“Cuando G*** llegó a mi puesto de mando salí para recibirle. Bajó rápidamente de su coche.
- Lamento llegar tarde, Bradley – dijo – me he detenido en un hospital cerca de la carretera. He encontrado allí a unos cuantos derrotistas. He abofeteado a uno de ellos para hacerle entrar en razón e imbuirle de nuevo el espíritu de lucha.
Habló de ello con suma indiferencia, sin remordimiento de ninguna clase y convencido de que había procedido bien. Seguramente hubiera olvidado aquel incidente si no me lo hubiesen recordado dos días más tarde.
(…)
- Se trata de un informe que debería usted conocer, general.
(…)
Aquel informe comprendía un testimonio ocular que posteriormente llegó a ser conocido como el «incidente del abofeteamiento».
(...)
Según el comandante, G*** se había presentado sin anunciarse en la sala de recepción del 93 Hospital de guerra. Allí comenzó a caminar de una litera a otra, charlando con los heridos y felicitándolos por la magnífica labor que habían llevado a cabo en el frente.
(…)
Otro paciente estaba sentado cerca de él, estremeciéndose bajo sus convulsiones.
- ¿Y qué te ha sucedido a ti? – le preguntó ***
- Se trata de mis nervios, señor – replicó el soldado con lágrimas en los ojos.
(…)
- ¡Tus nervios, diablos! – gritó -, ¡lo que sucede es que eres un maldito cobarde!
El soldado lloró y G*** le abofeteó.
- ¡Cállate! – le gritó *** - ¡No quiero que estos valientes que han sido heridos vean cómo llora un cobarde!
G*** volvió a abofetear al hombre. El casco le cayó de la cabeza.
(…)
Al estudiar el incidente, podemos comprender el punto de vista de *** sin por ello darle nuestro asentimiento. Para G*** la guerra representaba el cumplimiento de un destino al cual entregaba su vida. Consideraba la guerra como una enfermedad crónica de los seres humanos, destinada a perseguir a la civilización hasta su tumba.
Puesto que el conflicto armado era inevitable al ser humano, G*** razonaba que los hombres debían inclinarse ante el mismo y admitirlo como una competición viril. Le resultaba inconcebible que hubiese hombres, aparte de los cobardes, que no diesen su aprobación a la guerra. Al mismo tiempo no podía comprender que hubiese hombres que pudiesen claudicar por desfallecimiento mental como resultado de los esfuerzos que entraña toda guerra. Para él era axiomático que aquellos que no deseaban luchar eran unos cobardes.
No puedo creer que G*** se mostró intencionadamente brutal con el soldado que él calificó de cobarde. Lo que quiso era purgar su «cobardía» a aquel soldado avergonzándolo ante los demás.
Sólo porque este incidente tuvo una importancia tan grande en la futura carrera de *** lo he reseñado aquí con todo detalle. Durante toda su vida *** fue perseguido por aquel error; hoy en día ya no le puede afectar. La admiración que sentimos por el *** que actuó en Europa es demasiado viva para que pueda ser menguada por este incidente.”
Este texto es un extracto del Capítulo X de la obra Memorias, de Omar N. Bradley, en su edición de la Editorial AHR, colección Libros que hacen Historia, en dos volúmenes, en el año 1956, según traducción de Víctor Scholz, obra que ya conocemos, así como al protagonista del incidente relatado, George Smith Patton jr.
Si por este incidente (la imagen de más arriba es de la dramatización del mismo desarrollada en la película “Patton”) fue apartado temporalmente en su carrera militar (siendo “adelantado” por dos compañeros graduados después de él, como su amigo Bradley y su comandante supremo en Europa, Eisenhower, entre quienes aparece en la foto de archivo de ABC), más lo fue por mostrar sus opiniones sobre el comunismo.
Teniendo en cuenta mi última anotación, me pregunto si a pesar de su energía, George Smith Patton jr., estos días y en este país, daría abasto repartiendo bofetones.
Hace un año lo recordamos por ser su cumpleaños, y hace casi medio, con motivo de la celebración del Memorial Day en Estados Unidos.
Al ser nuevamente su cumpleaños, lo traigo a estas páginas con la excusa de que George S. Patton jr. se graduó en West Point hace un siglo, formando parte del “curso de 1909”.
[Aprovechemos la anotación para resolver el problema planteado hace un año, y aún sin contestación por nadie, sobre las estrellas que luce la enoooorme bandera. La pregunta ahora es ¿qué dos estrellas marcan la diferencia?]
- Lamento llegar tarde, Bradley – dijo – me he detenido en un hospital cerca de la carretera. He encontrado allí a unos cuantos derrotistas. He abofeteado a uno de ellos para hacerle entrar en razón e imbuirle de nuevo el espíritu de lucha.
Habló de ello con suma indiferencia, sin remordimiento de ninguna clase y convencido de que había procedido bien. Seguramente hubiera olvidado aquel incidente si no me lo hubiesen recordado dos días más tarde.
(…)
- Se trata de un informe que debería usted conocer, general.
(…)
Aquel informe comprendía un testimonio ocular que posteriormente llegó a ser conocido como el «incidente del abofeteamiento».
(...)
Según el comandante, G*** se había presentado sin anunciarse en la sala de recepción del 93 Hospital de guerra. Allí comenzó a caminar de una litera a otra, charlando con los heridos y felicitándolos por la magnífica labor que habían llevado a cabo en el frente.
(…)
Otro paciente estaba sentado cerca de él, estremeciéndose bajo sus convulsiones.
- ¿Y qué te ha sucedido a ti? – le preguntó ***
- Se trata de mis nervios, señor – replicó el soldado con lágrimas en los ojos.
(…)
- ¡Tus nervios, diablos! – gritó -, ¡lo que sucede es que eres un maldito cobarde!
El soldado lloró y G*** le abofeteó.
- ¡Cállate! – le gritó *** - ¡No quiero que estos valientes que han sido heridos vean cómo llora un cobarde!
G*** volvió a abofetear al hombre. El casco le cayó de la cabeza.
(…)
Al estudiar el incidente, podemos comprender el punto de vista de *** sin por ello darle nuestro asentimiento. Para G*** la guerra representaba el cumplimiento de un destino al cual entregaba su vida. Consideraba la guerra como una enfermedad crónica de los seres humanos, destinada a perseguir a la civilización hasta su tumba.
Puesto que el conflicto armado era inevitable al ser humano, G*** razonaba que los hombres debían inclinarse ante el mismo y admitirlo como una competición viril. Le resultaba inconcebible que hubiese hombres, aparte de los cobardes, que no diesen su aprobación a la guerra. Al mismo tiempo no podía comprender que hubiese hombres que pudiesen claudicar por desfallecimiento mental como resultado de los esfuerzos que entraña toda guerra. Para él era axiomático que aquellos que no deseaban luchar eran unos cobardes.
No puedo creer que G*** se mostró intencionadamente brutal con el soldado que él calificó de cobarde. Lo que quiso era purgar su «cobardía» a aquel soldado avergonzándolo ante los demás.
Sólo porque este incidente tuvo una importancia tan grande en la futura carrera de *** lo he reseñado aquí con todo detalle. Durante toda su vida *** fue perseguido por aquel error; hoy en día ya no le puede afectar. La admiración que sentimos por el *** que actuó en Europa es demasiado viva para que pueda ser menguada por este incidente.”
Este texto es un extracto del Capítulo X de la obra Memorias, de Omar N. Bradley, en su edición de la Editorial AHR, colección Libros que hacen Historia, en dos volúmenes, en el año 1956, según traducción de Víctor Scholz, obra que ya conocemos, así como al protagonista del incidente relatado, George Smith Patton jr.
Si por este incidente (la imagen de más arriba es de la dramatización del mismo desarrollada en la película “Patton”) fue apartado temporalmente en su carrera militar (siendo “adelantado” por dos compañeros graduados después de él, como su amigo Bradley y su comandante supremo en Europa, Eisenhower, entre quienes aparece en la foto de archivo de ABC), más lo fue por mostrar sus opiniones sobre el comunismo.
Teniendo en cuenta mi última anotación, me pregunto si a pesar de su energía, George Smith Patton jr., estos días y en este país, daría abasto repartiendo bofetones.
Hace un año lo recordamos por ser su cumpleaños, y hace casi medio, con motivo de la celebración del Memorial Day en Estados Unidos.
Al ser nuevamente su cumpleaños, lo traigo a estas páginas con la excusa de que George S. Patton jr. se graduó en West Point hace un siglo, formando parte del “curso de 1909”.
[Aprovechemos la anotación para resolver el problema planteado hace un año, y aún sin contestación por nadie, sobre las estrellas que luce la enoooorme bandera. La pregunta ahora es ¿qué dos estrellas marcan la diferencia?]
¿Y cuál era el problema planteado hace un año? Te prometo que lo he leído varias veces para ver si lo entendía. Como dices: "Aprovechemos ahora para resolver el problema planteado hace un año", he supuesto que tanto el problema como la solución estaban escritos en tu anotación; pero, no sé si se debe a que alcanzo los viernes con el cerebro generalmente hecho papilla o que soy así de torpe, pero no he dado con ello.
ResponderEliminarPor otra parte, sé que las estrellas de la bandera americana representan a los Estados de la Unión, pero... en cuanto a cuáles son las dos que marcan la diferencia... ¿Tendré que esperar un año para conocer la respuesta? ;-)
Saludos y... calma pronto mi curiosidad, anda...
S. Cid
El problema de hace un año (anotación titulada "123") era:
ResponderEliminar"Por cierto, sabiendo que cada estado de la Unión está representado por una estrella, y que hay cincuenta, ¿cuántas estrellas hay en la bandera de la famosa escena inicial? (¿qué pasa? ¿a nadie se le ha ocurrido contarlas?)"
Venga, un par de días para la 'repesca'.
Vale..., en esa foto que pones ahí hay (¿ves como no tengo que copiar "cienes y cienes" de veces "Hai ay huna nyña ke dize hay". Si lo distingo perfectamente... Aquello sí que fue un "lapsus" y no el del brindis de la ministra). Pero sigo: en la foto hay..., 6x8, 48 estrellas. ¿Dónde están las dos que faltan?
ResponderEliminarPara resolver un problema, primera hay que plantear la pregunta correcta.
ResponderEliminarEn este caso, la pregunta no es "¿Dónde están las dos que faltan?" (porque en la bandera de la película no falta ninguna estrella) sino "¿Qué dos estrellas marcan la diferencia?"
(Venga, que es fácil; en vez de 'estrellas' leamos 'estados')
Bueno…, Posodo…, va a ser que no soy tan torpe (aunque tampoco ande sobrada de neuronas). No obstante, es cierto que cualquier día de la semana mis conexiones neuronales funcionan mejor que un viernes por la noche. Después de este rollo…, voy ya directa a tu pregunta.
ResponderEliminarAl ver que las estrellas eran sólo 48, la conclusión obvia era que faltaban las de dos Estados. En un principio pensé en Hawai y Alaska, que fueron los dos últimos que se incorporaron, pero no se me ocurría por qué demonios faltaban en la bandera de tu foto (recuerda…, ¡viernes!). Ayer, sábado, con el cerebro descansado, ya sólo tuve que hacer una comprobación: la estrella de Alaska se incorporó a la bandera el 4 de julio de 1959 y la de Hawai, el 4 de julio de 1960. Así pues, puesto que la película hace referencia a la Segunda Guerra Mundial…, está claro por qué faltan esas dos estrellas.
¿Qué nota me das y qué premio he ganado por contestar una pregunta que nadie, en todo un año, osó responder? ;-)
Saludos.
S. Cid
Ay S.Cid..., los viernes por la noche es que son muy malos.
ResponderEliminarMira que no caer en la cuenta que en esa época las dos estrellas de la bandera actual que faltan aún no formaba parte de la unión.
Jijijiji.
Me lo he pasado en grande leyendo este post, y vuestros comentarios.
Que gracioso fue esa bofetada...si el se la diera a hitler y le volara el sombrero fuera aun mas gracioso
ResponderEliminarA mi me sobra cobardia
ResponderEliminarBienvenido, Yerlyn restrepo, y feliz año.
ResponderEliminarNo dudo que Patton sí hubiera llegado a Berlín con fuerzas para abofetear a Hitler, pero el caso es que por criterios políticos, le impidieron avanzar para que así Berlín lo tomara el Ejército Rojo.
Un saludo.