Anoche, caragüevo y un servidor regresamos de una breve estancia de cinco días en Venecia.
[Aquí, los habituales de estas páginas exclamarán, ¡Ahora entiendo tanta tranquilidad! Pues sí, pero se acabó lo que se daba.]
Según parece, hay quienes consiguen visitar la ciudad en dos días, o menos, o eso dicen. Está claro que o no la visitan, o su forma de contar es la propia de este actual Gobierno del Reino de España (es decir, dos, en realidad quiere decir, cinco, diez, un millón, qué más da, si la gente se cree todo lo que digamos). Nosotros, como en todos los viajes que hacemos, nos hemos dejado claras opciones para el siguiente, o los que Dios quiera, no pongamos límites a Su Voluntad.
Durante un cierto tiempo, iremos dando unas crónicas tomando como excusa este viaje. Con esto, ha quedado hecho el aviso. A partir del siguiente punto, cualquier parecido con la realidad en las páginas redactadas por el gestor irresponsable (ahora no recuerdo si es latina o griega la ‘i’, ni si es junto o separado – el resultado será el mismo) de este diario, será coincidencia sobrevenida, y el lector que ose introducirse en la jungla de palabras e imágenes, será tratado como se merece.
Así, pues, empecemos por el principio.
Que, recordemos, era: “Anoche, caragüevo y un servidor regresamos de una breve estancia de cinco días en Venecia.”. El principio de la anotación, claro, no del viaje. (Y es que no hay que presuponer nada que no esté en el enunciado o se deduzca cabalmente de él [cinco años yendo a la escuela ZP, y no hay manera de que esto tan sencillo se aprenda]).
Bueno, pues anoche, en Manises, es decir, el aeropuerto de Valencia (simplemente la terminal está en ese otro municipio, cuestión de espacio, más que nada), tuvimos el resumen del viaje, pero en negativo.
Por un lado, lloviendo, y yo viéndo-lo: desde el avión, entre el avión y el autobús, desde el autobús y… en la terminal.
Por otro lado, yo-viendo las maletas… de otros, que no las nuestras.
Nos dijeron que lo más probable es que llegaran esta mañana con el primer avión de Madrid. Nos vinimos sin preguntar por el horario de ese vuelo, ¿para qué? Ya llamarían. ¿O no?
[Aquí, los habituales de estas páginas exclamarán, ¡Ahora entiendo tanta tranquilidad! Pues sí, pero se acabó lo que se daba.]
Según parece, hay quienes consiguen visitar la ciudad en dos días, o menos, o eso dicen. Está claro que o no la visitan, o su forma de contar es la propia de este actual Gobierno del Reino de España (es decir, dos, en realidad quiere decir, cinco, diez, un millón, qué más da, si la gente se cree todo lo que digamos). Nosotros, como en todos los viajes que hacemos, nos hemos dejado claras opciones para el siguiente, o los que Dios quiera, no pongamos límites a Su Voluntad.
Durante un cierto tiempo, iremos dando unas crónicas tomando como excusa este viaje. Con esto, ha quedado hecho el aviso. A partir del siguiente punto, cualquier parecido con la realidad en las páginas redactadas por el gestor irresponsable (ahora no recuerdo si es latina o griega la ‘i’, ni si es junto o separado – el resultado será el mismo) de este diario, será coincidencia sobrevenida, y el lector que ose introducirse en la jungla de palabras e imágenes, será tratado como se merece.
Así, pues, empecemos por el principio.
Que, recordemos, era: “Anoche, caragüevo y un servidor regresamos de una breve estancia de cinco días en Venecia.”. El principio de la anotación, claro, no del viaje. (Y es que no hay que presuponer nada que no esté en el enunciado o se deduzca cabalmente de él [cinco años yendo a la escuela ZP, y no hay manera de que esto tan sencillo se aprenda]).
Bueno, pues anoche, en Manises, es decir, el aeropuerto de Valencia (simplemente la terminal está en ese otro municipio, cuestión de espacio, más que nada), tuvimos el resumen del viaje, pero en negativo.
Por un lado, lloviendo, y yo viéndo-lo: desde el avión, entre el avión y el autobús, desde el autobús y… en la terminal.
Por otro lado, yo-viendo las maletas… de otros, que no las nuestras.
Nos dijeron que lo más probable es que llegaran esta mañana con el primer avión de Madrid. Nos vinimos sin preguntar por el horario de ese vuelo, ¿para qué? Ya llamarían. ¿O no?
No te preocupes, que todos los males sean ese.
ResponderEliminarPeor es cuando te pierden la maletas al ir...
En fin, esperamos tus crónicas, que suponemos jugosas.
¿Cinco días en Italia y se nos olvida el español, signore Posodo? Y griega + espacio, por Dios, no me ponga esa i latina seguida de tanta erre... ¡Cómo que da igual!, con lo bien que gestiona usted este diario...
ResponderEliminarAunque veo que don Posodo ha vuelto juguetón con el léxico y yo-viéndo-le a usted (y también ahí fuera, que se me han mojado los agapornis por no meterlos a tiempo) tan retozón con la semántica, me pregunto qué esconde la espeluznante amenaza contra el lector osado que se adentre entre sus letras y que profiere usted con tanta rotundidad en el día de hoy .
¿Pues sabe lo que le digo? Que ¡mejor! Amenace usted todo lo que quiera, que así le damos a la mente un poco de caña... y de entretenimiento inteligente con el que solazarse, que esta esta España suya y mía, signore Posodo, muy cargada y cargante estos últimos meses.
Saludos y hasta la próxima visita, a la que acudiré convenientemente pertrechada... ;-)
S. Cid
Zuppi: gracias por la confianza.
ResponderEliminarS.Cid: ¿qué es un agaporni? (por cierto, cuidado con el teclado, donde la 'i' es vecina de la 'o'). La 'amenaza' es sencilla: si cinco horas de "La valquiria" me dieron para no recuerdo cuántas anotaciones a lo largo de no me acuerdo cuántos días, es fácil imaginar el juego que pueden dar cinco días.
Gracias por la insinuación, pero el entretenimiento intelectual existe sólo gracias a los lectores y comentaristas.
Y aunque ya tenía prevista una anotación, en tu penúltimo párrafo me has dado una 'excusa' ;-)
Gracias a ambas.
No me seas mal pensado..., Posodo... ;-), pero tendré cuidado con la "i" y la "o" cada vez que escriba "agaporni" ;-)
ResponderEliminarPor cierto, y en contestación a tu pregunta: un agaporni es una especie de lorito, pero tiene la característica especial de que no puede vivir solo: tienen que estar juntos en la jaula un macho y una hembra (y no me hagas más juegos de palabras con el nombrecito...) ;-)
Yo tengo una parejita que me regaló una de mis hermanas hace cosa de un mes porque en su patio, cuando los sacaba, molestaban a los vecinos.
¿De nuevo doy motivo para una... "excusa"? Pues bien venida sea, si con ello tenemos nuevos textos en este diario :-)
Saludos.
S. Cid
El enigma sobre la maleta es cómo si llegó en el vuelo de las ocho de la mañana la repartieron a las dos de la tarde.
ResponderEliminar¿tantas había para repartir?, ¿tantas perdieron ese día?. A mí no me supuso mayor problema, y no me voy a quejar después de ver cómo quedó el equipaje de los demás viajeros bajo la tormenta de agua que tuvieron que soportar en la pista.