Hace una semana se publicó que Grecia iba
a hacer un desafío a sus socios de la Unión Europea planteando una prórroga en
el plazo de realización de su plan de ajuste.
Cuando Troya estaba cayendo, tras el
ataque nocturno de la ‘caballería’ de Ulises, y los incendios se extendían por
toda la ciudad, precedidos por los atacantes griegos, Eneas arenga al grupo de
familares y amigos que le rodea y concluye:
“Una salus victis nullam sperare salutem.”
Los enfrentó a lo desesperado de la
situación (“La única salvación para los vencidos está en no esperar salvación
alguna”), y “así la furia se añadió a los ánimos de los jóvenes”, pudiendo como
grupo, sin abandonarse a los llantos y lamentos, abrirse camino en medio de una
ciudad ardiendo e infestada de enemigos, hasta un sitio seguro.
Curiosamente, en esta ocasión son los
griegos, y no los troyanos, quienes están en una situación desesperada, aunque
las soluciones sean similares. No obstante, conviene recordar que Eneas no actuó
a lo loco, sino con criterio, por muy urgente que le hubiera resultado tomar
una decisión y acometerla; y que el camino desde su casa hasta las puertas
Esceas, u otras, en la muralla, ya con brechas e inútil, fue arduo y trabajoso,
en el curso del cual vieron cómo moría el rey Príamo y el palacio y los tesoros
de Pérgamo se perdían.
Así pues, recordemos la arenga de Eneas
resumida en el verso de Virgilio, y actuemos sabiendo que la única salvación
será la que salga de nosotros mismos.
¡Ah! Y dos cosas para finalizar:
- Eneas perdió Troya, pero consiguió huir
para acabar llegando a Italia, donde su estirpe fundaría Roma.
- La Eneida no se escribió en griego,
sino en latín,… por lo que nos toca más de cerca.
Créditos:
Verso 354 del Libro II de la Eneida, de
Virgilio, y traducción de los versos 354 y 355 según Víctor José Herrero, tomados
de la edición del Libro II realizada por Gredos, en su colección Gredos Bilingüe
(octava reimpresión de la primera edición, en 1994).
Fotografía de El incendio
de Troya, de Francisco Gutiérrez, en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, de enero
de 2011, del autor.
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