domingo, 1 de noviembre de 2009

La Historia al teatro,... y la tradición a la Historia

Continuaba la competencia de los teatros del Príncipe y de la Cruz, dirigidos por Romea y Lombía, y continuaba yo comprometido á escribir sólo para el de la Cruz, mientras en su compañía conservara su empresario á Cárlos Latorre y á Bárbara Lamadrid. (…)
Ya Lombía, á imitación de Romea, tenia una antecámara en la cual se reunian sus autores favoritos y sus amigos íntimos, como los de Julian en el saloncito del teatro del Príncipe. De aquel venian algunos que escribian para ambos teatros, y que como Hartzenbusch y García Gutierrez no formaban pandillaje; porque su talento, formalidad y reputación, les habian ya colocado muy encima de todo mezquino espíritu de partido. Yo no iba nunca al saloncito del Príncipe é iba poco á la antecámara de Lombía, pero asistia contínuamente á mi palco de proscenio para estudiar mis actores, y bajaba en los entreactos á saludar a Carlos Latorre y á la Bárbara, las noches que trabajaban. Aquella era de Lombía; en el primer entreacto me aboqué con él en su cuarto y trabamos inmediantamente conversación, presentes Hartzenbusch, Tomás Rubí, Isidoro Gil y no recuerdo quiénes más. Hé aquí en resúmen nuestro diálogo:

Lombía. – La empresa espera de V. un señalado servicio.
Yo. – Debo servirla según mi contrato y según mis fuerzas.
Lombía. – Sabe V. que es costumbre que las funciones de Noche-Buena sean beneficio de la compañía, repartiéndose sus productos á prorata entre todos sus actores y empleados según su clase. (…) Sabe V. que Cárlos Latorre no toma nunca parte en las funciones de Navidad, so pretesto de que en le género cómico de estas alegres representaciones no cabe el suyo trágico; de modo que cobra y se pasea desde Navidad á Reyes. Queremos que comparta este año con nosotros el trabajo de tales dias, y no hay más que un medio con el cual se avenga, y es, que se le escriba una pieza nueva, y la empresa ha pensado en V.


Así relata el autor de sus memorias el ambiente teatral del momento en que, digámoslo así, fue retado a escribir un drama para un objeto concreto, y para una fecha determinada.

Yo. – Estamos á 13, y por breve que sea el trabajo…
Lombía. – Deberia estar concluido el 17; copiado y repartido, el 18; estudiado, el 19 y el 20; ensayado el 21 y 22, y representado el 24.


Tras el correspondiente forcejeo dialéctico, se llegó al final de la conversación:
Lombía. – Propuesta aceptada.
Yo. – Pues hasta el 16 á las siete.


Y así:
En tal dia y en tal hora, concluido mi trabajo, volví á presentarme en el teatro de la Cruz, donde Hartzenbusch, Rubí y algunos otros de quienes no me acuerdo, me esperaban con Lombía, que tenia sobre la mesa una Historia de España”

Resuelta la propuesta, y quedó todo dispuesto:
Sin reflexionar, tomé mi sombrero y dije saliendo tras él de su cuarto: «Mañana á estas horas quedan Vds. citados para leer aquí un drama en un acto. – Buenas noches.
–¿Apostado? me gritó Lombía dirigiéndose á los bastidores.
–Apostado: me darán Vds. de cenar en casa de Próspero ; respondí yo echándome fuera de ellos por la puerta de la plaza del Ángel.
Poco trecho mediaba de allí á mi casa, núm. 5 de la de Matute: poco tiempo tuve para amasar mi plan, pero tampoco tenia minuto que perder.


Los extractos están tomados, como los de hace un año, de la obra Recuerdos del tiempo viejo, editada en 1880, en la Imprenta de los Sucesores de Ramírez y Cía, de Barcelona, y al igual que entonces, se ha respetado, como se ha podido observar, la ortografía de la época.

Estas líneas ilustran el ambiente teatral del Madrid todavía romántico del XIX: las amistades, el empuje y trabajo (empresarial, es decir, privado), los retos,… Sí, eso tan fuera de lugar en este siglo XXI: ¡hay que ver lo que hace el cambio de sitio de un palito…!

Hace un año ya comenté en estas páginas la actual “tradición” en perjuicio de otra con siglo y medio de presencia. En esta ocasión, en los recuerdos al personaje en cuestión, se me han adelantado dos personas (cuyos diarios están enlazados en la columna de la derecha).

Así pues, yo, como entonces, he recordado al autor y... a su casa.



Aunque hay algo que…, como si no sólo la tradición fuera lo que se ha hubiera perdido…

1 comentario:

  1. ¡Qué buena anotación! ¡Cómo me ha gustado! Disfruto mucho leyendo estas cosas. ¡Y qué tiempos aquellos...!

    Me encantan esta anotaciones. Nunca defraudas... Ah..., y gracias por la mención ;-)

    Saludos.

    S. Cid

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