“«Levántate,
toma contigo al niño y a su madre y huy a Egipto; y estáte allí hasta que yo te
diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Él se levantó, tomó de
noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto.”
En su alocución de esta mañana, el Papa Francisco
ha recordado el hecho de la huida a Egipto de la Familia de Nazaret, como
ejemplo de quienes se ven obligados a emigrar por estar perseguidos; por
ejemplo, digo yo, en Siria.
Pero también ha recordado a los que lo
hacen por necesidades económicas; por ejemplo, digo yo, como hizo Jacob y su
familia.
“De
todos los países venían también a Egipto para proveerse comprando grano a José,
porque el hambre cundía por toda la tierra.
Vio
Jacob que se repartía grano en Egipto, y dijo Jacob a sus hijos: «¿Por qué os estáis
ahí mirando? Tengo oído que hay reparto de grano en Egipto. Bajad a comprarnos
grano allí, para que vivamos y no muramos» Bajaron, pues, los diez hermanos de
José a proveerse de grano en Egipto. (…)
El
hambre seguía abrumando la tierra. Así, pues, en cuanto acabaron de consumir el
grano traído de Egipto, les dijo su padre: «Volved y compradnos algo de comer.»
(…)
El
faraón dijo a José: «Di a tus hermanos: Haced esto: Cargad vuestras acémilas y
poneos inmediatamente en marcha hacia Canaán, tomad a vuestro padre y vuestras
familias, y venid a mí, que yo os daré lo mejor de Egipto, y comeréis lo más
pingüe del país. Por tu parte, ordénales: Haced esto: Tomad de Egipto carretas
para vuestros pequeños y mujeres, y os traéis a vuestro padre. Y vosotros
mismos no tengáis pena de vuestras cosas, que lo mejor de Egipto será para
vosotros. (…)
Partió
Isarael con todas sus pertenencias (…) Los hijos de Israel montaron a su padre
Jacob, así como a sus pequeños y mujeres, en las carretas que había mandado el
faraón para transportarle.
También
tomaron sus ganados y la hacienda lograda en Canaán, y fueron a Egipto, Jacob y
toda su descendencia con él. Sus hijos y nietos, sus hijas y nietas: a toda su
descendencia se la llevó consigo a Egipto.”
Como vemos, en el caso de Jacob, no sólo
fueron bien acogidos en Egipto, sino que incluso fueron llamados por el mismo
rey.
Esta situación, en la actualidad, ya no
se da. Si en su momento, por ejemplo, en España, los emigrantes eran incluso vistos
como necesarios por el poder económico, ahora ya no es así, ni muchísimo menos.
Es más, se les ve como una amenaza, al igual que hiciera el rey de Egipto.
“Los
israelitas eran fecundos y se propagaban; se multiplicaban y hacían muy
fuertes, y llenaban el país.
Surgió
en Egipto un nuevo rey, que no había conocido a José; y dijo a su pueblo: «Mirad,
el pueblo de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros. Actuemos sagazmente
contra él para que no siga multiplicándose, no sea que en caso de guerra se alíe
también contra nosotros y se marche del país.» Entonces, les impusieron
capataces para oprimirlos con duros trabajos; y así edificaron para el faraón
las ciudades de depósito: Pitom y Ramsés.”
Curiosamente, a los israelitas también,
como en España, los pusieron a trabajar en la construcción (otra cosa muy
distinta, es la solución en cada caso a la ‘burbuja inmobiliaria’).
Está claro que las fronteras son difíciles
de cerrar (incluso Estados Unidos, la famosa «tierra de acogida», tenía su Isla
de Ellis), pero la solución, como apunta el Génesis, tal vez no esté en la
gestión de las fronteras, sino en la correcta (o sea, justa) gestión en cada sitio de las ‘vacas
gordas’ para cuando lleguen las ‘vacas flacas’.
¿Que eso no es fácil de conseguir? Ya lo
sé. Pero, ¿hay algo fácil de hacer de entre lo que nos propone la Biblia?
Créditos:
Extractos tomados de la Nueva Biblia de Jerusalén, revisada y
aumentada, editada en 1998 por Desclée De Brouwer, de la biblioteca del autor:
Evangelio según San Mateo (2, 13), –Evangelio de este domingo, festividad
de la Sagrada Familia–.
Génesis (41, 57; 42, 1-3; 43, 1-2; 45, 17-20; 46, 1-7)
Éxodo (1, 7-11)
Fotografía de Descanso en la huida a Egipto, óleo sobre lienzo de Domingo Saura (ca.
1645-1715), en el Museo de Bellas Artes San Pío V, en Valencia, en agosto de
2012, del autor.
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