viernes, 22 de marzo de 2013

Recuperando, al menos, lo que hay

Pocos son los documentos de las épocas clásicas que han llegado hasta el presente sin ser calladas víctimas de manipulación, extravío, ocultación o mera desidia. «Lo que llamamos cultura –advertía Umberto Eco– es, en realidad, un largo proceso de selección y filtro. Colecciones enteras de libros, de cuadros, de películas, de cómics, de objetos de arte han sido confiscadas, han desaparecido o se han perdido por simple neglicencia. ¿Eran lo mejor de la creación? ¿Eran lo peor? En el campo de la creación, ¿hemos recogido pepitas de oro o lodo? Aún leemos a Eurípides, a Sófocles, a Esquilo, y los consideramos los tres grandes poetas trágicos de la antigua Grecia. Ahoran bien, cuando Aristóteles en su Poética, dedicada a la tragedia, cita los nombres de los representantes más ilustres, no los menciona. Lo que hemos perdido, ¿era mejor, era más representativo del teatro griego que lo que hemos conservado? En este punto, ¿quién nos quitará la duda?»

Recordé este párrafo cuando leí hace unas semanas la noticia de que se había recuperado una obra de Eurípides, Hipsípila, por parte de unos profesores de instituto… junto con la compañía formada por alumnos suyos.

Se trata de los profesores Miguel Navarro y Joaquín Pastor, quienes con el Grupo de Teatro Griego Komos (con alumnos de los institutos Distrito Marítimo y Vicenta Ferrer Escrivá, en Valencia), han conseguido recuperar una obra de hace más de 2.400 años.

Y aunque sea con retraso, traigo aquí noticia de este esfuerzo, para felicitarles, y para que no tengan que esperar otros 2.400 años en recibir aplausos.

Créditos:
Extracto del inicio del artículo «F for Fake», de Fernando R. Lafuente, en su columna Cero en conducta, publicado en ABC Cultural el 23 de febrero de 2013.
Fotografía de las ruinas del teatro romano de Segóbriga (Cuenca), en septiembre de 2002 gentileza de caraguevo.

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