“Nuestro colaborador D. Wenceslao Fernández Flórez nos ruega la
publicación de la nota siguiente:
"Me ha maravillado la lectura de una nota del
Banco de España, en la que se comenta una conferencia que pronuncié el pasado
día 12 ante el micrófono de Unión Radio (…).
El Banco se queja de que haya pretendido yo
hacerle víctima de mis ironías. ¿De qué ironías? Mis cuartillas se guardan en
el archivo de Unión Radio. Véase en ellas si yo he aludido en ningún momento al
proceder del Banco de España. No. Me he limitado a referir que un consejero
–cuyo nombre no pronuncié– había asegurado ante veraces y respetables
individuos de la Cámara Oficial del Libro que intervinieron en la organización
de la II Feria, que él en toda su vida había comprado un libro. Esta anécdota
es absolutamente exacta. Y si perjudica “al prestigio individual y colectivo
del Consejo”, no soy yo, ciertamente, el que tiene la culpa."”
¿Ni siquiera compró un
libro… de cuentas?
Desde luego, como decía
Cantinflas en una película, “debe-haber,
debe haber… pero no hay”.
Créditos:
Extracto de la nota
publicada en ABC el 18 de mayo de
1934, tomado de la hemeroteca del periódico en internet.
Imagen de la cabecera de
una página de un libro de Cuentas corrientes.
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