sábado, 20 de abril de 2013

Self-service along the shelf

One of my favourite things to do (occasionally surreptitiously but usually unabashedly) when I am in a new friend’s home for the first time is to peruse their bookshelves.

Me sucede, no ya con frecuencia, sino siempre, que cuando hojeo un libro buscando un fragmento concreto, me suelo enganchar en otras partes del mismo, y, sin ningún problema, acabo leyéndome un capítulo entero… tras lo cual tengo que seguir buscando el fragmento en cuestión (que en ocasiones,… no existe).

Estos días me ha pasado algo parecido: buscando entre las notas y apuntes para preparar una de las anotaciones últimamente publicadas, me he encontrado con la referencia de un artículo de Beth Carswell publicado en septiembre de 2010,… y que estaba esperando su turno para llegar a estas páginas.

La introducción al mismo que figura en Abebooks nos plantea el problema de los libros electrónicos visto desde el punto de vista de qué dicen de nosotros (o, mejor dicho, ya no se nos muestra), eso sí, con humor: “we lose the alarm bells that go along with discovering your would-be new romance has a house full of home taxidermy books”.

Sí, bueno, será mejor que volvamos con Beth Carswell:
For me, books are part of my house, part of my decor, and part of who I am. When you come into my home (mind the clutter), I expect and welcome you to eye the shelves, laugh at some inclusions, ask about some inclusions (...) and to pull down copies, admire my few cherished collectible books, borrow, discuss, argue – and yes, even draw conclusions.
Don’t worry. I’ll do the same to you.

El caso es que... yo hago lo mismo.

Créditos:
Extractos del artículo Undercover: Judging People by Their Books, de Beth Carswell, publicado en Abebooks en septiembre de 2010, y de la introducción al mismo.

2 comentarios:

  1. Pues sí, tiene razón, las librerías dicen mucho de los habitantes de una casa.

    Un saludo

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  2. Completamente de acuerdo con ambos. A mí se me van los ojos tras los títulos de una librería... ¡incluso en las fotos!

    Más aún: la ausencia de libros (o las estanterías decoradas con ejemplares de cartón piedra...) también dice ¡mucho! de algunas personas...

    Saludos.

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