lunes, 14 de abril de 2014

… ¿al último en la tribuna?

Con independencia del hálito romántico que pueda impregnar tanto la novela de Bulwer-Lytton como la ópera de Wagner, con la consiguiente diferencia respecto de lo que realmente sucedió, la historia de Cola di Rienzo, o Rienzi, nos recuerda lo voluble que se muestra la opinión de los grandes grupos de personas.



De este modo, se pasó de las grandes aclamaciones y los entusiásticos apoyos al último tribuno de los romanos, a, en poco tiempo, llenar Roma con los gritos contra ese mismo tribuno, y su caída en desgracia ante ese pueblo que unos meses antes lo había ensalzado como defensor suyo frente a personas y poderes despóticos.

Que aquellos hechos sucedieran a mediados del siglo XIV no quita que las tendencias hayan cambiado: como bien se le hace decir al personaje de Esteban de Colonna, los vaivenes de la vida y de la política «son como olas del mar, que van y vienen».


Visto que en Roma hay quien sigue aplicándose contra la política italiana (y sus vaivenes), esperemos que una letra no sea la única diferencia que haya entre aquel Rienzi y el actual Renzi.

Más que nada, porque Cola di Rienzo murió asesinado por la turba.

Créditos:
Grupos de viñetas de Rienzi, adaptación en formato de tebeo de la homónima novela de Edward Bulwer-Lytton, con texto de Cassarel e ilustraciones de Carlos Sanchís Tortosa, publicada por Editorial Bruguera en 1977 como nº 111 de la colección Joyas literarias juveniles, y recogida en el volumen número 50 de la nueva colección Joyas literarias juveniles, publicada por Editorial Planeta DeAgostini entre 2009 y 2010, de la biblioteca de los hijos del autor.
Fotografía de la estatua de Rienzi, obra de Girolamo Masini de 1887, situada en el Campidoglio, en Roma, cerca del lugar donde fue asesinado, de septiembre de 2011, del autor.

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