“El coste de los gastos de personal que genera el mantenimiento de dicha
sobredimensionada plantilla, unidos a los de funcionamiento y mantenimiento de
la sociedad, suponen un elevado nivel de gastos de personal que la Generalitat
no puede asumir en unos momentos de crisis económica y en los que la escasez de
recursos económicos le obliga a priorizar los servicios que se consideran
básicos.
Es por ello por lo que resulta procedente, en aras
de garantizar la prestación de servicios esenciales por parte de la
Generalitat, que se suprima la prestación de los servicios de radiodifusión y
televisión de ámbito autonómico de titularidad de la Generalitat.”
El pasado miércoles se
publicó una nueva Ley de la Generalidad Valenciana, con fecha de ese mismo día ,
en un número especial (bis) –ventajas de internet–.
El título de la Ley es “Supresión de la Prestación de los Servicios
de Radiodifusión y Televisión de Ámbito Autonómico, de Titularidad de la
Generalitat, así como de Disolución y Liquidación de Radiotelevisión
Valenciana, SAU”, que en román paladino viene a decir: «¡Corten!».
En coherencia con los
argumentos de “crisis económica”, la
nueva Ley tiene, menos mal, sólo dos páginas.
Al día siguiente, se
publicaba, también en un número bis, el ACUERDO
de 28 de noviembre de 2013, del Consell, por el que se acuerda el cese de las
emisiones de los servicios de radiodifusión y televisión de ámbito autonómico de
titularidad de la Generalitat, prestados por cualquier medio o canal de
difusión.
Éste, supongo que también
un poco por las prisas, sólo representa una página.
El punto dos del Acuerdo
dice:
“El cese de las emisiones se hará efectivo a partir del día de la
publicación del presente acuerdo en el Diari Oficial de la Comunitat
Valenciana.”
Es decir, hace 13
minutos.
Supongo.
(Yo es que no oigo la
radio ni veo la tele de «la nostra terra» y de «la nostra identitat».)
Actualización del sábado 30 de noviembre:
Bueno, los 13 minutos se
convirtieron casi en 13 horas. Impresionante la torpeza en su realización, más
aún, teniendo en cuenta que la situación ya estaba decidida desde tres semanas antes.
Sigo, por tanto, sin oír la
radio ni ver la tele de «la nostra terra» y de «la nostra identitat». Y quien lo quiera, ya sabe, un canal de pago, una cooperativa,… hay muchas formas de
gastarse su dinero sin tocar el mío.
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