“El intercambio de las ideas y de los resultados es necesario para un
desarrollo sano de la ciencia y de toda la vida cultural. Está claro que la
intromisión de las autoridades de este país en el libre intercambio de
conocimientos entre los individuos ya ha originado daños significativos. Por
ahora este daño se extiende sólo sobre las disciplinas científicas, pero poco a
poco se manifestará actuando en todas las formas de la producción.
Esta intromisión de las instancias políticas en la
vida científica de todo el país se ha hecho flagrante al decretarse la
prohibición para los científicos de viajar al extranjero, y la negativa a dejar
entrar a científicos extranjeros en los Estados Unidos. Un comportamiento tan
minucioso por parte de una nación de tal poderío no es más que el síntoma de
una enfermedad grave.
Pues esa injerencia, organizada después de una
reestructuración política, demuestra una desconfianza general y un
comportamiento lleno de temor hacia los seres humanos, que obliga a abstenerse
de toda publicación y vuelve sospechosa cualquier versión oral o escrita de
novedades científicas.
Pero la enfermedad verdadera de la que todo lo
anterior no son más que los síntomas, es un criterio que ha surgido de las
gueras mundiales: tenemos que organizar nuestra vida en la paz de modo tal que
en la guerra estemos seguros de la victoria.
Este punto de vista da origen a otro, según el
cual es evidente que no sólo nuestra libertad sino aun nuestra existencia están
amenzadas por aquel enemigo que logre mayor poder.
Y es esta idea la que da lugar a todas estas
abominaciones que enumeré el principio llamándolas síntomas, y conduce casi irremesiblemente
a la guerra y a la destrucción. Encontramos su manifestación más clara en el
presupuesto de los Estados Unidos.
Sólo cuando hayamos logrado superar esta obsesión
podremos volvernos hacia la resolución razonable del verdadero problema
político: «¿Cómo contribuir a hacer segura la existencia de los hombres sobre
la Tierra?»
Y todo esto, ¿por qué? Porque nadie puede librarse
de los síntomas de una enfermedad sin antes haber eliminado ésta.”
Según ha leído, un 22 de
noviembre de 1559, Felipe II prohibía a los españoles estudiar en las
universidades extranjeras.
Hay quien opina de Felipe
II que era un fanático religioso (y mientras lo dice, pequeños espumarajos le
asoman por la comisura de los labios), que atenazó la libertad en España y
Europa.
Mientras, para el mismo
tal, y similares, Estados Unidos y su sistema político, son, de siempre, un
ejemplo de libertad y tolerancia.
Y es que no hay nada como
estar a dieta… sobre todo, de habas.
Créditos:
Texto de Albert Einstein,
que con el título Síntomas de enfermedad
en la vida cultural, se publicó en Estados Unidos, en el Bulletin of the Atomic Scientist’s, en
septiembre de 1952, según traducción de Sara Gallardo y Marianne Bübeck, tomado
de la recopilación realizada por Carl Seelig de diversos textos de Albert
Einstein bajo el título Mi visión del
mundo, publicado por Orbis como número 33 de su colección Biblioteca de Política, Economía y Sociología,
en 1985 (pp. 74-75)
No hay nada más grotesco que el papanatismo que considera a los EEUU el paradigma y espejo de todas las virtudes, mientras nos fustigamos a nosotros mismos como país enfangando nuestra historia e incluso abjurando de ella.
ResponderEliminarPaís de complejos... y de acomplejados.
Saludos.