“Es
el general Tolomeo quien nos interesa, pues él será quien gobierne a partir de
entonces el legendario Egipto, desde el sur de Siria hasta los confines más
recónditos del valle del Nilo. Las guerras de frontera, precisamente contra los
otros generales del fallecido Alejandro, ahora convertidos en ambiciosos reyes,
consumen las fuerzas de Egipto, pero, aun así, Tolomeo I funda un edificio en
Alejandría más allá de los intereses militares: una biblioteca. No tuvo tiempo
de más. Su hijo Tolomeo II le sucede en el trono, pero Tolomeo II no es el gran
militar que fue su padre y pronto es derrotado en las fronteras del reino;
Tolomeo II, rey faraón de Egipto, se concentra entonces en las grandes obras
públicas en Alejandría [y] continúa
con la consolidación de la biblioteca.”
“Entre
todo lo que traían [los barcos que llegaban a Alejandría] había cestos enormes repletos de rollos y más
rollos de papiro con volúmenes de todo tipo: obras de teatro, poemas épicos,
tratados de filosofía, medicina, matemáticas, retórica y cualquier rama del
saber de la época. Se trataba de recopilar todo el conocimiento para constituir
la mayor y mejor biblioteca del mundo, pero llegó un momento en que todos los
funcionarios del nuevo edificio se vieron desbordados por la enorme cantidad de
rollos que tenían y así se lo comunicaron al rey. Fue entonces cuando Tolomeo
II (…):
-
Necesito que te ocupes de la biblioteca –le dijo Tolomeo II.”
Hoy, no sé por qué, se celebra el Día de la Biblioteca. Así, en singular, tal vez por la cosa ésa de los recortes.
Por mi parte, he de reconocerlo, no he organizado
ningún evento especial. Tal vez el próximo año, ahora que ya lo sé…
La ventaja que tengo, en relación con
Tolomeo II, es que mi problema se limita a a ver cómo ordeno los libros, ahorrándome
ver cómo ordeno a nadie que lo haga.
Y así estoy.
Créditos:
Extracto del relato ¿Quién inventó el orden alfabético?, de Santiago Posteguillo,
incluido en la obra La noche en que
Frankenstein leyó el Quijote, editada, por primera vez, en septiembre de
2012 por Planeta.
Fotografía de unas pilas de libros de mi
biblioteca junto con la placa correspondiente, ésta, uno de los detalles que
espera su turno.
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