domingo, 20 de enero de 2013

No hay lugar… a dudas

Sería demasiado extenso contar todas las cosas que Rafael nos narró acerca de lo que observó en cada uno de los países que recorrió y tampoco es ésta la finalidad de la presente obra. Tal vez en otro libro lo relataremos con todo detalle y expondremos lo que es necesario saber, como son las leyes y las ordenanzas rectamente dictadas observadas por aquellos pueblos para vivir de forma más perfecta. Efectivamente, le preguntamos ávidamente sobre tales cosas, y él, con toda amabilidad, satisfizo nuestra curiosidad. No pensamos en ningún instante en los monstruos, los cuales ya son muy sabidos. Pues las rapaces Escilas y Celenos, los lestrigones antropófagos, y los otros grandes portentos de igual especie, se hallan casi en todas partes, y, en cambio, ciudadanos inteligentemente regidos es muy difícil hallarlos.

A finales de 1516, se publica en Lovaina la obra De optimo statu reipublicae deque nova insula Utopia, más conocida, abreviando, como Utopía.

A punto de cumplirse el medio milenio de su publicación, bien puede decirse que estas consideraciones de Santo Tomás Moro no sólo no han perdido vigencia, sino que, tristemente, son de plena actualidad.

Créditos:
Extracto de la primera parte de la obra Utopía, de Santo Tomás Moro, según traducción de F.L. Cardona y T. Suero, para Editorial Bruguera, tomado de la edición realizada por Sarpe, como número 17 de su colección Los grandes pensadores, en 1983 (pp.36-37)

2 comentarios:

  1. Como bien dices, es bastante triste que los seres humanos repitamos una y otra vez los mismos errores... ¡Lo que nos cuesta escarmentar!

    Un saludo.

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  2. MGae, en realidad no creo que cueste tanto escarmentar... porque parece más bien que ni se intenta.

    Un saludo.

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