Es sabido que el verano
en Roma no es ninguna tontería, hasta el punto de que el mes de agosto tiene
cambiado su nombre por el de ferragosto. Por eso no deja de resultar que
curioso que hoy se celebre la festividad de Nuestra Señora de las Nieves.
Y es que una cosa es que
sea curioso, y otra muy distinta que no sea lógico. Y lógica, no le falta. Y no, no es por el cambio climático.
Según la tradición, que
en este caso no se encuentra en absoluto documentada, pero no es el tema de
esta anotación; según la tradición, decíamos, la noche del 4 al 5 de agosto del
año 358, tanto el Papa Liberio como un patricio romano llamado Juan tuvieron un
mismo sueño: la Virgen María les anunciaba que les indicaría dónde deseaba la
erección de una iglesia en su honor.
El hecho de que el
patricio Juan tuviera tal sueño se entiende por cuanto carecía de hijos y junto
con su mujer había hecho promesa de donar sus bienes para erigir una iglesia en
honor a la Madre de Dios; y cabe entender que el sueño del Papa fuera para
evitar problemas con la autoridad competente.
El caso es que por muy
agosto que fuera, y en Roma, esa noche hubo una tempestad de nieve,… o no,
porque las tradiciones no se terminan de poner de acuerdo. En lo que sí
coinciden es que en una de las colinas de la fundación de Roma, el Esquilino, quedó
marcada, bien por ser la única zona donde permaneció la nieve, bien por
cualquier otro sistema, lo que se interpretó como la planta de una iglesia, en
definitiva, el lugar de su construcción.
Con el tiempo, la iglesia
se rehizo, agrandó amplió y consolidó, perdiéndose la referencia a Nuestra
Señora de las Nieves, y pasando a ser conocida como Santa María la Mayor.
Y como llegamos en su día
a puntito de que cerraran el horario de visitas, tengo que dejarlo aquí.
Créditos:
Fotografías de las
fachadas principal y trasera (ésta con el ábside) de la iglesia de Santa María
la Mayor, en Roma, el 10 de septiembre de 2011, del autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario