jueves, 3 de enero de 2013

Cuántas vicisitudes para… empezar en un agujero


«De hecho, soy un hobbit en todo menos en el tamaño.», le dijo una vez a alguien que lo entrevistaba y había notado la semejanza. «Me gustan los árboles, los jardines, las tierras agrícolas no mecanizadas; fumo en pipa y gozo con la comida buena y sencilla –no con la refrigerada–, pero detesto la cocina francesa. Me gustan los chalecos y hasta me atrevo a usarlos en estos tiempos aburridos. Soy muy aficionado a las setas frescas, tengo un sentido del humor muy sencillo (que incluso mis críticos más favorables encuentran agotador). Me acuesto tarde y, si es posible, también me levanto tarde.

John Ronald Reuel Tolkien, primer hijo de Arthur y Mabel Tolkien, nació una cálida manaña de domingo de 1892; fue un parto difícil.

J.R.R. Tolkien nació el 3 de enero de 1892. Era pequeño y enfermizo. Su salud fue motivo de suma preocupación. De niño, reaccionaba mal al calor y a la falta de humedad, aunque el clima de Bloemfontein se consideraba saludable para quienes tuvieran problemas respiratorios; todavía es lugar de descanso para inválidos y convalecientes.

El único hermano de Tolkien, Hilary, nació en febrero de 1894; también resultó un niño enfermizo. A los tres años de edad, Tolkien aún no superaba su delicado estado de salud; tampoco mostraba señales de que fuera a mejorar. Entonces, después de mucho pensarlo, se decidió que Mabel Tolkien volvería a Inglaterra con sus hijos. Regresaría con ellos si consideraba que ya estaban lo bastante fuertes para soportar ese clima cálido y seco, o bien se quedaría en Inglaterra a la espera de que Arthur Tolkien renunciara a su cargo en el banco de Bloemfontein y encontrara un trabajo semejante en Birmingham.
En abril de 1895, con suma reticencia, la familia Tolkien se separó. Separarse de su padre a tan tierna edad y en circunstancias tan tensas fue una experiencia dolorosa para Tolkien. Un recuerdo especialment epenoso: el que pintaran, cuidadosamente, A. R. Tolkien en el gran baúl de viaje. Con asombrosa intuición y no menor madurez para sus años, el joven Tolkien advirtió entonces que jamás volvería a ver a su padre.

Se establecieron en Sarehole, un pueblo rural en las afueras de Birmingham. (…)
Sarehole, en la última década del siglo diecinueve, era como una isla de tradición a punto de quedar sumergida en un vasto mar de cambios. (…) Unos pocos bolsones de la vieja Inglaterra rural del siglo diecinueve se resistían tenazmente y se aferraban a las viejas costumbres.

El cambio de clima, aparentemente, ayudó a Tolkien y a su hermano Hilary a mejorar de salud. A los siete años, Tolkien era robusto y alto para su edad. Le gustaba jugar en la calle y dar largas caminatas por el campo. Era un niño tímido, algo desgarbado. Nunca consiguió amigos íntimos; (…).
Todo lo de Sarehole fascinaba a Tolkien. Compraba caramelos a una mujer desdentada que atendía el kiosco de la aldea y le gustaba contemplar al viejo molinero mientras convertía trigo en harina y a los campesinos mientras trabajaban en los campos. Sus frecuentes caminatas por la campiña –costumbre establecida y estimulada por su madre– le inculcaron un amor profundo, reverente, por la naturaleza. A Sarehole no la perturbaban ni fábricas ni motores ni subdivisiones de suburbio ni trastornos sociales; era un escenario idílico para crecer.

Tanto Sarehole como Bloemfontein marcaron profundas huelas e impresiones en Tolkien:
Sarehole fue la visión de Tolkien del «paraíso perdido». En cierta ocasión relató que tuvo «una extraña sensación de volver a casa cuando, a los tres años, llegó por primera vez a ese pueblo de Warwickshire. Sarehole tenía «buenos arroyuelos, olmos y piedrecillas» la rodeaban campos abiertos y granjas, aunque en la distancia se alcanzaban a ver los humos de Birmingham. Se cree que Shakespeare visitó Sarehole en sula juventud y que no había cambiado mucho desde entonces.

Bloemfontein, al parecer, produjo una honda impresión en el joven Tolkien. Durante toda la vida recordó con suma precisión muchos fragmentos de esos primeros años. Tolkien creía que el hecho de haber nacido en Sudáfrica y ser desarraigado muy joven con el traslado a Inglaterra ayudó a estimularle la imaginación y la memoria. El contraste entre la desierta llanura africana y las amables y verdes colinas de Inglaterra parece haber disparado creatividad y precocidad.

Es sabido que las facultades de imaginación, memoria, creatividad y precocidad necesitan de la disciplina para dar frutos; sin embargo…
Era un escritor desorganizado, un postergador incorregible, un trabajador de notoria lentitud, una persona que se creaba sus propias distracciones. Cuando intentaba escribir, solía divagar y dibujar, o trabajar en lenguas élficas o practicar caligrafía con trazos meticulosos, negros, casi ilegibles. Confiaba, por otra parte, en que alguna visita de amigos o de parientes pudiera liberarlo y le permitiera dejar de lado el trabajo.

Por lo que no resulta extraño que…
«In a hole in the ground there lived a Hobbit» [«En un agujero en el suelo vivía un hobbit»], eso es lo que el profesor J. R. R. Tolkien escribió un día en una hoja de papel, cansado de corregir exámenes de inglés antiguo de sus estudiantes de la Universidad de Oxford. Siempre les contaba cuentos a sus hijos y esta frase le pareció un buen principio para el de esa noche, así que lo apuntó en un cuaderno y, acto seguido, continuó con su trabajo.

Y de este modo, gracias a una ‘distracción’,…
Muchos años después más tarde, Sarehole se transformaría en la amada Shire [Comarca] de Tolkien y sus habitantes en los hobbits. (…) «La Comarca», confesó Tolkien, «se parece mucho a la clase de mundo en el cual por primera vez fui consciente de las cosas».

Créditos:
Detalle de la fotografía de la cubierta, y extractos del Prólogo. El viejo profesor y del primer capítulo El Joven. 1892-1911, de la obra J.R.R. Tolkien. El arquitecto de la Tierra Media, de Daniel Grotta, según traducción de Óscar Luis Molina, tomados de la segunda edición publicada por Editorial Andrés Bello, en febrero de 2002 (pp. 13, 21, 27, 29, 29-30, 31-32, 30, 27, 15 y 32).
Inicio del relato El presidente Eisenhower y la rebelión de un hobbit, de Santiago Posteguillo, incluido en la obra La noche en que Frankenstein leyó el Quijote, editada, por primera vez, en septiembre de 2012 por Planeta (pág. 159).

No hay comentarios:

Publicar un comentario