En la noche del sábado al domingo de hace
dos semanas, el sensor de temperatura de la salida de humos de la caldera de
casa decidió estropearse, de modo que en cuanto comenzaba la combustión, se
activaba y al cabo de poco, se bloqueaba la caldera.
Menos mal que tenía una buena asistencia técnica, y el lunes por la mañana ya me pudieron dar su diagnóstico: «¡Uf! Esta
caldera tiene sus quince años, y veremos lo que cuesta de encontrar la pieza.»
El problema es que también estaba
afectado por la cal el intercambiador (de hecho, el agua caliente era más bien
tibia), y por tanto… tuvimos un ‘yaque’.
Es decir: ‘yaque’ no funciona, mejor
cambiarla por una nueva.
El problema sobrevenido es que, por el
motivo que fuera, la caldera nueva tardó en llegar más de lo previsto. Pero el
pasado lunes por la tarde, en un par de horas, me la dejaron funcionando sin
problemas.
Mientras tanto, esa semana, agradeciendo
que no hiciera demasiado frío, y cambiando la ducha por el baño, forzando el
rearranque de la caldera para tener algo de agua tibia, y complentándolo a la antigua:
poniendo peroles de agua a calentar.
Pero bueno, hemos sobrevivido.
Créditos:
Fotografía de la caldera de casa, la
inicial, en diciembre de 2013, del autor.
Pues no me queda otra que darte la enhorabuena por los quince años que te ha durado la susodicha; yo llevo doce años en la actual casa y ya voy por la tercera caldera gracias a la "calidad" del agua suministrada, la cual ha quedado certificada hace poco más de un mes cuando nos han comunicado por carta que no es potable. ¡Ah!, estamos en zona urbana, no vayáis a pensar que es una zona en medio de la nada. Pero ahí sigue la empresa, suministrando el agua. ¡Qué país!
ResponderEliminarPues espero, vinagre63, que el problema pronto quede aclarado.
ResponderEliminarUn saludo.