sábado, 3 de septiembre de 2011

Alit lectio: Una única advertencia

LEONARDO.– (Uno de los sillones se desliza solo y se coloca frente a Ramón y a Félix) Hablemos. Pero no me llaméis Lucifer, ni Mefistófeles, ni Satanás. Llamadme Leonardo, que es como me llamaban las brujas en la Edad Media: en la época en que mis apariciones eran frecuentes.
RAMÓN.–
(Inclinándose hacia el sillón que se ha movido solo y extendiendo en el vacío su pitillera) ¿Un cigarrito, Leonardo?
LEONARDO.– No, gracias; estoy harto de echar humo. En cambio, puedo darte fuego.
(Del extremo del cigarrillo de Ramón brota una pequeña llamarada.)
RAMÓN.– (Encantado.) ¡Comodísimo! (Se retrepa en el sillón fumando.) La Humanidad está lejos de inventar un mechero automático tan perfecto.
LEONARDO.– La Humanidad sigue siendo tan imbécil como hace tres mil años. Pero no hablemos de la Humanidad.
RAMÓN.– Hablemos de cosas decentes.
FÉLIX.– Hablemos de usted.
LEONARDO.– ¡Amabilísimo! Aunque poco puede decirse de mí que no se sepa. Que existo oficialmente desde el Concilio de Praga… Que fui procesado dos veces en la Edad Media… Que…
RAMÓN.– ¿Es verdad que fue usted el que construyó el acueducto de Segovia?
LEONARDO.– ¡Qué risa! No, hombre. Eso son cosas de España... En España, cuando empezaron a circular los automóviles, también se dijo que eran obra mía; y yo lo único que hago s ponerles delante los árboles de las carreteras. ¡España siempre ha vivido preocupada por mí! ¡Encantadora España! Sólo ella me ha hecho justicia levantándome un monumento.
FÉLIX.– ¿Un monumento?
RAMÓN.– ¿En España?
LEONARDO.– ¡Claro! En el Retiro: el «Ángel caído».
FÉLIX y RAMÓN.– ¡Es verdad!
LEONARDO.– En Madrid es el primer monumento que contemplan los niños… Un refrán español es encenderle una vela a Dios y otra a mí… Adoro a España: su sol, sus mujeres, sus vinos… ¡Y su descontento eterno!... ¡No hay país igual!
RAMÓN.– Pues usted puede saberlo bien, porque es un gran turista…
LEONARDO.– Sí. No puedo estarme quieto. He nacido para la agitación. Empecé tentando a los hombres por la carne, pero desde que las piscinas públicas descubrieron lo feo que es el desnudo, les tiento por el espíritu.
FÉLIX.– ¿De qué manera?
LEONARDO.– Imbuyéndoles ideas contrarias a las de Dios… Con arreglo a éstas, el hombre debe esperar la dicha después de muerto. Con arreglo a las mías, el hombre debe encontrar en vida la felicidad.


Esta mañana he oído con retraso la tertulia de cultura del pasado miércoles día 31 de La linterna, en COPE, enterándome en ella que el próximo día 8, festividad de la Natividad de Nuestra Señora, se estrena en el Teatro Marquina de Madrid, Las cinco advertencias de Satanás, según dirección de Mara Recatero, en producción de Gustavo Pérez Puig.

La obra no es de las más conocidas de Enrique Jardiel Poncela, y de hecho, yo no recordaba su trama (sí su existencia), eso en el caso de que la hubiera sabido en algún momento. Por tanto, he aprovechado esta tarde para leerla con la coincidencia (o no) de que ha descargado brevemente una tormenta en Valencia, con sus truenos y todo, mientras leía el primer acto, en el que, también brevemente, hay una tormenta.

Guadalupe Sampedro, con su pintoresco aturdimiento, exclamó al acabar:
- ¡Muy preciosa! Es una comedia que, si la hacemos bien y gusta, será un éxito.
Esta opinión, sin antecedentes en la Historia, logró que la lectura
[a la compañía] acabara entre grandes risas.
(…)
Tirso se paseaba contento por el vestíbulo.
- No sé si gustará o no gustará; pero es la comedia más bonita que he estrenado.


A diferencia de otras obras del autor, en ésta no hay impactantes ni numerosos momentos cómicos o absurdos; el humor, pasado por el cinismo de los protagonistas masculinos principales, se derrama a lo largo de toda la obra, mostrándonos en tono de comedia, el dilema filosófico (además de religioso) del Destino, aunque los personajes más lo ‘sufran’ activamente que lo ‘mediten’ pasivamente.

Tal vez defraude un tanto a quienes conozcan a Jardiel por sus obras más ‘atropelladas’, pero no deja de cautivar la actualidad de la trama, y eso que el próximo 20 de diciembre se cumplirán, sólo, 76 años de su estreno en el Teatro de la Comedia de Madrid.

En resumen, sólo una advertencia: quien pueda ir a verla, que lo haga (y luego que nos lo cuente, por favor).

Créditos:
Fotografía con autógrafo de Enrique Jardiel Poncela, y extractos del primer acto de Las cinco advertencias de Satanás, y de Circunstancias en que se imaginó, se escribió y se estrenó «Las cinco advertencias de Satanás», tomados de Obras completas de Enrique Jardiel Poncela, Tomo I, según la séptima edición de AHR, de 1973 (pp. 787-788, y 761-762).

2 comentarios:

  1. La primera vez que leí una obra de teatro en toda mi vida fue "Eloísa está debajo de un almendro", que me mandaron en el colegio. En el mismo tomo, creo (y si no fue en ése, lo compré después) venía "Las cinco advertencias de Satanás". Yo tampoco recuerdo la trama, pero sí que me gustó. Me has dado ganas. Quizá vuelva a releerla.

    PD: Elegiré un día soleado para hacerlo...

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  2. pues gracias por la recomendación, y por las advertencias, posodo
    saludos blogueros

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