“Barcelona
28, 2 tarde. Ayer estuvo el profesor Einstein en el Sindicato único de la
distribución devolviendo la visita que le había hecho la delegación de dicho
Sindicato. Le saludó, en nombre de la Confederación Nacional del Trabajo, Angel
Pestaña al cual dijo el Sr. Einstein. “Yo también soy revolucionario, pero en
el terreno científico, y como los científicos me preocupan también los temas
sociales, que estimo que constituyen uno de los aspectos más interesantes de la
humanidad.” El profesor Einstein, refiriéndose a la represión última, dijo que
creía que en ella había habido más ofuscación que maldad, y deseó a los
sindicalistas suerte en el éxito final.”
Un día después…
“El
famoso autor de la teoría de la relatividad es nuestro huésped desde anoche. (…)
Al
recoger en estas columnas la noticia de su llegada, damos la más cordial
bienvenida al ilustre sabio.
En
Guadalajara tomo el rápido de Barcelona y me pongo en busca del que es ilustre
huésped de España y hoy de Madrid. Después de echar la mirada en unos
compartimientos, lo percibo a través del cristal conversando con su esposa. (…)
Toco
en la puerta. Einstein levanta hacia mí una mirada sorprendida, casi asustada.
¿Habrá sufrido mucho por las indiscreciones de periodistas? Entro, me presento,
le exhibo el ABC de esta mañana, que lleva en primera plana su fotografía. Y
sencillamente, sin más preámbulo, se levanta, me da la mano y me invita a
sentarme. (…)
Mientras
el tren corre hacia Madrid, Einstein me honra soportando mis preguntas.”
Sufrir las indiscreciones de los
periodistas, no sé, pero desde luego, sí parece que sufrió noticias no
totalmente ciertas, por decir algo:
“-
Le ruego a usted –me dice Einstein– que rectifique las declaraciones que se me
atribuyen. Es cierto que acepté la invitación de los sindicalistas; pero dije
lo contrario de lo que escriben los periódicos. Dije que no soy revolucionario,
ni siquiera en el terreno científico, puesto que quiero conservar cuanto se
pueda y pretendo eliminar tan sólo lo que imposibilite el progreso de la
ciencia. Dije que debía hacerse lo mismo en la sana evolución política. ¿Cómo
hubiera podido pronunciar las palabras que se me atribuyen, puesto que vivo
apartado de toda actividad política? Cierto que soy un sincero demócrata, me
interesan los problemas sociales y deseo la igualdad de derechos para todos los
seres humanos; pero no tengo fe en una sociedad socialista ni en el
programa de producción de los comunistas.”
Como puede verse, una cosa es mantener el
equilibrio entre la física clásica y la relativa, por decirlo así, y otra más
ardua, mantener el equilibrio ante lo que se publica en los periódicos.
Y ni siquiera Einstein pudo, con toda la
velocidad de la luz, escapar de esa situación.
Créditos:
Texto de la noticia publicada bajo el título
Einstein a los sindicalistas,
publicada en ABC el 1 de marzo de
1923, tomado de la hemeroteca en internet del periódico.
Extractos del artículo El profesor Einstein en Madrid. Una hora con
Einstein, de Andrés Révész, publicado en ABC el 2 de marzo de 1923, tomados de El periódico del siglo. 1903-2003. 100 firmas-100 años, selección
de Catalina Luca de Tena editada por Luca de Tena ediciones en 2002 (pp.
161-165), disponible también en la hemeroteca en internet del periódico.
Fotografía de Albert Einstein, en
bicicleta, en Los Ángeles, en 1933 (es decir, hace 80 años, y diez después de
las declaraciones transcritas), tomada de La
fuerza del conocimiento. La dimensión científica de la sociedad, de John
Ziman, en edición de Alianza Editorial como número 765 de su colección El libro de bolsillo, en 1980 (pág. 145),
de la biblioteca del autor.
Para que una se fíe de la prensa...
ResponderEliminarY de los sindicatos.
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