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Así se inicia el capítulo octavo de Acqua alta, de Donna Leon, según la traducción de Ana Mª de la Fuente, publicada por Seix Barral en Booket.
En la anotación anterior enlazaba una noticia de El Mundo, en la que se decía, entre otras cosas, que “para muchos turistas esta crecida del agua de los canales forma parte del atractivo de Venecia”.
Como éste es el caso precisamente del que se queja Brunetti, quiero en esta anotación hacer un pequeño homenaje a los venecianos que sufren ambas catástrofes.
En nuestro viaje a Venecia en septiembre pasado, al no tratarse de un viaje organizado por nadie, salvo por nosotros mismos, pudimos recorrer Venecia sin mayor problema, ni de itinerario ni de horario. Gracias a ello fuimos testigos de cómo los niños iban a la escuela, o jugaban en la calle al salir de ella, de cómo los comerciantes (de negocios no turísticos) organizaban sus tiendas a primera hora, de cómo se repartía el género, de cómo se recogía la basura,…
Como en una canción de hace muchos años, “al tendero, al cartero, al policía saludé”. Sí, “Viva la gente… veneciana”.
O sea..., un turismo alejado de las rutas turísticas. Oye..., tiene su aquel ver cómo recogen la basura... ;-) jejeje
ResponderEliminarQue estoy de guaaasaaa ;-)
En cierta manera, de eso se trata en esta anotaión.
ResponderEliminarDe constatar que los venecianos existen y que hay vida propia en Venecia (aunque esté muy condicionada por el turismo).