Hace ya tiempo, febrero de 2008, conseguí el libro. Pasó la primavera y el verano, y no fue hasta ya avanzado el otoño (octubre) cuando empecé a leerlo aunque por cuestiones de organización horaria doméstica, me quedé estancado tras el Prefacio y los dos primeros capítulos.
El libro seguía en la mesilla de noche, pero no me atrevía a retomarlo, sabedor de que, y aviso, una vez hecho, es difícil dejarlo, y no era cuestión de estar todas las noches apagando la luz sobre las dos de la madrugada.
Ante el peligro de lo comentado en una anotación de hace tiempo, esta pasada Semana Santa, haciéndome ilusiones de disponer de tiempo suficiente, me lancé de nuevo al disfrute del libro.
Y lo conseguí. Por ejemplo, aunque es conocida la palabra “boquiabierto”, en el capítulo IX la autora no la usa, sino que prefiere una imagen más literaria, acertando plenamente:
“En pocas palabras puso a un atónito don Horacio y a una no menos sorprendida doña Susana al corriente de su vida.
Cuando terminó, el papel donde don Horacio tenía que haber tomado notas estaba lleno de gotas de tinta que habían caído de su pluma mientras escuchaba.”
El pasado domingo día 17 terminé el libro, y un compañero que lo hojeó al día siguiente, comentó que “se lee muy bien”. Hoy he oído la entrevista que le hicieron en navidad en un programa local de COPE Valencia, consecuencia de la publicidad de boca a oreja que está teniendo la novela, y que la autora ha tenido el detalle de hacérmela llegar.
De la novela, tal y como su autora dice en la entrevista, podría destacarse:
“El principal valor es el valor del esfuerzo y del trabajo para salir adelante.”
En resumen, que no sólo uno se queda asombrado de la buena calidad de esta primera novela, sino que, con todo respeto, la recomienda:
La vidriera irrespetuosa, de Carmen Montoro Cavero, editada por Nuevos Autores.
“…les ruego a ustedes que levanten su copa por nuestra felicidad y espero que todos sean testigos durante muchos años de nuestra dicha.”
Sí,… pero impacientes por la siguiente novela.
El libro seguía en la mesilla de noche, pero no me atrevía a retomarlo, sabedor de que, y aviso, una vez hecho, es difícil dejarlo, y no era cuestión de estar todas las noches apagando la luz sobre las dos de la madrugada.
Ante el peligro de lo comentado en una anotación de hace tiempo, esta pasada Semana Santa, haciéndome ilusiones de disponer de tiempo suficiente, me lancé de nuevo al disfrute del libro.
Y lo conseguí. Por ejemplo, aunque es conocida la palabra “boquiabierto”, en el capítulo IX la autora no la usa, sino que prefiere una imagen más literaria, acertando plenamente:
“En pocas palabras puso a un atónito don Horacio y a una no menos sorprendida doña Susana al corriente de su vida.
Cuando terminó, el papel donde don Horacio tenía que haber tomado notas estaba lleno de gotas de tinta que habían caído de su pluma mientras escuchaba.”
El pasado domingo día 17 terminé el libro, y un compañero que lo hojeó al día siguiente, comentó que “se lee muy bien”. Hoy he oído la entrevista que le hicieron en navidad en un programa local de COPE Valencia, consecuencia de la publicidad de boca a oreja que está teniendo la novela, y que la autora ha tenido el detalle de hacérmela llegar.
De la novela, tal y como su autora dice en la entrevista, podría destacarse:
“El principal valor es el valor del esfuerzo y del trabajo para salir adelante.”
En resumen, que no sólo uno se queda asombrado de la buena calidad de esta primera novela, sino que, con todo respeto, la recomienda:
La vidriera irrespetuosa, de Carmen Montoro Cavero, editada por Nuevos Autores.
“…les ruego a ustedes que levanten su copa por nuestra felicidad y espero que todos sean testigos durante muchos años de nuestra dicha.”
Sí,… pero impacientes por la siguiente novela.
Muchas gracias por la reseña. posodo.
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