A principios de semana, caragüevo nos recordó que uno de los fenómenos culturales actuales procede de Madagascar. Y no es el único.
Ya anunciado el mes pasado (aunque la cosa viene de lejos), a principios de éste se estableció en diversas cadenas valencianas de supermercados (vamos, en Mercadona y en Consum), el cobro de las famosas bolsas de plástico. Según la noticia, el Plan Nacional Integral de Residuos (PNIR) “obliga al comercio a la reducción de las bolsas de plástico de un solo uso en un 50 por ciento en 2011 y establece asimismo otras medidas como la prohibición progresiva de la entrega de bolsas gratuitas”.
Como consecuencia de todo esto, se han vuelto a ver por la calle los carritos de la compra, habituales de otras épocas. Lo suficientemente ‘otras épocas’ como para que yo tenga uno, y como para que éste haya sido absorbido al interior del trastero, en donde aún no tienen vigor las nuevas leyes de la física de la ordenación que estoy aplicando en mi casa.
El resultado es que yo me tuve que apuntar a la nueva moda de las bolsas de Mercadona, que, tengo que reconocer, son prácticas y resistentes, y además, aun fácilmente reconocibles, no llevan publicidad incorporada para ser paseada por la calle.
El otro día, con una de ellas en la mano, me crucé con un vecino, quien venía cargado con el otro modelo de bolsas, y eso que, como me comentó, tenía varias en casa… pero nunca se acordaba de salir con ellas. En realidad, yo tengo dos: una para casa, y la otra, en teoría, para el coche; digo en teoría ya que sólo acaba en él cuando me acuerdo de cogerla (aunque, por lo que se ve, hay quienes sí tienen muy presente el coche para ir a comprar).
El problema será cuando escaseen las bolsas que tengo acopiadas, pues son las que utilizo para la basura orgánica o de plásticos.
¡Ah, se me olvidaba! La bolsa en cuestión es de una fibra que se obtiene de una palmera, y cuyo nombre es ‘rafia’. Que es el otro fenómeno cultural al que me refería más arriba: sí, la palabra es malgache.
Ya anunciado el mes pasado (aunque la cosa viene de lejos), a principios de éste se estableció en diversas cadenas valencianas de supermercados (vamos, en Mercadona y en Consum), el cobro de las famosas bolsas de plástico. Según la noticia, el Plan Nacional Integral de Residuos (PNIR) “obliga al comercio a la reducción de las bolsas de plástico de un solo uso en un 50 por ciento en 2011 y establece asimismo otras medidas como la prohibición progresiva de la entrega de bolsas gratuitas”.
Como consecuencia de todo esto, se han vuelto a ver por la calle los carritos de la compra, habituales de otras épocas. Lo suficientemente ‘otras épocas’ como para que yo tenga uno, y como para que éste haya sido absorbido al interior del trastero, en donde aún no tienen vigor las nuevas leyes de la física de la ordenación que estoy aplicando en mi casa.
El resultado es que yo me tuve que apuntar a la nueva moda de las bolsas de Mercadona, que, tengo que reconocer, son prácticas y resistentes, y además, aun fácilmente reconocibles, no llevan publicidad incorporada para ser paseada por la calle.
El otro día, con una de ellas en la mano, me crucé con un vecino, quien venía cargado con el otro modelo de bolsas, y eso que, como me comentó, tenía varias en casa… pero nunca se acordaba de salir con ellas. En realidad, yo tengo dos: una para casa, y la otra, en teoría, para el coche; digo en teoría ya que sólo acaba en él cuando me acuerdo de cogerla (aunque, por lo que se ve, hay quienes sí tienen muy presente el coche para ir a comprar).
El problema será cuando escaseen las bolsas que tengo acopiadas, pues son las que utilizo para la basura orgánica o de plásticos.
¡Ah, se me olvidaba! La bolsa en cuestión es de una fibra que se obtiene de una palmera, y cuyo nombre es ‘rafia’. Que es el otro fenómeno cultural al que me refería más arriba: sí, la palabra es malgache.
GILIPOYAS.
ResponderEliminarNada del artículo tiene que ver con pingüinos ni con marsupiales.
Métete el dedo en el culo y cierra el blog
Gracias, Anónimo, por la molestia de la visita y el comentario, así como por la modestia de no demostrar en público tu apreciación del juego de palabras entre la bolsa de la compra y el marsupio.
ResponderEliminarNo entiendo la última frase, ni el motivo de la autodescripción inicial gritando; pero ya se sabe, "nadie es perfecto".
A seguir bien.
Ja, ja, ja, escribe un comentario anónimamente y luego pone su nombre en mayúsculas.
ResponderEliminarEs un crack.
Un saludo y enhorabuena por El Lazarillo de Tormes, me gustó mucho cuando la leí.
Jajajajajaja, Caraguevo es único, jajajaja.
ResponderEliminarTú también, Posodo..., pero en otro estilo ;-)
Abrazos.
caraguevo:
ResponderEliminarEs que hay ocasiones en las que es difícil ocultar una personalidad tan fuerte.
S.Cid:
Eeeehh... ¿gracias?
Un saludo a ambos.