la trilogía Millenium, de Stieg Larsson (…)
Pienso que allá fuera, en las mesas de novedades de los cientos de librerías que existen, hay miles y miles de títulos ignorados, a cuyo lado cuatro de cada cinco lectores pasan como a junto a fantasmas. Y siento que esa es un pérdida lamentable. En un artículo de homenaje a John Cheever, Ray Loriga expresó semejante paradoja mediante una fórmula impecable: es mucho más complejo vender un único ejemplar de un millón de títulos distintos, que vender un millón de ejemplares de un único título. (…)
Queda en todo caso el consuelo, no exento de misterio, de que, en cierta ocasión, y dado que los caminos del libro, como los de la Providencia, son inescrutables, a este convencido pesimista le asaltara en otro vagón de metro la maravillosa imagen de dos lectores que, codo con codo e ignorantes el uno del otro, iban devorando, ensimismados en su mundo propio, Vida y destino, de Vasili Grossman.
Era de justicia contarlos.

Créditos:
Extracto del artículo La dictadura de un solo libro, de R. Menéndez Salmón, publicado en el número 1.089 de ABC Cultural, del pasado 20 de abril de 2013, de la hemeroteca del autor.

2 comentarios:

  1. Ahora las nuevas tecnologías hacen más difícil curiosear qué lee el vecino de asiento, ja, ja...

    Volviendo a tu extracto, está claro que la publicidad hace mucho, y las grandes casas editoriales tienen mucho poder a este respecto.

    Saludos lectores.

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  2. MGae: por lo primero que comentas, dicen que ha vuelto la novela romántica, pues ya no da vergüenza que te vean leerla.
    Y sí, las campañas publicitarias tienen mucha influencia.

    Leo tus saludos, y escribo los míos.

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