“Invierno.
Metro de Madrid. Línea 1: Pinar de Chamartín-Valdecarros. Subo en Tirso de
Molina. Mi destino es Iglesia. Es de mañana, aunque pasado ya el ajetreo de la
hora punta. El vagón huele a humanidad, pero hay asientos libres. El perfil del
usuario es heterogéneo (estudiantes rezagados, amas de casa con carritos de la
compra, turistas de distintas nacionalidades, algunas tipologías más ambiguas),
si bien no abundan los maletines de negocios ni las barbillas recién rasuradas.
Se respira un ambiente tranquilo.
Echo
un vistazo más atento a los viajeros. Más concretamente a sus manos. Por vicio,
que no por virtud, y de igual modo que al entrar en una casa ajena lo primero que busco es la biblioteca de quien vive en ella, cuando tomo un medio de
transporte observo qué lee la gente. Esta mañana de invierno, en mi vagón, hay
cinco lectores. Uno, excéntrico, se aplica al disfrute de Expiación, de Ian McEwan;
los otros cuatro, disciplinados con los tiempos que corren, gregarios quizá sin
sentirlo, llevan en sus manos uno de los dos primeros tomos de la trilogía Millenium, de Stieg Larsson (…)
Pienso
que allá fuera, en las mesas de novedades de los cientos de librerías que
existen, hay miles y miles de títulos ignorados, a cuyo lado cuatro de cada
cinco lectores pasan como a junto a fantasmas. Y siento que esa es un pérdida
lamentable. En un artículo de homenaje a John Cheever, Ray Loriga expresó semejante
paradoja mediante una fórmula impecable: es mucho más complejo vender un único ejemplar
de un millón de títulos distintos, que vender un millón de ejemplares de un
único título. (…)
Queda
en todo caso el consuelo, no exento de misterio, de que, en cierta ocasión, y
dado que los caminos del libro, como los de la Providencia, son inescrutables,
a este convencido pesimista le asaltara en otro vagón de metro la maravillosa imagen
de dos lectores que, codo con codo e ignorantes el uno del otro, iban devorando,
ensimismados en su mundo propio, Vida y destino, de Vasili Grossman.
Era
de justicia contarlos.”
Créditos:
Extracto del artículo La dictadura de un solo libro, de R. Menéndez
Salmón, publicado en el número 1.089 de ABC
Cultural, del pasado 20 de abril de 2013, de la hemeroteca del autor.
Ahora las nuevas tecnologías hacen más difícil curiosear qué lee el vecino de asiento, ja, ja...
ResponderEliminarVolviendo a tu extracto, está claro que la publicidad hace mucho, y las grandes casas editoriales tienen mucho poder a este respecto.
Saludos lectores.
MGae: por lo primero que comentas, dicen que ha vuelto la novela romántica, pues ya no da vergüenza que te vean leerla.
ResponderEliminarY sí, las campañas publicitarias tienen mucha influencia.
Leo tus saludos, y escribo los míos.