“Por el contrario, gracias a la literatura, a las conciencias que formó,
a los deseos y anhelos que inspiró, al desencanto de lo real con que volvemos
del viaje a una bella fantasía, la civilización es ahora menos cruel que cuando
los contadores de cuentos comenzaron a humanizar la vida con sus fábulas. Seríamos
peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas,
menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni
siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las
insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin
necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta
para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que
debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera
las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola.
Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la
importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que
se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión.
Quienes dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la
belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntese
por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los
ciudadanos de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de
censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores
independientes. Lo hacen porque saben el riesgo que corren dejando que la
imaginación discurra por los libros, lo sediciosas que se vuelven las ficciones
cuando el lector coteja la libertad que las hace posibles y que en ellas se
ejerce, con el oscurantismo y el miedo que lo acechan en el mundo real. Lo
quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan
la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la vida de la fantasía
es más rica que la de la rutina cotidiana. Esa comprobación, si echa raíces en la
sensibilidad y la conciencia, vuelve a los ciudadanos más difíciles de
manipular, de aceptar las mentiras de quienes quisieran hacerles creer que,
entre barrotes, inquisidores y carceleros viven más seguros y mejor.”
Créditos:
Extracto de Elogio de la lectura y la ficción,
discurso ante la Academia Sueca de Mario Vargas Llosa, con motivo de la
concesión del Premio Nobel de Literatura 2010, tomado de la edición no venal
realizada por Alfaguara en enero de 2011, de la biblioteca del autor (pp.
14-15).
Hermosa reflexión. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSaludos.
Me alegro, MGae.
ResponderEliminarLo lamentable es ver qué pronto se ha hecho realidad la frase de las mentiras de quienes quisieran hacerles creer que, entre barrotes, inquisidores y carceleros, viven más seguros y mejor.
Un saludo.