martes, 29 de enero de 2013

El tiempo pasa, pero algunos planteamientos permanecen

“[Los utópicos] se preocupan con el mayor cariño de los enfermos, y no se ahorra nada de lo que pueda ser bueno para lograr su curación, sean alimentos o medicinas. A los que sufren alguna dolencia incurable nunca les dejan solos y tratan de hallar lo que les consuele un poco, y les dan todo lo que precisen para aliviar su dolencia. Si, además, el mal es incurable y muy doloroso, los sacerdotes y magistrados influyen en el enfermo, puesto que no puede rendir ningún provecho y es una carga para los demás y para sí mismo, para que acepte la muerte con resignación, y evite la propagación de la infección y la peste, librándose de los suplicios que soporta. Con la muerte pondrá fin a su tormento. Esto es el consejo que dan los sacerdotes que interpretan la voluntad del Creador; seguirlo será una buena y piadosa obra. Los convencidos se dejan morir voluntariamente, no comiendo, o, sin que se aperciban, se les priva de la vida mientras duermen. Esta conducta no se impone a nadie, y a los que rehúsan seguirla se les prestan los mayores cuidados, pero se honra a los que por esa razón renuncian vivir. Si alguien se priva de la vida sin justificación, o sin el visto bueno de los sacerdotes o del Senado, es considerado indigno, y no lo entierran, sino que arrojan el cadáver a un pantano.

Utopía, como bien sabemos, era una isla. Y a tenor de las declaraciones de un ministro japonés hace una semana, debe de situarse muy cerca del Japón… si no se trata de la misma isla de Hondō.

Créditos:
Extracto del capítulo VII De los esclavos, de la segunda parte de la obra Utopía, de Santo Tomás Moro, según traducción de F.L. Cardona y T. Suero, para Editorial Bruguera, tomado de la edición realizada por Sarpe, como número 17 de su colección Los grandes pensadores, en 1983 (pp.133-134).

3 comentarios:

  1. Es que estos japos son "raros raros raros" que diría el insigne doctor Iglesia. Padre de Julio y patriarca de una saga de grandes artistas. Hace poco me enteré que en la cultura japonesa las madres que han abortado a sus hijos, a diferencia de las madres americanas o europeas, se sientan capaces de llorar por ellos, incluso de hacer luto, en lugar de salir de los abortorios con la cabeza muy alta proclamando que han ejercido un derecho. Al menos no son tan cínicas como las de aquí.

    ResponderEliminar
  2. Bate: son tan raros que fue el primer sitio donde hubo una persecución organizada contra los cristianos desde las padecidas bajo el Imperio Romano (excluidas las habidas bajo el Islam, que éstas iban según temporadas).

    ResponderEliminar