Se dice que Estados Unidos es la tierra
de las oportunidades, y desde luego es cierto: siempre hay alguien que no deja
pasar la oportunidad... de hacer el imbécil.
Por ejemplo, un senador de Nebraska (del
Estado, vamos, de su taifa autonómica; no del U.S. Senate, vamos, un Senado útil
y eficaz), un tal Ernest Chambers, que para hacer ver lo incoherente de una
decisión judicial, decidió poner un pleito contra Dios.
Lo argumentó en que causaba,
voluntariamente, “temibles inundaciones,
enormes terremotos, horrendos huracanes, tremendos tornados, plagas
pestilentes, feroces hambrunas, devastadoras sequías y guerras genocidas”.
Según dice la noticia, el tal quería
demostrar que “Estados Unidos sigue
siendo la tierra de las libertades y que «cualquiera puede denunciar a
cualquiera, incluso a Dios»”. Desde luego, en este aspecto, sí quedó
demostrado que el tal era un «cualquiera».
Nota 1:
Por si alguien se hubiera quedado en
alguna ocasión con la idea de que, frente al derecho romano, la justicia
anglosajona es lo más de lo más, y en particular la de Estados Unidos, hay que
decir que la demanda se consideró lo suficientemente bien fundada como para ser
admitida a trámite. La noticia ‘en papel’, firmada por Carlos Fresneda, finaliza
con que el juez tenía que decidir “si
habrá una posibilidad remota de audiencia oral. Preferiblemente antes del
Juicio Final”.
De hecho, así fue, quiero decir, antes
del Juicio Final. Aunque
no he localizado referencia en El Mundo
(versión internet), sí la hay en la Wikipedia:
“The court quoted cases according to
which "[a] court decides real controversies and determines rights actually
controverted, and does not address or dispose of abstract questions or issues
that might arise in hypothetical or fictitious situation or setting"”.
No entiendo qué hay de abstracto,
hipotético o ficticio en un terremoto, huracán, o cualquiera de entre las
numerosas castástrofes achacadas en el pleito a Dios, pero es lo que dictaminó
el Tribunal, a la increíble velocidad, dada la naturaleza del caso, de casi
cinco meses y medio, es decir, el 25 de febrero de 2008. Y es que ya se sabe,
que los tiempos de la justicia divina no son los de la justicia humana.
Nota 2:
La relación de ‘crímenes’ es la que
figura en la noticia publicada en El
Mundo en su edición en papel. La relación que figura en la noticia de
internet, del día anterior, la verdad, se me ha atragantado al ver el falso amigo
surgido de egregious: «atroz, enorme»,
según mi Colllins, se ve traducido
como egregio, sin que, al aplicarlo a
un terremoto, el redactor notara nada raro.
Créditos:
Imagen de la fotografía publicada junto
con la noticia (de la que son los extractos), en la contraportada de El Mundo del día 20 de septiembre de
2007.
Y a la hora de entregarle a citación, a Dios, ¿a que iglesia han ido? Si hubiese sido en nevada podían haberle entregado la citación a James Brown, que creó su propia religión para pagar menos al fisco.
ResponderEliminarUn saludo
caraguevo:
ResponderEliminarEn la crónica de Carlos Fresneda se puede leer:
“Dada la supuesta omnipresencia del demandado, el demandante considera que no hace falta que le envíen al Altísimo un requerimiento judicial: ya bajará a rendir cuentes cuando llegue su momento”.
Vamos, que una cosa es hacer el imbécil y otra muy distinta no estar bien asesorado por un abogado… estadounidense. ¡Ahí te quiero ver!
Un saludo.
Desde luego, ¡lo que hacen algunos para salir "en los papeles"..!
ResponderEliminarPor otro lado, el toque "dramático" de la apelación a Dios me ha recordado "A buen juez, mejor testigo" (una de mis leyendas favoritas), sólo que en ésta se recurre a ella como último auxilio, no como imprecación. Aquí el juez declara humildemente: "Tu testigo [Inés apela al Cristo de la Vega, "a cuyos pies perjuró"] es el mejor. Mas, para tales testigos no hay más tribunal que Dios. Haremos... lo que sepamos, ¡escribano! al caer el sol, al Cristo que está en la Vega tomaréis declaración"
MGae:
ResponderEliminarSí, pero con actitudes como ésta, en otros papeles tendrían que salir, ¿no crees?
Por otro lado, me imagino que la buena literatura les pilla un poco lejos.
Un saludo.