viernes, 19 de abril de 2013

Libros con cuentas

Dentro de una semana comienza en Valencia la Feria del Libro. Lo nuevo para este año es… la novedad de que no salen las cuentas.

Y es que, según se ha publicado, el sector del libro se encuentra con una importante disminución en el volumen de ventas (un 40% en lo que llevamos de crisis, parece). A ello, hay que añadir que los índices de lectura tampoco son nada del otro mundo (parece que el índice de la Comunidad Valencia es tres puntos inferior a la media nacional, aunque no sé en qué unidades está medido, ni cómo, el índice en cuestión).

Otra cosa que sale también en las cuentas es el tema de las subvenciones y ayudas institucionales, aspecto sobre el que siempre se puede decir aquello de que “quien quiera peces, que se moje el culo”.

El sector del libro está capeando la crisis porque está acostumbrado a contar con pocos medios y, desde siempre, aplican a rajatabla el emprendedurismo [sic]. Los libreros saben que deben renovarse. (…)
Pese a la coyuntura económica sólo se han cerrado cuatro o cinco librerías en la provincia de Valencia, que se compensa con la apertura de otras tantas. Aún así desde la organización del certamen literario enfatizó en la necesidad de proteger a las librerías.

“[El presidente de la Associació d’Editors del País Valencià, Jesús] Figuerola ha insistido en que "los libros hay que comprarlos en las librerías y no en las grandes supeficies, y además hay que promocionar las librerías de proximidad, las de pueblos y barrios".

Ante lo cual uno no puede sino pensar en que, tal vez,:
- da la impresión de que los libreros quieran clientes, en vez de clientela, lo que no es exactamente igual.
- la clientela, en lo que veo por ahí, no se mueve por aquello que puede encontrar en otro sitio, no ya más barato, sino, tal vez, más fácilmente, que es la ventaja de las ‘grandes superficies’.
- si las librerías se limitan a ofrecer lo que les llega en las cajas del reparto de los distribuidores, vista una librería, vista todas.
- la clientela es de la tienda, del tendero; es decir, precisamente de aquello que hace un establecimiento totalmente distinto y diferente de los restantes.

Y por ello, la renovación tendrá que venir de la mano de la diferenciación: sea por añadir a la actividad de venta, la de editorial (como París-Valencia); sea por establecer una vinculación más personal a través de un Club de Lectura (como Casa del Libro); sea por ir más allá y convertirse, como BiblioCafé, más que en una librería, en un centro cultural con numerosas actividades, como bien suele reseñar caraguevo.

Sé que no es nada fácil pero consolidado el comercio en internet, y con el arranque de los libros electrónicos, creo que es el único camino.

Créditos:
Extracto del artículo de Carmen Velasco en Las Provincias.
Extracto de la noticia publicada en la página de la Feria del Libro de Valencia.

1 comentario:

  1. Las librerías también pueden apostar por la especialización como Futurama con los tebeos o Rana Books con libros en inglés, aunque es una apuesta difícil y arriesgada, pero tener, como dices, lo que envía el distribuidor, sin saber lo que hay en las cajas, no distingue a una librería.

    Muchas gracias por el enlace.

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