lunes, 3 de febrero de 2014

Para loar... y hablar

Esta mañana he tenido la oportunidad de acercarme por la parroquia de San Valero Obispo y San Vicente Mártir, donde estaban de celebraciones aunque no fuera por la festividad de ninguno de los dos santos (y compañeros).

Y es que resulta que, por algún motivo que ignoro, la parroquia de San Valero (abreviando), en el antiguo poblado de Ruzafa, es la sede de la devoción de la capital valenciana a San Blas Obispo, cuya festividad sí es este 3 de febrero (con o sin cigüeñas).

Asociada a dicha devoción está la tradición de la bendición del pan (los feligreses se lo llevan de casa a la misa solemne de la mañana, o lo compran en los puestos al efecto de la calle), así como otras labores de panadería como son les tradicionals coquetes.

De un modo u otro, los panes o les coquetes, la bendición es para las personas que los toman (como la tarde anterior recordó mi párroco: no se bendice la cosa sino la persona que hace uso de ella), y en este caso concreto, solicitando ayuda ante las enfermedades de la garganta.


¡Ah! Y, desde luego, quienes no estuvieron calladas fueron las campanas de la iglesia.

Créditos:
Fotografías del altar a San Blas, ante la fachada principal; de la bolsita con les tradicionals coquetes comprada en un puesto; y del volteo de campanas antes de la misa solemne; todas esta mañana, en la iglesia de San Valero, en el barrio de Ruzafa, de Valencia, del autor.

1 comentario:

  1. Yo conocí la tradición de San Blas en la ciudad de Lorca, donde bendicen los típicosrollicos del santo.

    Un abrazo. Y a cuidarse la garganta...

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