domingo, 6 de junio de 2010

Vida social… de película

Hace siete semanas, domingo por la noche, fue la primera vez que, tras el famoso apagón, encendí la televisión, pero fue para poner una película en el deuvedé.

La película en cuestión es una comedia ambientada en la época de ‘la conquista del oeste’, en concreto, en 1867, dos años después de la Guerra entre los Estados. Comienza en Tejas, en pleno trabajo de tirar el lazo a los terneros para marcarlos con el hierro de la ganadería (aunque en la reseña se habla de unos ‘desbravadores’, oficio que siempre he entendido que se refiere a potros, no a terneros). Por una de esas cosas de la civilización, John, uno de los vaqueros recibe una carta.
- El viejo me ha encargado que te traiga esto, y te diga que eres el primero que recibe una carta desde hace mucho tiempo. Está orgulloso de ti

Lo que despierta la curiosidad de Harley, amigo de John:
- ¿De quién es, John?
- De un abogado, según dice en el sobre.
- ¿Estás metido en algún lio?
- No lo sé. El caso es que esto ha venido siguiéndome el rastro por todo Texas. (…) No pienso leer la carta de un abogado con el estómago vacío.


Tras la comida hay una breve crítica gastronómica por parte de Harley:
- He comido bien muchas veces en mi vida, pero ésta no ha sido una de ellas. (…) Por lo visto , para dedicarse a cocinero basta no con saber una palabra de cocina.

John, en vez de eso, lee la carta. Y sin decir palabra, se va.
- ¿A Cheyenne? ¿No irás a largarte sin avisarles…?
- ¿Para qué? ¡Ya lo verán!


Sin mayores problemas laborales ni logísticos, el vaquero, guardándose la carta en la cintura, coge su silla de montar, se dirige hacia el caballo, lo prepara, e inicia un viaje de mil millas. Harley, su amigo, sin apenas decir nada, hace lo mismo, y le acompaña en el viaje. Eso sí, todo lo que no dice antes, lo dice durante el viaje. Por ejemplo:
Hizo tanto frío aquel invierno que al llegar la primavera, todas las mujeres de la región estaban embarazadas. Y cada verano y cada otoño, los hombres hacían rogativas para viniera otro invierno tan frío. Se pasa mejor que yendo a pacer al ganado.

A falta de unas dos o tres jornadas de Cheyenne, dice de pronto John:
- ¿Puedo decirte algo si tienes un minuto?
- Claro, John.
- (…) ¿Tú sabes dónde estamos ahora, Harley?
- No tengo ni idea.
-En Wyoming, ¿te enteras? Y siento decirte que no has cerrado la boca desde que salimos de Texas.
-Era sólo por hacerte compañía, John.
- Bien, te lo agradezco, Harley. Y no me importó mucho durante las primeras cien millas. Pero es que no has parado de hablar durante mil millas.
- Lo siento, John, tenías que habérmelo dicho.


Es ahora, después de mil millas, cuando, naturalmente por boca de Harley, nos enteramos del motivo de la carta: “Yo de ti estaría un poco más ansioso por llegar. Nunca nadie me ha dejado nada en su testamento.” Y acaba la conversación John con una reflexión: “¿Sabes Harley? Toda mi vida me he preguntado qué es lo que se siente cuando uno es propietario.


La verdad es que de la película, que había visto hace mucho, mucho tiempo, sólo recordaba, no ya la escena, sino el espíritu de la escena, a la cual pertenece el fotograma que acompaña este párrafo.

El caso es que, gracias a una carta que había sido remitida dos años antes, nuestro protagonista se hace cargo de la herencia, lo que le convierte en propietario, cosa que nunca había sido, haciéndole cambiar su visión de cierto aspecto de la sociedad:

- En todo el mundo no existe nada igual que ser un hombre de negocios republicano.
- No quiero discutir contigo, John, Pero, ¿no votabas siempre por los demócratas?
- Bueno, eso era antes de ser propietario, Harley…. Harley…, quiero…, quiero que me hagas un favor: no digas nunca a nadie aquí en Cheyenne que yo había votado por los demócratas. Lo harás por mí, ¿verdad?
- Si es tu gusto... John, ¿no te importará que yo siga votando por los demócratas?
- Mientras no te vean conmigo cuando lo hagas… Perjudicaría a mi negocio.


Lógicamente, más adelante, sale el tema, cuando Harley le pide dinero prestado a John, por ejemplo, para una camisa nueva:
- Pero si ya tienes dos camisas, y no llevas las dos a la vez más que en invierno.
- Vaya, ya estás pensando como un conservador republicano.
- Está bien, pero no hay que sacar a relucir la política cuando se pide un préstamo. No es correcto.


El flamante propietario establece, lógicamente, nuevos vínculos sociales, e incluso le piden su opinión y visto bueno para una boda… con unas consecuencias que no esperaba el ya dichoso novio.

Otros vínculos sociales le permiten conocer al sheriff de la población, el cual, por obligaciones de su cargo, debe realizar diversos viajes fuera de ella, como a Medicine Bow o Fuerte Laramie, aunque, como dice Harley, “con lo ocupado que está viajando es de agradecer que haya venido a avisarnos”.

Sin embargo, el vaquero se ve abrumado por todos esos vínculos sociales (por ejemplo, los viajes del sheriff, causalmente, coinciden cuando nuestros protagonistas tienen visitas), y lo de ser propietario no le convence tanto como esperaba, y decide hacer una donación de su herencia (“un monumento histórico”) a un grupo de personas, como si de un donativo a una ONG se tratara. Así, libre de todo, regresa a Tejas a seguir marcando ganado, igual que como se encontraba al empezar la película, sin nada, salvo su caballo, su silla… y su amigo.

La película es una continua sucesión de diálogos inspirados, algunos de los cuales han sido aquí reflejados, aderezados por la salsa del ambiente. Y, quien la conozca lo habrá deducido ya, es El Club Social de Cheyenne, dirigida en 1970 por Gene Kelly, y protagonizada, en los papeles de los vaqueros, por James Stewart y Henry Fonda.

Y el recuerdo de la película me lo trajo una noticia publicada hace casi tres meses.

Créditos:
Carátula y fotogramas de la película El Club Social de Cheyenne.

4 comentarios:

  1. Hi very sexy and Beautiful Shirley Jones and the Ladies in the Cheyenne Social Club film thank you i am such a Big fan of Them. Do more of these please thank you

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  2. Hi, Anonymous.
    Very kind your comment. I'll try to do it.
    Thank you.
    Greetings.

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  3. It's nice to be able to practice English here too. Thanks both of you.

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